Se ha publicado que un grupo de acaudalados norteamericanos quiere crear una especie de asociación filantrópica, teniendo la intención de recaudar cerca de 500.000 millones de dólares que distribuirían después entre la gente necesitada, lo que no está nada mal, algo es algo. Pero, ¿qué ocurriría si estos señores suprimiesen del decálogo de sus grandes empresas el despido libre, redujeran las horas de trabajo de sus empleados y pagaran unos sueldos acorde con sus tremendas ganancias? Pues que sus trabajadores no vivirían con la angustia de verse en el paro de un día para otro -práctica muy común en los EE.UU.-, tendrían una gran calidad de vida familiar, sin apuros económicos y de paso reducirían de forma muy importante el paro y la miseria en un país todopoderoso, pero con 30 millones de pobres.
¿Y qué si las grandes petroleras pagasen a los países productores de crudo, como Ecuador o Nigeria por ejemplo, un precio justo y a los productos derivados del mismo les aplicasen un coste mucho más razonable? Pues que prácticamente en todos los países, sobre todo, en los más pobres, el efecto dominó llevaría aparejado una gran reducción de precios y la segura mejora de sus condiciones de vida.
Las ganancias de sus multinacionales bajarían, pero todavía les quedaría suficiente para distribuir entre sus accionistas y realizar su idea filantrópica, es decir, un poco de caridad pero un mucho de justicia, que se vería compensada con la admiración y el cariño de millones de personas que dependen de las decisiones que estos señores tomen. Y no me digan que con su dinero pueden hacer lo que quieran, porque ese dinero lo han conseguido, fundamentalmente, con el esfuerzo de su capital humano y nadie, con sólo su trabajo, amasa semejantes fortunas.