Desde Euskadi, también vivimos con pasión lo que les pasa a nuestros hermanos de Catalunya, que no difiere mucho de lo que por aquí se cuece. Tras cuatro años de parto, el TC se ha pronunciado sobre el Estatut, y hemos sacado conclusiones: Les ha costado, pero han acuñado el nuevo término de virtual-nación. Han proclamado a los cuatro vientos que España es irrompible, no como un vulgar jarrón chino, y que tienen un ejército, al que no le afectan las rebajas de la crisis, porque está para salvaguardar la rotura del jarrón. Que el catalán es un idioma de segunda, sin importancia, no como el español, que el Poder Judicial reside en Madrid... Faltaría más, si no no podrían tardar 4 años para acabar de cepillar lo que inició Guerra, etcétera.
No importa que el pueblo soberano catalán haya aprobado en referéndum lo que su Cámara y la española pactaron, ni que ZP dijera que eso iba a misa. No, lo importante es que ellos, que no deben entender mucho de derecho, como lo demuestra sus 4 años de vueltas y revueltas, crean que pueden imponerse a quien sea, eso sí, con el visto bueno de los partidos españolistas, que así se quedan más tranquilos. Me parece que si algo es inconstitucional es el propio Tribunal, que en 4 años podía haber hasta pedido el cambio de la Constitución... ¿o no?
Y para más inri, hay que oír a Idoia Mendia, portavoz de los socialistas en el Parlamento Vasco, diciendo que no hay que alarmarse, que algunos artículos han quedado como antes. Pienso que me entran en casa, me dan fuego a lo que pillan, pero ¡qué suerte! Sólo me han quemado el salón, la cocina y el dormitorio principal. Aquí, por desgracia, no llegamos ni a eso, ni al referéndum, porque en Madrid no les dio la gana, pero ya se sabe que cuando las barbas del vecino veas pelar...