EL cruce de alusiones, incluso reproches más o menos velados, sean personales, ideológicos o de configuración de estrategia; entre las diferentes corrientes, formaciones políticas y personas que en su día compusieron Nafarroa Bai se alarga demasiado en el tiempo -era ya demasiado largo cuando se inició- y hace peligrar seriamente un proyecto que se ha demostrado ilusionante y exitoso tras haber conseguido, por fin, conjugar los diferentes matices que caracterizan a esa parte de la sociedad navarra que reúne, por un lado, a quien se siente y confiesa vasco y, por otro, a quienes no encuentran respuesta a sus inquietudes sociales y de izquierda en un PSN entregado a la derecha. Posiblemente, NaBai, como conglomerado de sentimientos e ideologías, incluso de culturas políticas, adolece de la cohesión que se supone a otro tipo de estructuras en teoría más homogéneas, pero incidir en las connotaciones, más adicionales que accesorias, que diferencian a sus componentes y no en el eje principal que logró reunirlos en torno a unas siglas y unos objetivos, sólo puede acabar defraudando a los 77.625 votantes que le otorgaron su confianza en 2007 para convertirla en segunda fuerza política de la Comunidad Foral y alternativa cierta a ese único poder instaurado en Navarra a través de la alternancia y la cohabitación de UPN y PSN. Hacerlo además y precisamente cuando NaBai puede acabar con tres décadas de una forma de concebir Navarra y de gobernarla, tras la división de UPN y PP y con el PSN desnortado tanto por las consecuencias de la errática gobernanza socialista en Madrid como por su forzada supeditación a la derecha navarra, sólo se puede considerar, siendo magnánimos, como un error estratégico que no es explicable en virtud de coyunturas ni de tácticas temporales. Ciertamente, en el seno de NaBai pueden hallarse quienes abogan por inclinar la balanza hacia la izquierda a costa de un tal vez momentáneo aggiornamiento del sentimiento nacional vasco para aprovechar la creciente decepción de la sociedad navarra con el PSN. Y también es cierto que NaBai sufre y padece la influencia de la recomposición del espectro político que se empieza a mostrar en la CAV a la espera del papel que pueda jugar, y ofrecer, la izquierda abertzale radical. Pero ni una ni otra consideración pueden transformarse en un debate público que deja traslucir intereses particulares, plantea posturas de fuerza y supone un handicap que impediría a la coalición seguir siendo el instrumento que conjuga y aglutina tanto los deseos de quienes aspiran a una evolución social en Nafarroa como los de quienes pretenden recuperar un apoyo mayoritario a la idea de nación vasca. Entre otras cosas porque ambos proyectos no son contrapuestos sino que, como las connotaciones en la propia NaBai, se complementan.
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