lA denominada Izquierda Abertzale -la ilegalizada u oficial- se encuentra en pleno debate, de eso no cabe la menor duda. Este periódico viene informando en las últimas semanas de algunas de las iniciativas y conclusiones surgidas de esa discusión, aún inacabada y que no se circunscribe ni a los dirigentes ni a quienes directamente representan la línea oficial. Tanto el documento Gakoa -elaborado por militantes críticos con la línea oficial y con la lucha armada protagonizada por ETA- como el contenido de la propuesta política para la reconstrucción de la izquierda abertzale oficial redactada por Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga y que se encuentra en discusión entre las bases de Batasuna demuestran que hay un interesante debate abierto en la militancia sobre el presente y el futuro del MLNV. Y eso es como decir de la propia ETA, configurada y entendida siempre como "vanguardia" de este movimiento. Aún es pronto para conocer cuál será la conclusión final -si es que la hay- de ese debate. Ni siquiera se sabe si es lo suficientemente profundo o si las bases están tan maduras como para tomar la única decisión posible: abjurar sin condiciones de la violencia y, como reflexiona hoy en DEIA el mediador internacional en procesos de paz Brian Currin, "llevar con ella a ETA en este viaje". Es decir, se trata de que el verdadero y primigenio proceso -término que tanto ha gustado a los dirigentes abertzales- debe darse en el seno de la propia izquierda radical. Para ello, la organización terrorista debe abandonar incondicionalmente las armas y dejar la política para Batasuna, Herritar Batasuna -tal y como proponen Otegi y compañía- o como determine llamarse ese nuevo proyecto político que, no hay que olvidarlo, debe pasar el filtro de la legalidad, es decir, de la Ley de Partidos. Es cierto que este debate se ha visto fuertemente condicionado -ojalá no frustrado- tras la disparatada redada del pasado 13 de octubre proyectada por el ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, y ejecutada por el siempre dispuesto a figurar juez Baltasar Garzón y que ha dado con los huesos de Arnaldo Otegi y Rafa Díez en la cárcel. El documento que está a debate y del que está dando cuenta este diario es, sin duda, un buen punto de partida pero no es definitivo. Deja claras las intenciones de quien lo ha elaborado, aunque adolece de falta de audacia. Brian Currin, conocedor de los entresijos de lo que está sucediendo en el seno de la izquierda abertzale, transmite optimismo ante la "profundidad" del debate que, según dice, "no se había producido antes" y el posicionamiento necesario frente a la violencia. El gran problema -nada nuevo, porque ha logrado abortar ya otros procesos- es ETA, empecinada en mantener a toda costa la lucha armada, y el Gobierno español, parapetado tras una estéril estrategia que sólo contempla la vía represiva.