El objetivo de su viaje ya estaba más que cumplido: hacer cima en los tres picos más altos de la cordillera del Atlas. Sin embargo, no sabían que su expedición en Marruecos les deparaba una última experiencia que jamás podrán olvidar. El gernikarra Xabier Barandiaran y los cuatro amigos que lo acompañan han pasado la noche a la intemperie y en vela, asustados, mirando a un cielo que ofrecía una sensación de estabilidad que el pavimento de Marrakech no podía. “No le deseo esto a nadie”, ha reconocido este sábado el montañero, a quien el terremoto le pilló jugando una partida de ajedrez en la habitación de su hotel. Desconocedores de si mañana podrán tomar su vuelo para volver a Bizkaia, este grupo de deportistas está siendo testigo del enorme caos en el que está sumida la ciudad más turística del país africano. “Todo está cerrado, la gente guarda silencio y hay muchísimos negocios hechos polvo”, describe.

En Marrakech no se vivía un desconcierto tan grande desde 2011, cuando fue escenario de un ataque terrorista perpetrado en su popular Plaza de Yamaa el Fna en el que fallecieron 17 personas. De hecho, Barandiaran admite que fue una opción que contemplaron en un primer momento: “Al principio no sabíamos si eran bombas o un atentado”. Los primeros temblores del seísmo de magnitud 7, con el epicentro a 80 kilómetros de Marrakech, los percibieron cuando estaban a punto de irse a dormir. “Sentimos el terremoto de forma muy violenta, y nos cobijamos debajo de un tabique porque estábamos bajo una cristalera. Pero no paraba. Al final uno de nosotros gritó: ¡Vámonos ya!”, relata el gernikarra, quien explica cómo mientras bajaban las angostas escaleras del alojamiento, las sacudidas eran tales que vio cómo sus amigos eran empujados contra la pared. “Era incontrolable”, detalla. 

“Cuando salimos a la calle todo era polvo y caos, gente corriendo en todas las direcciones”, afirma Barandiaran a través de un audio de Whatsapp, ante la imposibilidad de realizar llamadas, antes de reconocer que entraron en pánico cuando se percataron de que uno de ellos seguía en el hotel.  Después de que consiguiera salir, dejando atrás incluso el pasaporte, se percataron de que la mejor opción era dormir en la calle ante la posibilidad de que hubiera más réplicas. Así, estos vizcainos, entre los que se encuentran el puntista Unai Lekerika o el exremero y actual guía de montaña Lur Uribarren, pasaron toda la noche fuera del hotel, rodeados de mantas y botellas de agua, como gran parte de los habitantes de Marrakech, que tomaron las calles al tiempo que las ambulancias se escuchaban por doquier. 

Mientras la ciudad amanecía entre montañas de escombros, comenzaban a tener acceso a más información. “Hemos dado un paseo por Marrakech, nos hemos acercado hasta donde cenamos ayer. Se ve un caos increíble”, revela Barandiaran sobre las estrechas calles de la medina, en la que son habituales los comercios y trasteros consagrados al turismo, y donde ya se pueden ver numerosos negocios de alfarería destrozados. “Hemos llamado a las 9.00 horas a la embajada, para saber qué hacer, pero no nos han aclarado nada”, explica el gernikarra, a quien le consta que el aeropuerto está en marcha porque han visto algunos aviones, aunque muy pocos, sobrevolando la ciudad. “No sabemos lo que va a ocurrir, estamos sin dormir, sin ducharnos. Y asustados. Aún no nos creemos lo que nos ha ocurrido”, admite este joven vizcaino, quien añade que su intención, dadas las circunstancias, es llegar hoy mismo al aeropuerto, para pasar ahí la noche y poder subir al vuelo que tienen programado mañana. 

"TEMIMOS QUE PUDIERA HABER UN TSUNAMI"

Para Andoni Valle, de Barakaldo, e Itziar Eguskiza, de Sondika, Essaouira ha sido la primera parada de un recorrido de diez días por Marruecos. “Como no sabíamos cuál era el epicentro del terremoto, en los primeros minutos temimos que pudiera haber un tsunami”, relata esta pareja de vizcainos que aterrizó ayer mismo en esta ciudad portuaria de la costa marroquí. “Hoy, en principio, íbamos a ir a Marrakech, pero tenemos que ver cómo están las carreteras”, ha explicado Andoni Valle a este periódico, después de corroborar que los destrozos en Essaouira, a 90 kilómetros del principal foco sísmico, en Ighil, no han sido tan notables como en su próxima parada. Ello no ha impedido, sin embargo, que el pánico sentido la noche anterior haya sido menor. “No recuerdo cuánto duró. A mi me pareció eterno, pero quizás fueron dos o tres minutos”, afirma este turista.

Andoni Valle y Itziar Eguskiza, en las calles de Essaouira.

Ayer, tras un paseo por las zonas más populares de la ciudad, Andoni y su novia se dirigieron al riad donde se alojaban en la medina. Exactamente a las 23.11 horas de la hora local, 20 minutos después de que hubieran subido a su habitación, comenzaron a sentir unos temblores leves. “Fue desconcertante. No lo identificamos como un terremoto desde un inicio, pero luego la intensidad fue a más y las paredes comenzaron a moverse. Empezaron a caer cosas que teníamos apoyadas encima de la mesa. En ese momento solo deseas que pare, porque no sabes si va a ir a más, si las paredes se van a agrietar”, relata Valle, quien reconoce que fueron minutos de mucha incertidumbre al desconocer cómo debían reaccionar ante la situación.

Al cabo de unos minutos, después de que las sacudidas cesaran, detalla que comenzaron a escucharse gritos en la calle, donde la histeria colectiva era generalizada. “Nos asustamos. Mientras mi novia se quedó en la habitación, yo bajé a hablar con los de recepción, que fueron nuestros interlocutores con el resto del mundo, porque no nos enterábamos de mucho”, reconoce este vizcaino, quien asevera que en todo momento trataron de tranquilizarlos mientras preguntaban si era necesario que evacuaran el barrio o incluso la ciudad, teniendo en cuenta que se situaban a 300 metros de la costa. “Nos asomamos a una terraza y pudimos comprobar que no se veían destrozos estructurales ni edificios caídos o humo”, explica.

Poco a poco, se fueron publicando las primeras informaciones en Internet. “Al de media hora hubo una pequeña repetición, que no duró más de 30 segundos. Nosotros la sentimos porque estábamos en un cuarto piso, pero en la calle fue imperceptible”, agrega este vizcaino. Ya por la mañana han podido ratificar que en Essaouira no ha habido que lamentar víctimas mortales, si bien personas de avanzada edad les han admitido que no recordaban haber vivido nunca un terremoto de semejante magnitud. Aún desconocen cómo serán sus próximos días en el país: “Puede que haya varios días de luto”, afirma Andoni Valle en relación a esta tragedia que ya ha segado la vida de más de 1.000 personas.