El incierto futuro de los somalíes ante la situación de hambruna
Los tres campos de refugiados de Etiopía, que albergan a 120.000 personas, están saturados
ENTRE las tiendas de campaña del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y los residuos hay un cementerio. Allí, en el centro de la localidad etíope de Kobe, los empleados de la ONU descubrieron hace pocos días 36 tumbas en el medio del campo de refugiados. Algunos somalíes enterraron a sus familiares, que no sobrevivieron al hambre, la sequía y el complicado viaje hasta Etiopía. Lo terrible: la mayoría de los montones de tierra marcados con ramas y piedras son pequeños, una señal inconfundible del horror que está viviendo Somalia actualmente. Porque las víctimas del hambre son, sobre todo, niños.
Dehebe caminó cinco días con su marido Ibrahim y sus nueve hijos hasta alcanzar el campo de refugiados de Dolo Ado en Etiopía. Su madre y su hermana quedaron sepultadas en Somalia. No sobrevivieron al hambre. "Perdimos nuestra granja y a todos nuestros animales y solo nos quedan nuestros hijos", relata. "Ahora lucharemos porque ellos sobrevivan". Pero todos están enfermos; están desnutridos o padecen malaria. Dos de los varones están tan delgados y tan débiles que se quedan recostados inmóviles y cubiertos con harapos en la choza. Y Dehebe tuvo suerte de haber recibido pronto un lugar en el campo de Kobe, abierto hace pocas semanas.
Hasta los topes
Desde el pasado sábado, el campo alcanzó su máxima capacidad. Unas 250.000 personas buscaron refugio allí en un corto periodo de tiempo huyendo del hambre. Aproximadamente el 99% de los refugiados no pueden permitirse ni siquiera un viaje en uno de los camiones repletos y cruzan la frontera a pie. Los que sobreviven al viaje son registrados en el llamado Reception Centre y reciben una comida caliente. Además, el Programa Mundial de Alimentos reparte alimentos enriquecidos con vitaminas y minerales.
Desde allí se viaja en minibuses al Transit Centre, que tiene sitio para un máximo de 16.000 refugiados. En general, las personas permanecen una semana allí, hasta que les otorgan un lugar en uno de los campos y reciben también allí una comida por día. En todos ellos, a cada familia se le reparten víveres para un mes, así como mantas y utensilios de cocina. Aquel que no recibe un lugar en una carpa del Acnur se construye una choza de ramas y harapos. En los tres campos de Etiopía viven actualmente unas 120.000 personas.
Además, se analiza el estado de salud de los niños. Médicos sin Fronteras trata solo en Kobe a 2.200 pequeños, que padecen desnutrición, diarrea u otras enfermedades. Reciben sobre todo el alimento especial Plumpy's nut, una pasta de maní con muchas vitaminas, que devuelve la energía a los niños que pasaron hambre. "A veces este trabajo es muy difícil. La semana pasada murieron dos niños", dice el enfermero de MSF Vassilis Takos.
Por el momento, el futuro de los refugiados es completamente incierto. "En algún momento la comunidad internacional decidirá sobre su destino, pero tradicionalmente los somalíes permanecen mucho tiempo en los campos de refugiados", comenta Hegenauer. Mariam Gemale, de 19 años, no tiene previsto regresar alguna vez a su país natal. Acaba de registrarse como refugiada después de cinco días de marcha y está agachada, completamente sola. "Simplemente me puse a seguir a un grupo de gente porque necesitaba algo de comer", dice triste. "Si aquí me dan algo de comer, me quedo hasta que me muera".
La peor crisis alimentaria
El coordinador de Naciones Unidas para ayuda humanitaria en Somalia, Mark Bowden, declaró el miércoles la emergencia por hambruna en dos regiones del sur de Somalia afectadas por la peor sequía en 60 años. "La situación es desoladora y desesperada", señaló. Bowden, que llamó a hacer donaciones urgentes para los afectados. La hambruna que azota a cientos de miles de personas en el cuerno de África va para largo, apuntó ayer la subsecretaria general para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), Valerie Amos. "Esta no va a ser una crisis corta. La ONU y sus socios esperan estar haciendo frente a esta situación al menos durante los próximos seis meses", advirtió Amos.
"No utilizamos con ligereza la palabra hambruna", agregó la responsable, quien recordó que la última vez que Naciones Unidas hizo una declaración de este tipo en el caso de Somalia fue hace 19 años. El organismo no puede conocer las cifras exactas porque no tiene acceso a amplias zonas del centro y el este de Somalia, especialmente las que están bajo el dominio de la milicia islamista de Al Sahaab. Pero sí sabe que en el cuerno de África hay 11,5 millones de personas que necesitan asistencia urgente: 3,7 millones en Somalia, 4,5 millones en Etiopía, 2,4 millones en Kenia, 150.000 en Yibuti "y potencialmente muchas más en Eritrea", dijo Amos. "Esta es la peor crisis alimentaria en el mundo y los números no hacen más que empeorar", aseguró la representante de la ONU, que lamentó la falta de compromiso donante de muchos países.
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