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Dacia Bigster, candidato cabal para familias sin prejuicios

Sencillamente bueno, el SUV de talla media (4,57 m) comparte ahora con su hermano menor Duster una nueva versión Hybrid-G 150 4x4 bi-fuel; reclama 30.890 €, aunque hay otras variantes desde 24.990 €

Dacia Bigster, candidato cabal para familias sin prejuicios

Dacia estrenó en marzo el Bigster, un SUV de clase y proporciones medias, con diseño resultón y considerable capacidad, generosamente pertrechado y animado por motorizaciones sosegadas y eficientes (todas con etiqueta ‘Eco’). ¿Se puede pedir más? Desde luego, pero no por 24.990 euros; solamente rebajan ese precio contados rivales declaradamente ‘low cost’, condición que la marca de raíces rumanas va dejando atrás. Lo confirma poniendo ahora en el mercado la derivada Hybrid-G del propio Bigster, con motor electrificado de 154 CV capaz de alternar gasolina y GLP, provista de tracción a las cuatro ruedas (30.890 €).

El automóvil, como todo bien de consumo, no se libra de la ‘marquitis’ que padece un sector del público. Por eso, mientras no se libre del todo del estigma de marca barata que todavía arrastra, Dacia no entrará en los planes de compra de esa clientela teóricamente exigente. A veces, incurrir en un excesivo cuidado de las apariencias hace que pasen de largo algunas oportunidades.

El Bigster puede ser una de ellas. Este holgado, vistoso y honesto SUV no tiene más pretensiones que agradar a quienes lo eligen. Lo intenta ofreciendo cuanto desean y necesitan, prescindiendo de sofisticaciones superfluas con alto precio y escaso valor añadido. Es, por tanto, una opción de compra sensata (recomendable) para quienes no precisan una credencial social, sino un impecable automóvil que garantice desplazamientos con confort y seguridad a la familia.

A esas personas libres de prejuicios destina Dacia su última creación. El Bigster se puede considerar un automóvil nuevo, aunque en realidad es la versión extendida del Duster; es como ese segundo hijo que sale más corpulento que el primogénito. La repetición del discurso estético y la casi total coincidencia de hechuras, con la única excepción de la longitud, constatan el estrecho parentesco. Ahora bien, esos 23 centímetros de más en la eslora del recién llegado resultan determinantes. Marcan diferencias al conferir empaque y propiciar una superior habitabilidad, lo que lo orienta hacia una categoría superior, la C-SUV.

Con 4,57 metros de uno a otro paragolpes, el Bigster es un vehículo corpulento, sí, pero todavía bastante manejable. Sus proporciones –comparte con el Duster el 1,81 de anchura, el 1,71 de altura y los 22 cm de distancia al suelo- permiten una aceptable agilidad en el tráfico y soñar con hueco para aparcar en la calle.

La frescura del diseño hace que la presencia del Bigster no intimide. Su respetable tamaño depara una buena habitabilidad. Los 7,2 metros de batalla (4 cm más que el hermano) sustentan una cabina bastante amplia, apta para cinco adultos e idónea para cuatro. A espaldas de los ocupantes ofrece un hueco de carga con 667 litros bajo la cubierta (el Duster se queda en 453, que no está nada mal); plegando el asiento posterior aumenta a 1.937 litros el volumen del cofre, con piso plano, accesible a través del portón (eléctrico en algunos acabados).

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Tales cotas de capacidad convierten al Bigster en un multiusos con todas las de la ley. Lo colocan en condiciones de asumir funciones propias de un utilitario para los desplazamientos cotidianos, pero también de afrontar desafíos como los que plantean cualquier familia con niños pequeños y personas amantes de actividades de ocio o deportivas (bicicleta, esquí, caza, etc.).

A todas ellas se adapta bien el escueto abanico de motores disponibles, agrupados en una estrecha horquilla de 140 a 155 CV. Todos lucen distintivo medioambiental ‘Eco’. l