Con la llegada de los meses fríos, la lluvia se convierte en un factor clave que condiciona la seguridad en carretera. Uno de los aspectos más importantes para evitar sustos es el estado de los neumáticos. La profundidad del dibujo debe superar los 3 milímetros, ya que por debajo de esa cifra aumenta el riesgo de aquaplaning y pérdida de control. También conviene comprobar la presión recomendada y el desgaste uniforme en las cuatro ruedas.

Otro punto esencial es el sistema de frenado. Las pastillas y discos deben estar en buen estado y el líquido de frenos a nivel óptimo. En superficies mojadas, una frenada ineficaz puede duplicar la distancia de detención, así que una revisión a tiempo puede marcar la diferencia y es algo muy a tener en cuenta.

Cuidar la visión es vital

En condiciones de lluvia intensa, ver y ser visto es fundamental. Por eso, hay que revisar todos los sistemas de iluminación: faros, luces traseras, intermitentes y antiniebla. Además, mantener los cristales limpios por dentro y por fuera mejora la visibilidad y evita reflejos molestos.

Limpiaparabrisas Freepik

El limpiaparabrisas es otro gran aliado. Si las escobillas dejan marcas, chirrían o no arrastran bien el agua, es momento de cambiarlas. También se recomienda rellenar el depósito de líquido limpiaparabrisas con una mezcla anticongelante o específica para lluvia, que ayuda a eliminar grasa y suciedad.

Durante los meses húmedos, la condensación en los cristales puede convertirse en un problema. Asegúrate de que el sistema de climatización funciona correctamente, ya que un simple mantenimiento del mismo puede hacer que veamos o no a tiempo cualquier peligro que podamos cruzarnos en la carretera mientras circulamos.

Además, para asegurarnos del estado del habitáculo conviene comprobar el estado de las juntas de las puertas y ventanillas, ya que el paso de agua o humedad puede generar empañamiento constante e incluso averías eléctricas graves.

Conducir, como siempre, con precaución

En condiciones de lluvia, el asfalto se vuelve más resbaladizo y los tiempos de reacción deben aumentar. Reducir la velocidad es el primer paso. Además, conviene aumentar la distancia de seguridad respecto al coche de delante y evitar maniobras bruscas, giros rápidos o aceleraciones repentinas. Estos movimientos pueden provocar la pérdida de adherencia de los neumáticos, especialmente si el coche entra en una zona con charcos o agua acumulada.

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En caso de aquaplaning, lo más recomendable es no frenar de golpe: lo mejor es levantar suavemente el pie del acelerador, mantener el volante firme y permitir que el coche recupere el contacto con el asfalto por sí mismo.

La anticipación también juega un papel esencial. Observar la carretera con tiempo, prever curvas, cruces o zonas donde el agua pueda acumularse, y mantener una conducción relajada y constante ayuda a evitar sobresaltos.