La transición tecnológica de la industria del automóvil sería mucho más fácil y placentera si todos los modelos eléctricos que se incorporan al mercado mostraran una pequeña dosis del poder de seducción del Porsche Macan. La segunda creación a batería de la marca acierta a conciliar el temperamento y el tacto de conducción deportivo implícitos en el ADN Porsche con la posibilidad de un manejo sosegado, económico y limpio de un eléctrico. Quien conduce, decide.
Al eléctrico se llega, normalmente, por convicción. Esta se suele alcanzar por criterios medioambientales, por motivos estrictamente económicas o bien por una combinación de ambos. Esas razones pueden estar perfectamente tras la decisión de adquirir un Macan. Sin embargo, es probable que quien elija esta creación a batería lo haga también por su origen. Pese a su condición eléctrica, el modelo no deja de ser en ningún momento un genuino Porsche, y está dispuesto a demostrarlo en cuanto la ruta lo permita y el piloto lo considere.
El Macan eléctrico, desarrollado como tal desde un principio, viste una carrocería de cinco puertas con hechura de SUV cupé. Su silueta esbelta resta corpulencia a un envase de considerable tamaño (tiene 4,78 metros de eslora), bien aprovechado desde el punto de vista de la habitabilidad. Solo las personas más altas acusan el declive del parabrisas posterior sobre las plazas traseras. Eso no impide al modelo brindar un holgado portaequipaje de 540 litros; además, el vano delantero ofrece un segundo cofre de 84 litros.
Porsche destina al Macan cuatro motorizaciones sucesivas. La primera emplea un único impulsor, que transmite a las ruedas traseras su potencia. Rinde 340 CV, que aumentan a 360 activando la función Overboost y el Launch Control. Acredita 220 km/h de punta y necesita 5,7 segundos para alcanzar 100 km/h.
Asiste a este motor una batería de 100 kWh -es la misma en todas las versiones- para procurar un alcance máximo de 643 km. Admite recargas en corriente alterna hasta 11 kW (necesita 10 horas para completar el 100%) y en continua hasta 270 kW (en 21 minutos alcanza el 80% y en 10 recobra energía para cubrir 261 km). La tarifa oficial de la versión que abre la gama Macan reclama 82.310 euros, desembolso por el cual el cliente recibe un automóvil provisto de casi todos los recursos tecnológicos de seguridad, conectividad y confort posibles.
Las demás variantes del modelo equipan un segundo impulsor en el eje trasero para obtener tracción a las cuatro ruedas. En el caso del Macan 4, el rendimiento alcanza los 408 CV (387 sin asistencia electrónica), lo que acorta la aceleración a 5,2 segundos pero no aumenta la velocidad máxima. Logra rodar 613 km con una carga completa de la batería. Su precio asciende a 85.382 €.
El Macan 4S rinde 516 CV, 448 sin Overboost ni Launch Control. Con este sistema de gestión de salida lanzada llega a 100 km/h en 4,1 segundos, para marcar un tope de velocidad a 240 km/h. Si no se comprueban con demasiada asiduidad estas facultades, el 4S puede recorrer 608 kilómetros seguidos. Hacerse con un ejemplar requiere desembolsar 92.509 €.
Porsche sitúa en la cúspide de la gama Macan la interpretación Turbo. Desata 584 CV, que aumentan puntualmente a 639 con la asistencia electrónica. Tan profusa caballería consigue disparar las dos toneladas y media del vehículo de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos. Permite rodar a una velocidad máxima de 260 km/h. El Macan Turbo da un recital de tecnología y precisión por el que hay que pagar 116.914 €.