El último lanzamiento de Audi provisto de motor de combustión pisará la calle en 2025. A partir de ese momento, los sucesivos estrenos tendrán impulsión 100% eléctrica. La marca de los aros promete que ese propulsor térmico final será el no va más desde el punto de vista tecnológico. No obstante, permanecerá en activo un máximo de ocho años. A partir de 2033, Audi se compromete a producir y vender única y exclusivamente automóviles con motorización eléctrica.

Con estas decisiones, persigue alcanzar el gran objetivo de la neutralidad en emisiones de carbono para 2050. Si la firma alemana cumple su hoja de ruta de con el mismo rigor que hasta ahora, para 2025 uno de cada tres modelos que comercialice estará parcial o totalmente electrificado. Además, su repertorio de vehículos a batería aumentará considerablemente en los próximos tres años, pasando de las ocho referencias actuales a más de veinte.

Ahora solamente falta que el público acompañe esa postura y la respalde decantándose por este tipo de motorizaciones ‘enchufe dependientes’ que tanto van a proliferar. Por el momento, los datos de matriculaciones invitan a un moderado optimismo, puesto que la demanda de versiones e-tron a pilas creció un 44% en 2022.

Eso sí, los ánimos se enfrían bastante cuando se compara la progresión de Audi con la evolución de las ventas de automóviles electrificados recargables (eléctricos puros e híbridos enchufables). Su demanda crece un 39% de enero a abril respecto al mismo periodo de 2022, que es más de lo que lo hace en los principales países europeos. Sin embargo, este tipo de automóviles solamente representan el 11% del parque hispano. Y esa cuota queda muy por debajo de la media continental (19%), así como de los niveles registrados en Alemania (20%), Reino Unido (22%) y Francia (20%), según datos facilitados por ACEA, la asociación europea de constructores de coches.

El único consuelo y a la vez fuente de esperanza para la transición tecnológica es que, a pesar del considerable retraso con respecto al público de países vecinos, el español deposita cada vez mayor confianza en los vehículos electrificados. Es algo que se constata en el lento pero creciente protagonismo de los mismos en las ventas, con cuotas de mercado que no paran de crecer. En 2019, la suma de los BEV (Battery Electric Vehicles) y los PHEV (Plug-in Hybrid Electric Vehicles) suponía el 1,4% de las operaciones totales. Dicha presencia se ha ido consolidando año tras año, alcanzando incrementos del 4,7% en 2020, del 7,6% en 2021, del 9,5% en 2022 y de cerca del 11% en lo que va de ejercicio.

Entre las muchas trabas que frenan la expansión de los modelos enchufables destaca el insuficiente desarrollo de las infraestructuras de carga públicas. En la actualidad se contabilizan en suelo español 20.243 puntos de abastecimiento eléctrico de libre acceso, según datos que facilita Anfac, la asociación de fabricantes de coches. La inmensa mayoría de esas estaciones, 15.924 exactamente, trabaja a potencias inferiores a 22 kW, lo que requiere prolongadas paradas para recargar; 857 suministran entre 22 y 50 kW, y 2.661 trabajan entre 50 y 150 kW. Apenas 491 brindan de 150 a 250 kW. Y únicamente existen 310 instalaciones de alto rendimiento, con 250 o más kW, capaces de abreviar las operaciones de reabastecimiento de la batería.