La vida puede ser tremendamente maravillosa. En ocasiones suceden cosas inexplicables. Propias de la ciencia ficción. Hechos inverosímiles que son producto del caprichoso destino, que a veces relata historias increíbles. El contexto era fantástico, un Gran Premio de Francia que estableció un nuevo récord de asistencia en MotoGP con más de 320.000 espectadores a lo largo del fin de semana. Por primera vez tras 17 años de carrera deportiva, Johann Zarco tenía a sus padres en un circuito para contemplar las hazañas de su hijo. Escogieron Le Mans, la carrera de casa. Un trazado impredecible, camaleónico por su ubicación geográfica. Los cambios de temperatura y condiciones son drásticos. Ello brindó un escenario caótico que puso patas arriba las quinielas, en las que Zarco apenas contaba con alguna probabilidad de victoria. Sin embargo, la vida puede ser maravillosa. Zarco ganó, para delirio de su patria y de sus progenitores. Estalló en lágrimas el francés de 34 años, que 71 años después volvía a situar a un piloto francés en lo más alto del podio de la categoría reina del motociclismo.
Además, este impresionante logro detuvo la racha de 22 victorias consecutivas de Ducati, una cifra que suponía compartir el récord con Honda, la marca con la que ganó Zarco. Algo imprevisible. La marca japonesa no conquistaba una carrera desde el Gran Premio de Las América de 2023, con Álex Rins, un hecho aquel también improbable, ya que el anterior triunfo databa de 2021, con Marc Márquez.
Solo unos instantes antes de dispararse la carrera de MotoGP el cielo lucía cenizo, encapotado, escupía gotas. Marc Márquez se bajó de la moto, que estaba en apoyada en su peana en la parrilla de salida, para comprobar el estado del asfalto deslizando la suela de sus botas. Había que adoptar decisiones. Neumáticos lisos o rayados, duros o blandos. El safety car completaba la vuelta de reconocimiento con los limpiaparabrisas activados. Seguido, todos los pilotos completaron el giro de comprobación y se dirigieron a los garajes para cambiar sus motos por las configuradas para lluvia. Ondeó la bandera roja y el protocolo de salida se tuvo que reiniciar.
Tras la nueva vuelta de reconocimiento, la mitad de los pilotos decidió volver al box para retomar las motos de seco, entre ellos Marc, Álex Márquez o el poleman Fabio Quartararo; la otra mitad, entre ellos Francesco Bagnaia o Zarco, apostó por seguir con la máquina confeccionada para mojado. El primer grupo tendría que completar dos long laps de penalización.
Arrancó el caos. En la entrada a la primera chicane, Bagnaia fue víctima de una carambola iniciada por Bastianini. Los dos se fueron al suelo junto a Joan Mir. Quartararo pilotaba desatado, sin temor, y cobraba en cabeza un segundo de ventaja en apenas una vuelta. Detrás, Álex rebasó a un prudente Marc. Los hermanos rodaban a la zaga del francés. En la cuarta vuelta, Quartararo sufrió una caída. Las esperanzas de victoria francesa se desvanecían. O no. Algunos optaban por regresar al box y montar de nuevo las motos de agua. Otros iban cumpliendo las penalizaciones. Con todo, Marc saltaba al liderato.
La lluvia se intensificó y los hermanos Márquez, que rodaban al frente, sustituyeron sus motos para recuperar la configuración de mojado. Entonces fue Johann Zarco quien heredó la condición de líder con 8 segundos de ventaja sobre Marc, segundo. El francés salió desde inició con neumáticos rayados y eso le condujo a lo más alto de la clasificación pese a que padeció una salida de pista para evitar la caída de Bagnaia, Bastianini y Mir.
Pese a que solo era la novena vuelta, Marc renunció a la cacería, lo que permitió a Zarco incluso ampliar la diferencia, que creció por encima de los 20 segundos. “Empujé dos vueltas y era más rápido que yo. Este tipo de domingos puedes perder muchos puntos y hoy estaba extra concentrado”, comentó Marc. Era una jornada para guardar la ropa. Eran puntos muy valiosos para el campeonato. Más aún cuando Bagnaia no sumaría al concluir decimosexto y Álex tampoco, ya que este último sufrió hasta dos caídas. Marc atesora ahora un margen de 22 puntos sobre Álex y de 51 sobre Pecco. Fue una jornada de supervivencia. Zarco, sin embargo, sostenía el ritmo. A cada paso por la recta de meta le pedían moderación. Pero el galo parecía un autómata, un tren sobre raíles. Una máquina de ganar.
“Es difícil de creer. Aún sigo sin entender qué ha ocurrido. Necesito tiempo para procesarlo. Ha sido mágico”, acertó a decir Zarco, incrédulo sobre lo que acababa de suceder. Algo maravilloso. Mientras, sus progenitores lloraban de alegría, envueltos en lágrimas como él, que no se privó de hacer la característica voltereta hacia atrás con la que siempre ha celebrado sus victorias, en este caso la segunda en MotoGP tras la alcanzada en Australia en 2023.
El tercer peldaño del podio lo ocupó Fermín Aldeguer, que firmó su primer podio dominical en MotoGP tras el logrado el sábado al esprint. Le arrebató el cajón a Pedro Acosta, cuarto con su mejor resultado del año en una jornada con seis abandonos.