“Estaba obsesionado con el día de hoy, sabía que podía ser un buen momento”. Así se confesaba Jorge Martín, brillante bajo la lluvia de un Gran Premio de Japón que podía arrugar a cualquiera, porque las condiciones de lluvia extrema no son buen compañero de viaje sobre dos ruedas. Y es que el agua caída del cielo, que había respetado hasta entonces en Motegi, hizo aparición cuando se iba a disparar la carrera, que pese a ello se declaró en seco. Y así se lanzó la jornada, con la predisposición de un escenario para valientes.

Cuando apenas se había cumplido media vuelta, los comisarios ondearon la bandera que permitía pasar por el garaje para sustituir la moto por una configuración de agua. Martín, inteligente, dejó pasar a Francesco Bagnaia para copiar su estrategia. “Han sido momentos de mucha tensión. No sabía qué hacer y he querido estar detrás de Pecco para saber si entraba a boxes”, confesaría.

Todos salvo Fabio Quartararo, Franco Morbidelli, Stefan Bradl, Michele Pirro y el invitado Cal Crutchlow, que buscaban a la desesperada una oportunidad para alcanzar la gloria, visitaron el garaje. Entonces Jorge Martín reemprendió la marcha, encabezando de nuevo el grupo, perseguido por Aleix Espargaró y Marc Márquez. Bagnaia rodaba en cuarta posición, remando para avanzar posiciones en la defensa de su liderato.

Delante, Martín y Aleix se repartían adelantamientos, hasta que el madrileño cometió un error que le obligaba a invadir la zona de la long lap penalty para evitar una caída. El fallo le costó descender a la décima plaza, desde donde comenzó una remontada memorable. “Me sentía bien”, expresó. ¡Y tanto que se sentía bien! El de San Sebastián de los Reyes parecía un comecocos cobrándose posiciones. Alcanzó la primera plaza y espoleó a su vez a Bagnaia, que se alojaba en la segunda posición buscando ejercer presión a un líder que rodaba desatado hasta alcanzar más de un segundo de ventaja. Irreductible, Martín proyectó su gran estado de forma a lomos una Ducati que no entiende de favoritismos en cuanto a mecánica. El Pramac, equipo satélite, rueda subido a las barbas del equipo oficial de la marca italiana. Y es esto lo que puede seducir a un Marc Márquez que persigue gloria con Honda sin gozar de una espada afilada.

“Hoy era un día donde tenía más que perder que ganar, pero hemos salido ganando. Es mi primera victoria en agua en MotoGP. Son condiciones que me costaban y aun así he podido marcar la diferencia”. Con estas palabras resumió Martín su gesta, aparentemente sencilla pero con enormes dosis de riesgo, porque la pista era un espejo y en juego estaban las aspiraciones por el título. El escenario servía un aguacero que además iba en aumento. Eran cortinas de agua.

Esta situación de complejidad era aprovechada también por Marc Márquez, que trataba de pescar en río revuelto. Lo conseguía el catalán, que subía por primera al podio esta temporada. “Tenía que llegar el podio en casa de Honda, con los jefes mirando. Esto es una película romántica”, declaró el catalán, que sigue sin resolver su futuro y es consciente de que solo una situación de excepcionalidad como la de Motegi le brinda la ocasión de volver a pisar un cajón. Fue un tercer puesto que sabe a miel pero que no enmascara su realidad.

Bagnaia, desangrándose en el liderato del Mundial, minimizó los daños con una segunda posición que le permitió salvar su estatus. “En estas condiciones no soy un mago, y estar arriba me da ánimos. Es verdad que me ha recortado puntos, pero estoy contento y me gusta esta batalla”, manifestó el vigente campeón, que ya no tiene mayor colchón que tres míseros puntos sobre un Martín que viene aprovechando sus oportunidades.

Cuando se rodaba en la decimotercera vuelta de las 24 pactadas, Dirección de Carrera decidió ondear la bandera roja. La pista era una piscina. La visibilidad era escasa o nula. Entonces se organizó una resalida, pero en la vuelta de formación se pudo comprobar que el trazado era impracticable, por lo que el gran premio se finalizó con las posiciones previas a la detención. Martín firmó su tercer pleno (pole, esprint y carrera) del año tras los obtenidos en Alemania y San Marino. Martinator es ahora más que una alternativa a Bagnaia; su estado de forma, arrollador, le convierte en el piloto a batir en MotoGP.