KTM fue la revolución de 2020, con tres victorias, ocho podios y tres poles. Abandonó la mediocridad. Desde su incorporación a MotoGP en 2017, había sumado un solo podio hasta el año pasado. Parecía que había progresado para sostener su competitividad en los tiempos venideros.

Pero la marca austríaca arrancó la presente temporada con discreción, proyectando la sensación de que el sorprendente rendimiento era cosa del pasado. No obstante, en Italia Miguel Oliveira firmó una segunda posición que cambió la dinámica. Fue una metamorfosis. “Necesitábamos este podio, llevábamos carreras luchando para mejorar”, admitió el portugués, que habló sobre el nuevo chasis, montado en Le Mans, como un enigma por descifrar, al igual que llegó un combustible mejorado. En el Gran Premio de Catalunya, séptima carrera, la progresión se pudo calificar de evidente con una brillante victoria.

Oliveira, que partía cuarto, se lanzó a por la cabeza en la segunda vuelta al circuito de Barcelona-Catalunya. El portugués, un piloto bravo que no especula, estiró el grupo e incluso cobró un margen ligeramente superior al segundo de diferencia. Si nadie lo remediaba temprano, podría marcharse, desatado.

Fabio Quartararo, el poleman, se tomó con calma los compases inaugurales y descendió a la cuarta plaza, para en el giro 7 auparse al segundo lugar y prestarse a dar caza a Oliveira, arañando décimas. En esas, Marc Márquez, que llegó a ser quinto, se fue al suelo por tercera carrera consecutiva. “No he notado tanta limitación física. He sentido que he podido empezar a hacer algo de malabares”, rescató. En cualquier caso, la crisis perdura en Honda, que vio caer también a Pol Espargaró y tuvo como piloto destacado a Álex Márquez, undécimo en una prueba que terminaron solo 15 pilotos. Pésimos tiempos para la fábrica más laureada. También palparon el asfalto Rossi, Lecuona, Aleix Espargaró y Petrucci.

En la vuelta 12 de las 24 pactadas, Quartararo dio cuenta de Oliveira. El Diablo pasó al frente, dispuesto a reafirmar que este es su año. Por detrás, Joan Mir, Jack Miller y Johann Zarco trataban de aguantar el pulso sin éxito. Cedían terreno. Únicamente Oliveira sostuvo el envite. El luso no se arrodilla. Dos giros después devolvió a Quartararo el adelantamiento. Un bonito duelo. Entonces el francés se acopló al portugués. Se instaló a rueda de Oliveira. El líder del campeonato transmitía buenas sensaciones. Parecía cómodo a rebufo. Se intuía un disputado final.

Quartararo comenzó a gesticular de forma extraña. De repente se desprendió su protección pectoral. Las imágenes dejaron ver su pecho al descubierto. Su mono se había abierto. No podía cerrarlo. Era como un paracaídas. Sin embargo, la situación era de máximo riesgo, porque una caída hubiera supuesto fatales consecuencias.

El francés redujo el ritmo. Se despidió sin remedio de la posibilidad de victoria. En Jerez perdió un triunfo cuando lideraba por problemas de sobrecarga en un antebrazo. En Catalunya pudo dejarse otro logro. Situaciones inusuales, condenatorias, pero que forman parte del deporte.

Sanciones para Quartararo

Oliveira se escapó. Esta vez sí. Además, a los problemas de Quartararo con el mono se sumaron dos sanciones de 3 segundos cada una: la primera por saltarse una curva, quién sabe si descentrado por la situación, y la segunda por no llevar correctamente ceñido el mono y desprenderse del protector. De este modo, cayó desde la tercera plaza con la que cruzó la meta hasta la sexta. “Felicidades a todo el mundo que ha pedido que me apliquen otra sanción. No puse a nadie en peligro como piloto y ha sido duro pilotar así. Pero está bien ver la verdadera cara de algunas personas”, estalló Quartararo.

De sus percances se beneficiaron, entre otros, Zarco y Miller, segundo y tercero, respectivamente. Los pilotos de Ducati siguen debatiendo por una jerarquía que, por una u otra razón, El Diablo no logra imponer con la holgura que podría. El francés llegó a Montmeló con 24 puntos de margen en el liderato y ve reducida su renta a 14 sobre ZarcoEl Diablo.

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Gran Premio de Catalunya de MotoGP