Para quienes conviven con uno, o con varios gatos uno de los mejores momentos del día suele ser cuando humano y felino interactúan entre ellos y comparten una sesión de mimos y caricias.

Aunque hay una cosa que la parte humana de esta relación tiene clara: la condición principal es que el gato quiera tener ese momento de contacto físico con el humano. Por ello, si es el humano quien comienza el acercamiento, debe prestar especial atención a los gestos y actitudes que muestre el gato. Quizá no le apetezca tener contacto en ese momento y si se fuerza la situación, un bufido, un zarpazo o un mordisco serán el resultado.

Para que nuestro acercamiento tenga éxito hay que dejar que el gato elija si quiere que nuestros dedos y manos le acaricien.

Un gato recibe su ración de caricias pero no parece muy convencido. Freepik

Un aspecto que hay que tener en cuenta, y del que deberíamos ser informados cuando el gato llegue a nuestra vida, es cómo ha sido su socialización, en especial con humanos. Y es que los gatos tienen un periodo relativamente corto para aprender a interacuar con los humanos, para aprender a disfrutar de su relación con ellos. Este periodo de socialización transcurre entre la segunda y la séptima semana de vida.

Antes de empezar a acariciar a un gato hay que darle espacio para que sea este el que comience a acercarse, permitir que olfatee y que apoye su cabeza en la mano o contra el cuerpo. Una vez en este punto, ya se puede empezar a pasar con suavidad las puntas de los dedos por su cabeza.

Cada gato es un mundo, por lo que habrá reacciones que cambien de un ejemplar a otro. Por ello, pasarle la mano por el lomo puede ser aceptado con reticencias por unos y con agrado por otros, mientras que la cola y las patas es mejor dejarlas tranquilas en casi todos los gatos. En cuanto al abdomen, es un terreno muy delicado ya que es su parte más vulnerable. Por ello, aunque lo ofrezcan para que se les rasque, no es de extrañar que por instinto reaccionen a la defensiva.

Otra regla de oro es estar atento a sus gestos y expresiones para terminar la caricias si se le ve incómodo. Resulta preferible acabar con la sesión de mimos en el mejor momento que seguir hasta que nuestro gato se canse.

Sus sitios preferidos

Aunque cada gato tiene sus gustos individuales, hay algunas zonas que les gusta que les acaricien. Suelen ser la parte de su cuerpo donde se concentran las glándulas de olor, esas que frotan con los muebles de casa o sus áreas preferidas y con la que marcan su territorio. Y también a sus personas favoritas.

Son estas:

  • Parte inferior de la barbilla. Les encanta rascarse y que les rasquen la barbilla y la mandíbula inferior. Son puntos donde no llega con su lengua y que acariciar estimula las glándulas de la zona.
  • Las mejillas. Un masaje en este área le resulta muy placentero. Se sabe que se hace bien porque ronronea sin cesar. Si paras apretarán la cara contra la mano para seguir.
  • Alrededor de las orejas. Con la punta de los dedos presionar con suavidad alrededor de las orejas y la parte superior de la cabeza. Es probable que también frote esta parte contra su humano.
  • De la cabeza a la cola. La zona del lomo suele ser más delicada, no a todos los gatos les gusta que les pasen la mano por encima. Pero masajear los músculos del cuello apretándolos con suavidad sí les gusta. Seguir más abajo dependerá de si conoces bien a tu gato. 

Atento a estos gestos gatunos

Así dice que le gusta

  • Mantiene la cola erguida e inicia el contacto.
  • Ronronea y amasa con las patas delanteras.
  • Balancea suavemente la cola mientras la estira en el aire.
  • Exhibe una postura y una expresión facial relajadas, con las orejas apuntando hacia delante.
  • Te incita a seguir si dejas de acariciar y frotar.

Así dice que no le gusta

  • Mueve o aparta la cabeza alejándola.
  • Se muestra pasivo, se deja hacer.
  • Parpadea, sacude la cabeza o el cuerpo o se lame la nariz.
  • Se lava repentinamente y con ansia durante poco tiempo.
  • Se le eriza el pelo o contrae la espalda.
  • Mueve o agita la cola o golpea con ella.
  • Aplana las orejas y las lleva hacia los lados o hacia atrás.
  • Gira la cabeza para enfrentarte a ti o a tu mano.
  • Te muerde o aparta tu mano con un golpe de la pata