José Lekaroz Goñi nació en 1899 en Lesaka (Nafarroa). Hijo de Ramón y de Eloya, pertenecía a una familia “con posibles” y fue el tercero de seis hermanos: Feliciano Teodoro (fallecido al poco de nacer), Manuel, Teófilo, Trinidad y Víctor. La vida transcurría lenta en aquel municipio de Bortziriak (Cinco Villas), regado por el río Bidasoa. Cursó estudios en el colegio capuchino de Lekaroz, (Baztán) cuya seña de identidad, además de la religiosa, era la del respeto a la cultura del entorno. El joven Pepe coincidió allí con el futuro lehendakari del Gobierno de Euskadi Jesús María Leizaola, con quien a lo largo de su vida mantuvo una relación de profunda amistad. Tras obtener en 1918 el título de Bachiller comenzó a cursar estudios universitarios de ciencias en Madrid. Sin haberlos finalizado, tuvo que hacer frente a sus obligaciones militares como cualquier otro joven navarro tras la promulgación de la conocida como Ley Paccionada de 1841 que ponía fin a la soberana exención foral de acudir al servicio militar español.
Una “mili” en África y corresponsal de prensa
Las necesidades españolas en la Guerra del Rif (1921-1926), hicieron que fuera llamado a filas en el marco de las campañas militares desarrolladas en el protectorado español marroquí. En aquellos años, y siguiendo la estela de su máximo competidor (Diario de Navarra), el recién creado diario abertzale La Voz de Navarra también quiso atender, informativamente hablando, a los soldados navarros enviados a Marruecos. Y es muy probable que fuera así como Pepe hizo sus “pinitos” como “corresponsal de guerra”.
De vuelta a la vida civil, en 1924 comenzó a participar en el proyecto de La Voz de Navarra. Si bien su ideología era sabiniana, su línea editorial estuvo impregnada de navarrismo y fuerismo. El periódico incluía secciones en euskera (Euskaldunen xokoak y Asteko berriak). Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, Lekaroz asumió en 1925 la dirección del rotativo. Fueron tiempos duros en los que lidió con la censura y las multas. Sus objetivos estaban claros: “No vinimos al periodismo para fundar un periódico. Nacimos al calor de un ideal”. En 1926 contrajo matrimonio con Romana Garikano. De aquella unión nacerían José Ramón, Teresita, Javier y Mikel Joseba.

1928 en el diario ‘Euzkadi’
Tras su marcha de La Voz de Navarra, en medio de una huelga obrera, pasó a ser redactor del diario abertzale de Bilbao Euzkadi, colaborando con los literatos Nicolás Ormaetxea Orixe y Esteban Urkiaga Lauaxeta (fusilado en la Guerra Civil). Su tarea de periodista le hizo recalar en Donostia, siendo nombrado en 1931, en sustitución de Francisco Javier Landaburu, director del diario El Día. El periódico contaba con una sección en euskera, Euskal Orria, en la que colaboraron figuras como José Ariztimuño Aitzol, José María Agirre, Lizardi, Engracio Aranzadi, Kizkitza o Jesús Insausti Uzturre (futuro presidente del PNV). Su labor estuvo plagada de obstáculos, siendo suspendido el diario en septiembre de 1931 durante 64 días. La aprobación de la Ley de Defensa de la República acentuó la represión. En 1932, Lekaroz fue condenado por injurias a una pena de destierro de Donostia.
Guerra Civil, una decisión crucial
En julio de 1936, su amigo el diputado abertzale Manuel Irujo, habiendo conocido la noticia de la insurrección fascista, improvisó la posición del PNV a través de las ondas de Unión Radio de Donostia: “sea cual sea el objetivo perseguido por los sublevados, nosotros, como demócratas, tomamos partido junto a la encarnación legítima de la soberanía popular representada en la República”.
Aquel alegato no contaba con el aval de su Partido. Por ello, el EBB del PNV envió una nota de rectificación al diario El Día, optando por la neutralidad. Pero aquella nota nunca vio la luz. La sublevación se extendió a Donostia; Lekaroz comprendió que la neutralidad era imposible y optó por no publicarla.

Pepe no sólo contravino la orden del PNV, sino que se había negado a aceptar la recomendación de su amigo Irujo para que sí se publicase la rectificación. Lekaroz, con su decisión, había evitado un mal añadido al PNV, que tenía que optar, supuestamente, entre religión o democracia. Un dilema con el Estatuto de Autonomía en juego. Aquel 19 de julio fue el último día de El Día. El 20 de julio el general Mola amenazó con bombardear Donostia y Lekaroz envió a su mujer e hijos a Bilbao. Él quedaría defendiendo la capital.
Junta de Defensa. Canjes y humanitarismo.
El 28 de julio de 1936, el PNV le nombró Comisario de Guerra de Gipuzkoa. Permaneció en dicho cargo hasta la caída de la ciudad el 13 de septiembre. En aquel verano se encargó de manera oficial del tema de los canjes de prisioneros, reuniéndose en Biarritz con representantes del bando insurrecto como Francisco Lizarza (pelotari de Huarte) que actuaba en nombre de las Juntas Carlistas. Como señaló Alberto Onaindia, Lekaroz era “el agente oficial del nacionalismo vasco para el canje de prisioneros” y participó en la liberación de dos dirigentes del Frente Popular en un canje por dos empresarios navarros retenidos en Gipuzkoa. Humanista y cristiano, ayudó a la vizcondesa Blanca de Aragón (madre de Fabiola, futura reina de Bélgica) para sacar a su marido de la “zona roja”.
Periodista y militar en Bilbao
Debido al avance franquista en Gipuzkoa, se trasladó a Bilbao para desempeñar el cargo de director-técnico del diario Euzkadi. Esta tarea se solapó con el nombramiento de Jefe de Estado Mayor de la Sección de Información del Ejército del Norte. La caída de la capital vizcaína supuso un duro golpe. José Lekaroz, expuso con crudeza los sentimientos de los gudaris: “el soldado principalmente nacionalista ya no sentía ningún estímulo para seguir la lucha y al perder el territorio vasco, tanto equivalía la pérdida de Bilbao, se experimentó abrumado”.
En agosto de 1937, el periodista lesakarra fue nombrado Jefe del Servicio de Propaganda, pidiéndosele que organizara espectáculos para elevar la moral de la tropa. Tras consultarlo con las altas instancias abertzales rechazó la propuesta (“no eran tiempos para teatros”). Ante la grave situación interna, Lekaroz fue requerido por el Estado Mayor del Ejército del Norte a modo de intermediario ante las autoridades del Euzko Gudarostea para que los batallones nacionalistas desistieran de su actitud contraria a trasladarse a Asturias. Él mismo, ante la disyuntiva de encaminarse a la Asturias roja o quedarse en Laredo, optó por lo segundo. Acompañado del comandante Lamas, pudo llegar a Laredo donde partió en avioneta a Biarritz.
Diario Oficial de Euzkadi
A las órdenes de Leizaola (consejero de Justicia y Cultura del Gobierno vasco) fue nombrado director del primer Diario Oficial de Euzkadi, germen del Servicio Vasco de Información y Propaganda. Poco después, fue requerido por el PNV y por el Consejero de Hacienda Eliodoro de la Torre para ocupar la dirección técnica del diario Euzkadi en Barcelona. No fue una propuesta de su agrado pues prefería quedarse en Iparralde junto con su familia. Sin embargo, el sentido de la lealtad se impuso, marchando para la Ciudad Condal en enero de 1938.
Director del diario ‘Euzkadi’ en Barcelona
Uno de sus cometidos como director fue el de insuflar ánimo a los refugiados. Su defensa de todos los derechos humanos le llevaron a redactar una nota de denuncia del fusilamiento por los franquistas de la periodista navarra Juana Mir. Paralelamente se dedicó, en colaboración con el ministro sin cartera Manuel Irujo, al canje de presos. Durante esta época fue nombrado consejero del Consejo Superior de Cultura de la República.
Tras la caída de Barcelona (enero 1939) y el posterior final de la contienda, se reunió con su familia en Biarritz y Ghetary. Su esposa Romita quedó embarazada de nuevo del que sería su último hijo, Mikel. No obstante, el periodista continuó su labor ocupándose de los refugiados; acudió a Julio Jauregi (responsable del Gobierno Vasco para la emigración) solicitando ayuda para un ex alcalde republicano de Santoña y para Tiburcio Mendizabal (ex redactor de El Día) y familia, a fin de que pudieran viajar a Chile. También se ocupó de la situación de los lesakarras hermanos Alzugaray, confinados en el campo de refugiados de Gurs (Bearne) y que deseaban reunirse con sus parientes en Argentina. Respecto a sus planes, Lekaroz decía esto a Jauregi: “Si no tuviera mujer e hijos yo estaría al otro lado del Atlántico”.
En aquella estancia labortana, Lekaroz, en el marco de las reuniones culturales organizadas por su amigo Isidoro Fagoaga (tenor de renombre internacional), ofreció en abril de 1940 una conferencia sobre la historia de Navarra y su independencia. Fue la última reunión. Hitler invadía Francia.
Campo de concentración de Gurs
Tras la ocupación alemana de Francia en junio de 1940, fue internado en el campo de concentración de Gurs junto con otros destacados militantes abertzales. Era un submundo plagado de sarna y enfermedades venéreas del que Pepito (así le conocían los lesakarras) intentó escapar, sin conseguirlo. Tras varias semanas de internamiento fue liberado, pero poco duró la “normalidad. En febrero de 1941, justo cuando estaba culminando sus gestiones para embarcar con su familia a Argentina fue detenido, junto a sus hermanos Teófilo y Víctor, por fuerzas de la Gestapo y españolas. Acusados de “rojo-separatistas”, fueron internados en la prisión de Ondarreta en Donostia. En el proceso judicial, quedó patente la extraordinaria labor humanitaria que Lekaroz realizó durante la Guerra Civil sin reparar en ideologías. Fueron muchas las personas afines al franquismo que declararon haber sido salvadas por él.
Libertad e inhabilitación como periodista
Fue liberado en 1945 pero siguió teniendo prohibido ejercer como periodista. Al poco de salir de la cárcel realizó gestiones para intentar salvar la vida de varios presos antifascistas del maquis. Y las desdichas también alcanzaron a la salud. Enfermo de tuberculosis, perdió medio pulmón. Fueron momentos duros en los que la familia Lekaroz-Garikano recibió la ayuda del lehendakari Agirre (9.000 pesetas de su patrimonio) y de vecinos que, clandestinamente, aportaban lo que podían. Mikel Lekaroz Garikano recuerda pasear de la mano de su madre y que ésta, al llegar al número 8 de la calle Legazpi le dijera: “Sube al segundo piso. Te darán un sobre. Guárdalo y me lo das en casa”.
Lekaroz, agente comercial
Poco a poco las cosas se fueron solucionando y Pepe Lekaroz, en 1958, comenzó a trabajar como agente comercial de la editorial Auñamendi, que los hermanos Estornés Lasa (Marino y Bernardo), habían puesto en marcha en Donostia. Así vivió sus últimos años aquel abertzale al que, en 1964, fecha de su fallecimiento, Andoni Astigarraga, desde Euzko Deya de Buenos Aires, definió como “periodista patriota que sufrió a causa de la fidelidad a Euzkadi”.
Los autores
- Mikel Lekaroz Garikano | Jubilado. Exempleado de Banca. Cofundador de la Federación Vasca de Baloncesto. Hijo menor de Pepe Lekaroz.
- Patxi Agirre Arrizabalaga | Villabona (Gipuzkoa), 1966. Licenciado en Historia (UNED). Máster en Historia Contemporánea de España en el contexto internacional (UNED). Doctor en Historia Contemporánea (EHU-UPV) con la tesis doctoral El hecho religioso en la vida política de Manuel Irujo, que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude.