El investigador Eduardo Renobales suma décadas de estudio sobre las siglas de EAE-ANV: defensoras de los ideales que marcaba su organización, principios en los que, siempre a su juicio, se mezclaba la democracia, la opción republicana y el derecho de autodeterminación para Euskal Herria, “base fundamental de la ideología de Acción Vasca”, acota a DEIA quien cierra en estos días una trilogía editorial sobre los batallones de este partido político ilegalizado en su segunda existencia tras la guerra militar, en 2008.
“Estos tres libros no narran los hechos de guerra, que también; van un paso más allá pretendiendo mostrar una realidad humana y de esfuerzo militante de los componentes de la doctrina ekintzale. Son las unidades que más bajas sufren frente al enemigo a la par que las tropas anarquistas”, analiza y apostilla que llegan a soportar y superar un 30% de porcentaje de pérdidas humanas cuando otras compañías del Euzko Gudarostea apenas llegan al 5%.
Renobales asegura que con la redacción del Manifiesto de San Andrés, el 30 de noviembre de 1930, “el nacionalismo vasco se sacudió de un letargo de más de cuatro décadas, que le había dejado anquilosado ideológicamente y amenazaba su proyecto político a futuro”. El historiador cifra, según un estudio local que ha concluido, en alrededor de 80 militantes de ANV en aquella época en Durango. “Era un grupo no demasiado numeroso, pero, importante, siempre decididos a difundir el programa que ANV marcaba como hoja de ruta en la recuperación de Euskalherria, tal y como lo escribían ellos siempre en una sola palabra, no como hizo luego Euskaltzaindia. Querían recuperar la nación soberana en el contexto europeo”, valora y argumenta que el afiliado gasteiztarra Odón Apraiz ya había participado en reuniones de la Sociedad de Naciones convocadas en Ginebra para defender y dar a conocer el caso vasco.
Siempre según estima el autor de la trilogía de batallones de ANV, el militante ekintzale en buena parte era persona joven, incansable, entregado a la causa euskaldun y al desarrollo de una sociedad más democrática y justa en términos sociales y económicos. “Era un entusiasmo que paliaba la falta de recursos económicos y propagandísticos en los que estaba sumida Acción Vasca desde su fundación”. Al parecer de Renobales, era algo que lastraba su difusión por las tierras vascas y que “se mitigaba en parte por el trabajo ímprobo y entusiasta de sus hombres y mujeres a la hora de dar a conocer sus postulados que ciertamente rompían con el nacionalismo aranista anterior”.
Así, hace una comparación entre eslóganes que él cita como “del nacionalismo tradicional” y los de ANV. Si los primeros tenían como principios las leyes viejas y los derechos históricos; los segundos, derecho de autodeterminación. Ante religión como fundamento político, aconfesionalidad militante, laicismo y separación entre iglesia y Estado. Antes la raza como elemento político; apertura a la inmigración (“vascos de aceptación personal”). Ante territorios históricos; el Estado unitario que cohesione la futura nación. Ante doctrina social de la Iglesia como fundamento económico; posiciones progresistas que apoyan una economía mixta de mercado y control estatal de sectores estratégicos. Según Renobales, en definitiva, un anticapitalismo asociado a un socialismo no marxista en la defensa de la clase obrera por el reconocimiento de sus derechos en un marco de Justicia social más equilibrado para que las clases sociales no presenten unas desigualdades inasumibles”. ANV, a su juicio, rompió “el sistema nacionalista vasco tradicional con su aparición: sustituyendo religión, sangre y raza por un conjunto de hombres libres con derecho a decidir. Aberri ta askatasuna frente a JEL: Jaun-Goikua eta Lagi-Zaŕa”.
Algunos de los apellidos de afiliados a ANV en Durango fueron los Abaitua, Abasolo, Arriola, Azkordobeitia, Colomina, Díez de Gabiria, Eskubi, Garitaonandia, Isusi, Lafuente o Mañarikua. Renobales abunda en los que más ha estudiado, por ejemplo, los hermanos Florencio y Víctor Arroita Zarandona, hijos del enterrador de Durango. Murieron los dos entre el 26 y 27 de abril de 1937 en un margen de apenas unas horas, mientras Gernika ardía por sus cuatro costados, en una casualidad trágica. Estaban enrolados inicialmente en distintos batallones: en Olabarri y ANV3. “Hay referencias oficiales que quiero expresar son erróneas. Florencio no aparece en ninguna nómina del ANV3 pero sí en las del Olabarri. Unido a ello, no he hallado confirmación alguna de que el ANV3 estuviese en el frente de Durango-Intxortas. Su bautismo de fuego tuvo lugar en el frente en torno a Gernika y la batalla del macizo de Sollube a finales de abril de 1937, cosa que sí ocurre con el Olabarri. Así que según la documentación que poseo ambos hermanos estaban en el mismo batallón. En todo caso apoyaban una misma causa: la defensa de la libertad y de Euskalherria”.
Víctor fue herido por un obús y murió en el Hospital de Basurto. Los restos de Florencio, posicionado en la zona de Axpe-Marzana, no han aparecido. “Sobre Víctor aún existe un detalle macabro por parte de los franquistas. En 1938 se le cita como soldado de reemplazo para el Batallón de Montaña Nro. 8 Sicilia y al no presentarse se le declara como prófugo, desertor y de ignorado paradero. Llevaba año y medio enterrado en Derio”.
Bautista Uribe Beitia nació el 23 de septiembre de 1918. Murió en su Durango natal en 2011. “Me contó el trauma físico y psicológico de llevar a su hermano Bernabé, muerto en el frente de Euba, cargado a su espalda hasta el cementerio de Amorebieta para enterrarlo dignamente y que no quedara tirado en el monte como tantos otros, seguido muy de cerca por el avance de las tropas sublevadas. Fui de ANV, soy y seré hasta que muera, insistía Uribe”. Este gudari fue superviviente del histórico bombardeo fascista contra Durango del 31 de marzo de 1937. De hecho, dibujó un callejero citando su testimonio.
Otro referente fue Juan Eskubi Urtiaga. Aunque nacido en Bilbao y de familia portugaluja, vivía en Durango y era trabajador de la empresa Fundiciones Olma. Fue fundador y presidente local del sindicato nacionalista STV. Fue miembro de la Junta de Defensa local y responsable de Orden Público. “Los franquistas le acusaron de haber participado o consentido el fusilamiento de elementos derechistas de Durango el 26 de septiembre de 1936, acusación ciertamente infundada”. Fue detenido y juzgado tras la Bolsa de Santoña y trasladado a la cárcel de Larrinaga en Bilbao donde le juzgaron, para fusilarle en Derio el 24 de octubre de 1938 a los 31 años.
De Durango era Juan Zakarias Mañarikua Ziarsolo. Albañil de profesión, se radicó en Mundaka donde participó en la creación de Acción Vasca a la que se afilió. Se enroló en el Batallón de Ingenieros Nro. 11 donde desarrolló una labor relacionada con su oficio. Consecuencia de ello perdió la vida en Zalla mientras participaba en la construcción de unas edificaciones para acoger a la población que huía de las zonas ocupadas, al ser bombardeados por la aviación enemiga. Se desconoce dónde están sus restos.
Gregorio Urionaguena Arriaga fue el último gudari de ANV en fallecer. Nacido en Durango en 1917 tras el golpe de Estado se enroló como voluntario en el batallón Eusko Indarra de ANV acuartelado en el convento zornotzarra de Larrea. Sufrió trabajos forzados franquistas. Murió en Durango a sus jóvenes 103 años.
Aurelio Romero Gallastegi era eibartarra, pero vivió muchos años en la villa vizcaina. “Hay dos fechas para su fallecimiento, el 21 o 23 de febrero de 1937 cerca de Areces, Asturias, y junto al denominado Pradón de los Vascos. Otro caso es del Anton Lizarralde Garamendi, quien formó parte del Batallón Gernika, en la Francia Libre, contra el imperio nazi. El durangarra participó en la histórica batalla de Pointe de Grave. “En el frente del Médoc cayeron cinco gudaris vascos: Félix Iglesias Mina, Juan José Jausoro Sasia, Antton Lizarralde Garamendi, Antón Mugica Arrizabalaga, Prudencio Orbiz Uranga”. Los combates se sucedieron a partir del 14 de abril de 1945. Uno de los caídos era de Durango, Lizarralde.