Desde el pasado día 13 de diciembre y hasta el próximo 16 de junio se está llevando a cabo en el Museo del Pescador de la localidad la exposición Bermeo Cabeça de Vizcaya en la Edad Media. Esta exposición ha sido producto del trabajo conjunto como comisarios de Bitor Uriarte, Asier Romero y Rober Garay quien, además de comisario, también ha sido el ilustrador. Sin duda, el objetivo principal de esta exposición ha sido reunir algunos de los principales documentos tardomedievales que se encuentran diseminados por los diferentes archivos del Estado, y de esta forma, contextualizar las principales facetas del Bermeo medieval.

En conjunto, en la muestra se pueden observar una decena de documentos originales en formato pergamino y libro, junto con algunas reproducciones facsimilares de indudable importancia histórica. Hay que tener en cuenta que la historia archivística de Bermeo se ha visto truncada en dos ocasiones a raíz de los dos devastadores incendios de 1504 y 1722, que destruyeron la mayor parte de la documentación del municipio, por lo que los escritos que se presentan se circunscriben a otros archivos de fuera de la villa.

Por tanto, los documentos de esta muestra pertenecen a los siglos XIV, XV y XVI, periodo en el que la villa fue “Cabeza de Vizcaya” y, de esta manera, fue un núcleo fundamental en lo político, económico y social dentro de Bizkaia, y vertebrador de sinergias con el resto del país. La heterogeneidad documental de la exposición trata de reflejar este potencial de la villa a través de sus privilegios, pleitos, testamentos, cartas de poder y libros sacramentales y de fábrica de indudable valor histórico.

Cuatro momentos clave

La exposición se articula en cuatro momentos diferentes. El primero alude al Bermeo del siglo XIII, momento en el que funda la villa Lope Díaz de Haro y que se caracteriza por la actividad pesquera, sobre todo centrada en la pesca de la ballena y en las primeras manifestaciones del comercio y la siderurgia –con la exportación de la lana castellana y del hierro vizcaino a la Europa Atlántica– e importación de productos manufacturados. Un segundo periodo centrado en el Bermeo del siglo XIV y en la intensa actividad comercial y pesquera de la villa. En este contexto, los comerciantes bermeanos aumentaron significativamente su actividad principalmente con localidades de la franja Atlántica, como Brujas. En la villa este es un periodo caracterizado por la construcción de la imponente iglesia de Santa María de la Atalaya (1310), de la muralla defensiva (1334) y de la fundación del convento de San Francisco (1357).

Recreación ilustrada de la iglesia de Santa María de la Atalaya. Un reportaje de Asier Romero Andonegi

El tercer momento alude al siglo XV, periodo caracterizado por la lucha de bandos que afectó de forma significativa en torno a los dos principales linajes –el de Asuaga y el de Apioza– enfrentándose y disputándose el poder de la villa. En este contexto, Bermeo sufrió un notable descenso poblacional, motivado por estos sucesos y por la importancia que va adquiriendo Bilbao como centro neurálgico comercial frente a Bermeo. Ahora bien, este cambio es paulatino y se produce principalmente a partir del último tercio del siglo XIV. Con todo, la actividad pesquera y comercial de la villa continuó junto con la construcción naval. La demanda de barcos estaba en el sector pesquero y en el comercial, pero en esta ocasión, también en la petición de la corona castellana, ya que la guerra naval adquirió una importancia de primer orden en el siglo XV.

El último periodo se centra en el dramático incendio de la villa de 1504 que destruyó casi por completo la zona intramuros de la localidad, quedando afectadas de forma importante las dos iglesias de la villa (Santa Eufemia y Santa María de la Atalaya) y la mayor parte de las casas torre, a excepción de la de Ertzilla, que ha llegado hasta nuestros días. Sin duda, este incendio fue un factor importante e incidió de forma notable en el declive de Bermeo; ahora bien, la mayor parte de los expertos se ponen de acuerdo en señalar que este decaimiento comenzó ya a mediados del siglo XV, y en el mismo podríamos aludir a elementos externos e internos que explican de una forma pormenorizada cómo fue esta decadencia.

Entre los factores externos está sin duda el ascenso de Bilbao, motivado por las favorables condiciones que ofrecía la ría como fondeadero para barcos con mayor tonelaje, la cercanía de Bilbao con las explotaciones mineras o la actuación de la Casa de Contratación de Bilbao. Y entre los factores internos, además del trágico incendio, hay que añadir la conflictividad social asociada a las luchas de banderizos, el progresivo descenso poblacional, la falta de inversiones que posibilitasen tener un puerto de garantías y los continuos pleitos con las anteiglesias próximas por la legitimidad de los límites jurisdiccionales.

La exposición cuenta también con un cuidado catálogo en el que se describen los documentos de la muestra, así como diferentes ilustraciones que van describiendo el Bermeo medieval. Además, en algunas de las ilustraciones se ha insertado un código QR que permite observar la propia ilustración en realidad aumentada. Asimismo, a lo largo de estos meses se está llevando a cabo un ciclo de conferencias centradas en diferentes aspectos del medievo bermeano: patrimonio, historia archivística, familia, política y etnografía.

Cuatro remeros y un arponero

El primer pergamino que se conserva de Bermeo se refiere a una carta de poder de 1297, en la que el Concejo autoriza a sus representantes para que negociaran unas bases de amistad con el rey de Francia que estaba entonces en guerra con el de Inglaterra y con los de Baiona, que eran súbditos de éste. Este documento ubicado en el Archivo General de Navarra, presenta en su parte inferior el primer sello que se conserva de Bermeo. En este sello pendiente, grande y de cera, se representan por primera vez algunas de las figuras simbólicas de la villa: cuatro remeros junto con un arponero sobre un esquife persiguiendo a un cetáceo. Además, en la orla del sello aparece la inscripción latina Hoc est sigillum de Bermeo Capite Vizcaiae. Esta inscripción es fundamental para entender la pretensión de la villa de aparecer como “Cabeza de Vizcaya”.

Lado frontal del pergamino que contiene la carta de poder del concejo de Bermeo de 1297, junto con el sello en cera pendiente del concejo de Bermeo (Archivo General de Navarra, Comptos, caja nº 4, nº 105. Original en pergamino 295 x 160 mm.). Un reportaje de Asier Romero Andonegi

La autorización para fundar un colegio de Jesuitas en Bermeo es otro de los documentos expuestos, con la firma autógrafa de Ignacio de Loyola y dirigida a la comunidad de Bermeo (1554). La intermediación de Pedro de Zarate, bermeano y amigo de Ignacio, hizo posible esta fundación. El colegio se iba a construir en la finca ofrecida por Marina de Uriarte y Ochoa Ruiz de Zabala, aunque finalmente, los responsables de la Compañía de Jesús, por diferentes razones, no vieron en Bermeo la necesidad de este centro.

Santa María de la Atalaya fue una iglesia que se encontraba en la zona alta del casco antiguo de la localidad, en la conocida Tala. Según las diversas fuentes podía datar de hacia 1310, estaba construida al estilo gótico antiguo distribuyéndose sus espacios mediante pilares compuestos, soportes exentos unos separando las tres naves y adosados otros a los muros perimetrales, que contarían con capiteles decorados. Por sus dimensiones constituía no solo el principal templo de la villa, sino probablemente uno de los más sobresalientes de todo el País Vasco, e incluso no parece exagerado considerarlo como uno de los más notables de toda la cornisa cantábrica. Los textos que con más detalle nos permiten recrear en nuestra imaginación esta colosal iglesia corresponden al momento en el que el edificio pasaba por sus peores circunstancias, convertido ya en parte de una ruina prerrománica, con parte de su solar cerrado al uso público desde 1608, abierto al cielo sin bóveda ni tejado, imagen que se corresponde con la recogida en el célebre cuadro de Luis Paret de Vista de Bermeo de 1783. Finalmente, el templo fue demolido en la última década del siglo XVIII, y con parte de sus restos se construyó la actual iglesia de Santa María, que se localiza frente al ayuntamiento de la localidad.

La primera noticia que hay del puerto de Bermeo es del siglo XI: “(…) illa ecclesia San Micaelis arcangeli in portu de Vemelio, in ora maris (…)”. Según las ordenanzas de la Cofradía de San Pedro del siglo XIV, Bermeo contaba ya con dos puertos: Puerto mayor y Puerto chico o menor. Además, estas mismas ordenanzas mencionan también el de Portuondo. Pero el verdadero puerto era, al parecer, Portugitxia (Puerto chico), entre Gaztelu y Santa Clara, donde se refugiaban las embarcaciones y donde se organizaban sus salidas. El otro, el Puerto mayor, debía de ser el fondeadero de los grandes buques.