Quise que queden registrados todos sus nombres. Los del batallón Eusko Indarra, uno de los cuatro de ANV, Acción Nacionalista Vasca - Eusko Abertzale Ekintza. Darles nombres y apellidos para que no se olviden. Los de aquellos que lucharon por defender la república y Euskal Herria”. Es el anhelo de Eduardo Renobales Martin (Zierbena, 1956), autor del libro que en estos días comenzará a distribuirse bajo el título Historia del Batallón Eusko Indarra-ANV2. Los nombres de la Libertad.

Con José Plácer como comandante, sus hombres tuvieron como cuartel el Hotel Izarra de Loiola. “Allí se va organizando, pero antes parten a defender Donostia”, asevera, y va un paso más allá para referirse a un hecho dado por cierto y que él niega: “El nacionalismo vasco de izquierda estuvo presente en la defensa de Donostia e Irun con combatientes de ANV. Los que no estuvieron fueron los jelkides. Los ekintzales acudieron desde el minuto uno”.

Entre los 800 nombres de la libertad que Renobales ha catalogado, destaca el comandante y cofundador de ANV citado: José Plácer Martínez de Lecea. Se le conoce, en muchos casos, casi exclusivamente por ser aquel compañero de celda del poeta y periodista vizcaino, y comandante de intendencia Esteban Urkiaga, más popular como Lauaxeta, sin embargo, habiendo analizado su biografía, sería injusto retener tan solo ese capítulo. Fue una personalidad política relevante en Araba fusilada después de un juicio sumarísimo tras ser apresado por los golpistas franquistas mientras defendía una batería en Gernika. “Dejó de ser comandante en el momento en el que el Gobierno vasco lo estima muy valioso y le llama para formar parte de él”. Otro nombre relevante del batallón Eusko Indarra fue el mendigoixale Restituto Terán, primer asesinado por los facciosos. Este cofundador de la Federación Vasca de Montaña encontró la muerte al ir a suministrar agua a la primera línea del frente. “Se acercó a un caserío a por ella con la mala suerte de que estaba ocupado por requetés. Al solicitar el agua en euskara le dispararon y murió allí, por la zona de Tolosa”.

Bernardo Elizondo Urain, por su parte, también fue de los primeros en perder la vida. Era médico, y a falta de una infraestructura sanitaria, acudió también a primera línea a tratar de salvar a sus compañeros. “Estaba todo manga por hombro. Y al acercarse a los heridos, le dieron un tiro en la cabeza. Recordemos que eran militares por imperativo, no de carrera. No estaban preparados”.

Otro combatiente de ANV fue José Orbegozo Orbegozo, de Azpeitia. Era presidente de la Eusko Etxea de Donostia, orador euskaldun y muy conocido en el mundo laboral vasco. Fue miembro del comité nacional, comisario político que cayó preso en Santoña. “Le condenaron a muerte, pero la transmutaron a cadena perpetua y consiguió la libertad. El Gobierno vasco se puso en contacto con él para formar parte de su servicio de información en Madrid. Enferma y le pasan a Iparralde y acaba exiliándose en América. El franquismo le dice que puede volver, pero le detienen por su militancia en ANV y proselitismo político”, apostilla y estima que “tuvo un trato raro, porque le conceden la libertad condicional, y muere de forma accidental cuando viajaba en un autobús. El 14 de octubre de 1953 hubo las mayores inundaciones que se han conocido. En el temporal murieron 27 personas en Gipuzkoa: dieciséis que iban en el autocar y once más en la provincia”.

Curioso también es el caso de los hermanos donostiarras Barandalla Barainka, en Areces, Asturias. El mismo día que los franquistas mataron al comandante Cándido Saseta, también perecieron 50 miembros de ANV, entre ellos, Félix Barandalla, carpintero de 24 años. Su hermano, José Antonio, fue apresado y obligado a luchar con el enemigo y murió en la Batalla de Teruel en marzo de 1938 a los 23 años.

Citado Saseta, DEIA publicó en primicia cómo fue la muerte real de Saseta. Renobales ha estudiado que aquel soldado de ANV apellidado en los papeles oficiales del Gobierno vasco como Lartitegi: “Realmente se apellidaba Latiegi quien le encontró moribundo. Es más, alguna fuente dijo que era del PNV y no, Latiegi era del Eusko Indarra, de ANV”, diferencia e ilustra: “A Saseta le gustaba ir a primera línea con batallones de ANV”.

PERIODISTA

El libro refleja también la biografía de Francisco Turrillas Bordagaray, periodista del periódico ekintzale Tierra Vasca. “Fue un corresponsal de guerra. No dudaba en ir a la línea del frente y se llevaba muy bien con anarquistas, comunistas…”, asevera. Turrillas acabó siendo director de Euzko Deya en México tras haber sido condenado en Santoña y conseguir fugarse al tener la información de que le iban a fusilar al día siguiente. “Pensó o ahora o nunca. Fue andando desde allí a la muga. Los gendarmes le detuvieron pasada la frontera. Iban tres y les argumentaron que si les llevaban a la aduana les iban a matar. Pidieron que les dejaran volver pasando nadando el río Bidasoa. En el intento, los otros dos amigos se ahogaron, él lo cruzó y vivió meses escondido en Donostia hasta conseguir el exilio”.

Renobales no ha encontrado nombres de mujeres que hicieran alguna labor en Eusko Indarra. “Había mujeres oradoras de ANV como las barakaldarras Feliciana Ortiz de Acha o Celia Ruiz de Uriarte y aquellas que por ejemplo bordaron las banderas que aparecen en las fotografías, como la de este reportaje, iconográfica”.

Renobales, licenciado en Historia, ya abundó en 2005 en el camino de ANV desde su fundación, el día de San Andrés de 1930. A su juicio, es la historia del esfuerzo por transformar las líneas del nacionalismo vasco en su conjunto y cómo se adaptó a concepciones modernas alejadas del mito, la intransigencia y el clericalismo. Cree que esas tres siglas “renovaron el nacionalismo aranista dotándolo de una ideología acorde con las ideas imperantes en la Europa de mediados del siglo XX: actuación política sustentada en los derechos democráticos, el diálogo como arma política, el derecho de autodeterminación como pilar del autogobierno y la apertura hacia aquellos que reconozcan el hecho vasco”.

Renobales mantiene que sobre ANV hay “una ignorancia total”, incluso tras su reaparición en la vida política en los años 2000, que acabó con su ilegalización. “En la Guerra Civil, sus batallones salieron a luchar el mismo día 19 de julio. Al día siguiente del golpe de Estado”, enfatiza el vizcaino, quien tiene ya acabado otro libro sobre la unidad Olabarri, la segunda más populosa y con una “historia novelesca”.