informe inédito al que ha tenido acceso DEIA El EBB puso sobre la palestra diferentes contactos a fin de socorrer en lo posible a los presos vascos en manos del Estado franquista

El informe redactado el 7 de julio de 1939, tres meses después del fin del episodio bélico, cuenta con respuestas de sus miembros emitidas ese mismo mes y aporta, además, un importante documento anejo: la respuesta de Philipe Pétain datada el 23 de noviembre de aquel ejercicio. El embajador de Francia en el Estado español responde al lehendakari Aguirre en un breve comunicado en el que quien llegara a ser jefe de Estado del denominado Régimen de Vichy admite que ve casi imposible la intermediación.

El mariscal asegura a Aguirre que a modo personal comparte el sentimiento de caridad de los vascos por este problema, pero que una vez examinados todos los detalles al respecto, no contempla la posibilidad de éxito de su embajada. Pétain va, incluso, más allá. “Tenemos miedo de que cualquier paso a dar pueda conseguir el efecto contrario al por nosotros deseado”, y se despide del lehendakari, a quien en su nota reconoce como “Président”.

Todos los medios

Las denominadas “gestiones pro-presos” lanzadas por el consejero-secretario jeltzale de la época, Luis de Arregi, tuvieron la respuesta del lehendakari Aguirre, de Manuel de Irujo -quien más profundizó al respecto en casi cuatro páginas mecanografiadas-, de Domingo de Epalza, de Eliodoro de la Torre, de Teodoro de Errandonea y de Francisco de Sorozabal.

“El PNV ha venido y viene ocupándose constantemente con todo celo y cariño de la situación de nuestros presos que corrían mayor peligro por las graves penas que les fueron impuestas”, analiza Arregi al comienzo del informe. El consejero estima que, aunque la guerra ha finalizado, este hecho “no nos exime de poner en juego cuantos medios estén a nuestro alcance”. Es entonces cuando traslada una pregunta a sus compañeros: “¿Qué medios cree usted que deben ponerse en juego para sacar a los presos vascos, sobre todo a los condenados o en peligro de serlo a las penas más graves, de la situación actual?”.

Situación difícil

De las 18 consultas solicitadas en aquel documento, respondieron cinco. El más rápido y más prolífico en propuestas fue Irujo. José Antonio Aguirre, por su parte, manifiesta la “coincidencia de mi preocupación” por los presos e informa que había cursado ya instrucciones al fin de que, transmitidas al exterior, fueran estudiadas para la liberación de los reos vascos. Su “última esperanza” era Inglaterra, “pero recibo precisamente de Londres la noticia de que hoy en día las autoridades y agentes británicos tienen menos influencia ante Franco que durante la guerra”, notifica, y concluye desalentado: “La situación del momento es difícil para conseguir nada positivo e inmediato. Es, por lo menos, mi opinión”.

Irujo llama a poner en marcha relaciones diplomáticas con el Vaticano por medio de la embajada española en el país. A su juicio, la Santa Sede puede interceder porque “se trata de católicos” no manchados de sangre, que muchos son sacerdotes cuya “vida y libertad fueron garantizadas por el Pacto de Santoña” y porque “su honorabilidad está probada” por el Gobierno vasco. El navarro propone tres contactos: Monseñor Fontanelle, el cardenal Verdier y el nuncio de París. “Con los tres mantiene magníficas relaciones D. Alberto de Onaindia” y afecto los dos primeros “por Aguirre y Leizaola”, alega.

Otro apoyo pudo ser la Liga de Amigos de Euzkadi en Francia. Irujo insiste en la vía británica a través de la Delegación Vasca en Londres y, a continuación, propone la conexión con Pétain que, aunque se cursó, no fue fructífera. Es entonces cuando plantea la actuación conjunta de las Repúblicas Hispano-Americanas sobre Franco “en orden a la libertad de nuestros compatriotas sería tal vez definitiva”.

Para todo ello, para contar con apoyos de argentinos, chilenos, venezolanos, ecuatorianos, bolivianos, paraguayos... propone disponer un “rapport” con la mayor información posible “acerca de nuestra posición, de la estadística de detenidos y de los motivos por los que la petición de libertad se hace”. A su entender, el Gobierno vasco y el PNV tienen “elementos de juicio sobrados para preparar este trabajo”.

Irujo recuerda al EBB jeltzale que ya en posguerra, las “gentes”, según califica, no han olvidado la conducta humanista del ejecutivo del lehendakari Aguirre. Pone de ejemplo la “última gestión pro-canjes, que ha dado la libertad a cientos de extranjeros, mediante el esfuerzo vasco en colaboración con el inglés, es un magnífico botón final”, y concluye recordando su sentir: “No somos beligerantes”.

Influencia exterior

Días después realizaban sus aportaciones otros compañeros de partido. Domingo de Epalza comunica que ya se está ocupando del problema en París. Por su parte, Eliodoro de la Torre manifiesta que sinceramente considera que el EBB ha hecho cuanto humanamente le ha sido posible en orden al canje de los presos.

El 21 de julio, Teodoro de Errandorena aboga por que las influencias para este fin partan “del extranjero” y de “personas políticas”, así como entidades culturales o benéficas, sobre todo las Academias de Medicina y la Cruz Roja.

Francisco de Sorozabal se muestra solidario con los represaliados. “Me es grato manifestarle que todo lo que se haga por aliviar la pena de nuestros presos será poco comparado a sus grandes penalidades y aunque no sé hasta dónde puedan ceder el enemigo triunfador y opresor de nuestra Patria, no debemos escatimar ningún esfuerzo, dando muestras de seriedad a todas las naciones que tan idiotamente quieren predominar sobre las demás”.