Anglet. De esta vida tumultuosa nace una obra que perdura. La que se conoce -no hay ninguna duda de que muchos cantos desaparecieron cuando, según la leyenda, se quemaron sus cuadernos después de su muerte- empieza con Urtxaphal bat que cuenta el dolor de la criada abandonada y su diálogo amargo con el poeta (1805 ?). En cuatro grandes poemas de 18 a 49 estrofas cuenta su propia vida. En estas poesías del 'yo' se presenta como víctima y no cualquier víctima puesto que se considera como el más desdichado entre todos los desdichados que hay en el mundo.
Mundin hanitx malerus arauz baziraie
Bena ez ni bezaiñik ihur behinere.
En Bi berset dolorusik habla de 44 años en que sus enemigos le han perseguido.
Berrogeita lau urthez ni izan persegitü.
y en Ahaide delezius huntan, el último de los poemas autobiográficos, declara su dolor al mundo entero:
Ahaide delezius huntan bi berset geitit khantatü
Ene bizitza mulde gaitza münd'orori deklaratü.
Pero no es hombre dado a lamentarse únicamente. Si es el poeta del dolor lo es también del odio. Vengativo, echa la culpa a todos los que considera como enemigos: a su familia primero, al padre y a sus hermanos con pleitos en Justicia, siendo todos unos picapleitos:
Aitak beste haurreki erosi txikanak.
Tiene también un verso horroroso contra su madre:
Amak idor bihotza bai eta thitia.
en que marca que era seca de corazón como de pecho.
Su mujer, tan flaca, que se dejó seducir por Hegiaphal, no escapa a la vindicta.
Liberti batek deizü nahasi zentzia.
esto para el amante y para ella:
Halako emaztia nork sofri saihetsin?
Condena también la traición de su hijo mayor:
Ene seme nik primütia egin deitak traditzia.
Se subleva contra todos sus enemigos (etsaiak, ixterbegiak) y contra la Justicia, injusta para él por haberle echado de su propia casa:
Oi ! jüstizia injüstua igorri naizü herriti.
Poeta del yo y poeta del odio, Etxahun es verdaderamente un poeta romántico con sus cuatro grandes poesías autobiográficas que ha escrito entre 1827 y 1847, veinte años en que el romanticismo triunfa en toda Europa. Etxahun no se consideraba como romántico puesto que no sabía lo que era el romanticismo. Pero como prueba de que lo era (repito, sin saberlo) tenemos el poema de Albert Von Chamisso, poeta alemán que hace de Etxahun un tipo romántico en su Des Basken Etchehons klage (1831), presentándolo como persona al margen de la ley, refugiado en los montes para escapar a los gendarmes, confesando que mató a su mejor amigo creyendo matar al amante de su mujer, hombre lleno de rabia, guiado únicamente por el odio, el deseo de venganza y el 'fatum': el tipo romántico por excelencia.
Después del odio viene el tiempo de la resignación. Etxahun es cristiano y se refiere a Dios en sus poemas. Particularmente en Bi berset dolorusik cuando se prepara para ir a Roma. Es un voto que hizo cuando estaba en la cárcel antes del proceso criminal de 1828; asegura que va a seguir el camino del cielo.
Bai eta segitüren zelilako bidia.
Muchas veces alude al perdón necesario, a sus enemigos (Parkatzen dit etsaier) pero no puede perdonar a los que le han robado sus bienes, lo que supone la limitación del perdón. Así es el hombre con sus contradicciones. Alude también a sus peregrinaciones a Roma, a Nuestra Señora de Loreto, a Santiago de Compostela.
Dos caras tiene Etxahun, la dolorida y al lado de ella la de la risa y de la sátira. Desde la farsa de Mignau eta Eihartxe con su estrofa introductoria en cinco lenguas utilizadas en las mascaradas y las pastorales cómicas, la de Lheille, el borracho que vuelve de la peregrinación al Hospital San Bladi, Etxahun sabe utilizar todos los matices de la ironía para crear escenas divertidas como el diálogo entre el hombre y la mujer setentones y su visión del amor en Maria Solt eta Kastero, las dudas de la niña que pregunta a sus madre queriendo saber quién es su verdadero padre en Bi ama alhaba. Hace también la crítica jocosa de los diversos oficios, exceptuando el del labrador. La sátira se vuelve diatriba cuando ajusta cuentas a los que le han agraviado, como al que fue teniente de alcalde de Barkoxe, celebrando los cuernos que adornan su frente (Gaztalondoko prima anderia), a los del tribunal que no le dieron el premio en el primer concurso de poesía organizado en 1853 por el mecenas de la letras vascas Antoine d'Abbadie (Bi bertseten egitez), a los curas de Barkoxe y de Eskiula, el primero por haberle agraviado delante de la gente (Barkoxeko eliza), el segundo por haberle negado la absolución cuando se presentó a él para confesarse (Musde Tiraz).
En cambio se muestra dispuesto a ensalzar a los que le invitan (epitalamio de Sohüta) o a los que pueden ayudarle (Deffis, Legouvé, el diputado Renaud y Agosti Chaho).
Tal fue Etxahun, verdadero poeta romántico en sus poemas autobiográficos, hombre apasionado, dolorido, receloso y finalmente solitario, abandonado por todos los que temían sus escritos y la ironía o los sarcasmos del bertsolari. Hombre del pueblo vasco, vivía entre ellos, improvisaba o creaba canciones-poemas que se cantaron de generaciones en generaciones hasta nosotros. El siglo XX le sacó del olvido tejiendo para él una especie de leyenda a través de una novela en francés (Espil), una obra de teatro (Larzabal), una pastoral (Etxahun-Iruri), un poema (Iratzeder), una primera edición de sus obras (Lhande-Larrasquet). Fue también el tema de una tesis científica que leí en la Universidad de Burdeos (1969). Su originalidad la definió bien José María Donosty al escribir: "Etxahun ha añadido a la lira vasca la cuerda sorda y de resonancia trémula y profunda de la amargura, la desesperación y la impotencia".