HA sido una etapa muy atractiva, de unos paisajes bellísimos y el circuito final ha sido un acierto, pero no quizás el que esperaban los organizadores. Esperarían a un equipo controlando en el pelotón y a alguien como Sagan intentado ir a por la etapa, pero en este Giro el esquema es diferente. Todas las etapas se juegan en las fugas. De salida ha habido una tensión tremenda. Era una zona muy abierta donde soplaba muchísimo el viento. En los primeros diez kilómetros el viento era favorable. Ha habido mucha pelea para hacerse con la posición. Íbamos a 65 kilómetros por hora. Eso ha provocado una gran caída. Varios corredores han abandonado y nos hemos quedado sin ambulancias. Hemos estado más de 20 minutos esperando a que llegaran más ambulancias. Una vez lanzada la carrera, se hacía la fuga. Nadie tenía interés en cazar. Al final, victoria de Campenaerts. En el pelotón tenemos la vista puesta en el etapón dolomítico. Las previsiones son de mucho frío y lluvia, incluso nieve en las cimas, en las que superaremos los 2.200 metros. La organización quiere llevar adelante la etapa sí o sí. No nos queda otra que prepararnos para siete horas de un día extremo. Será épico.