Después de que Soldadito marinero (2003), de Fito & Fitipaldis, adquiriese carácter de icono pop-rock, en Bilbao empezaron a florecer propuestas similares que buscaban hacerse un hueco en la escena local con canciones sencillas, pegadizas y para todos los públicos. Además de El Mentón de Fogarty, que en 2007 debutaron por todo lo alto con el álbum Días rojos, publicado por la multinacional Warner, salieron del cascarón unos chicos llamados Décima Avenida. El grupo liderado por Álvaro Baños (voz y guitarra) se había fogueado durante años en directo con versiones de sus grupos favoritos (Dire Straits, Bon Jovi, U2, The Police) hasta que en 2008 autoeditaron su primer disco, Llegaré esta tarde. De aquel debut destacaba la sentimental No puedo dejar de pensar en ti, su tema estrella.
Décima Avenida aprovechó el tirón de la presentación de su primer trabajo para ofrecer más conciertos. El proyecto quedó en barbecho hasta finales de la década pasada, cuando Baños se puso a componer nuevos temas. La pandemia paralizó los planes de un posible nuevo trabajo de Décima Avenida hasta que se alinearon los astros: el batería y cofundador Santi Dabrio se reincorporó insuflando nueva vida al grupo. El mundo se acaba, de nuevo autoproducido, es el regreso discográfico del cuarteto tras más de 15 años. El pop-rock en castellano continúa donde lo dejaron en sus días de juventud. Además de Baños y Dabrio, la formación actual de Décima Avenida se completa con Mikel de Vicente (teclados y guitarra) e Iñaki San Millán (bajo y coros). El cantante y compositor atiende la entrevista.
¿Se han vuelto a juntar para ver si consiguen atrapar el pellizco de antaño?
-Hace 20 años tampoco llegamos a pellizcar tanto… Llevábamos mucho tiempo tratando de reflotar el proyecto porque había compuesto un montón de canciones. Después llegó la pandemia y se tuvo que paralizar todo. Empezamos a grabar las canciones, pero nuestro batería Monti [Andrés Montejo] se marchó con otra banda y estuvimos dándole vueltas si merecía la pena continuar. Nos juntamos otra vez con Santi a la batería y volvimos a retomar la actividad de la banda con mucha energía. El proyecto se relanzó definitivamente.
Así que la reincorporación de Santi Dabrio ha sido clave para volver a poner la maquinaria de la banda en marcha.
-Totalmente. A partir de la marcha de Monti no veíamos claro cómo podíamos tirar para adelante. Con la vuelta de Santi al grupo se nos abrió una nueva vía y nos volvimos a ilusionar. Era justo lo que necesitábamos. El sonido en el local de ensayo volvía a brillar y recuperamos la química que teníamos con él, compartiendo chistes y anécdotas personales de hace un montón de años.
¿Cómo es eso de que el mundo se acaba? ¿Esta vez sí?
-Es una sensación personal. Cuando escribí el tema pensaba en que el mundo está cambiando a pasos gigantes. No te da tiempo ni a pararte un segundo y respirar. Ya no sabemos ni por dónde van los tiros. Así que pensé: mira, si de verdad el mundo se acaba yo me bajo. Pero nos bajamos juntos.
Cuando dice juntos, ¿se refiere a su pareja? ¿A su familia?
-Me refiero a mi mujer. Era un poco lo que tenía en la cabeza en ese momento. Si este es el fin, vámonos tú y yo donde sea...
LA CASI FIRMA CON UNIVERSAL
La prehistoria de Décima Avenida se remonta a finales de los 90, cuando un adolescente Álvaro Baños forma primero Yo y Mi Sombra y después Calle Pop, dos bandas influidas por la música suave de Los Secretos, unos de los grupos más conocidos y clásicos surgidos de la primera movida madrileña. Eran los tiempos, recuerda Álvaro Baños, en los que La Oreja de Van Gogh estaban dando sus primeros pasos. En 2001 varios cazatalentos de la discográfica multinacional Universal le habían echado el ojo a Calle Pop, donde Álvaro tocaba el teclado. “Debían ver algo en nosotros porque aparecieron en algunos de nuestros bolos”, recuerda. La compañía se había comprometido a firmar un contrato con alguna banda emergente de la península. Ese tipo de sonidos amables, pensados para un público amplio, eran los que estaban aupando al éxito a grupos como Melón Diesel, La Sonrisa de Julia o incluso Amaral. Finalmente, la formación que convenció a Universal Music fueron los malagueños Efecto Mariposa. Después de dos experimentos “100% pop”, se dio inicio a la etapa más rockera emprendida por Álvaro y Santi. “Fue meter un pedal de distorsión a la guitarra y empezar a hacer rock”, afirma el cantante y guitarrista.
Guitarras afiladas, riffs potentes y melodías muy tarareables. ¿Tiran del rock de los 80 y 90 para realizar una música atemporal?
-No lo podías haber definido mejor. Hemos bebido de todas esas influencias de los 80 y 90, sobre todo de grupos extranjeros. A mí en concreto, siempre me han gustado mucho los discos con una producción muy marcada. Al haber más productores y personas implicadas en las grabaciones, tengo la sensación de que antes los discos estaban mucho más producidos. Podías escuchar un disco siete veces, que siempre encontrabas nuevos matices y detalles diferentes que no habías apreciado la primera vez.
Los álbumes del grupo están autoproducidos.
-Desde que empecé a autoproducirme mis maquetas, me maravilla cómo de un tiempo a esta parte han salido en Youtube tutoriales donde te lo destripan todo para conseguir un sonido muy concreto. He sido muy fan de las melodías de siempre y me encanta que puedan ser tarareables. Que la gente escuche un tema y, aunque no lo conozca, pueda llegar a cantar y tararear el estribillo porque ha logrado conectar con él.
Somos superfans de todo tipo de música
¿Por qué no hay baladas en este disco?
-Estamos poniéndole remedio. Yo soy una persona muy enérgica y eso mismo es lo que me sale: componer canciones cañeras y con energía. Lo que pasa con esto es que en los conciertos llega un momento en el que la gente no puede respirar, y para la cuarta o quinta canción parece que ya están abrumados. Lo estamos corrigiendo. Además, ya no somos unos chavales de 20 años.
¿El rock es para gente talludita? Muchos músicos no profesionales forman sus familias, se dedican a sus trabajos y luego desaparecen.
-Con 18 o 20 años estás todo el día en la calle y te apetece salir por la noche e ir de conciertos. Yo voy a ser padre en unos meses. Los planes a esta edad [Álvaro Baños tiene 42 años] se planifican con una mayor antelación. Antes, salías de casa y te encontrabas a tus amigos o los llamabas y ya quedabas con ellos. Ahora no. Aunque hay mucha gente de 50 años o más que se reinventan y vuelven a salir y pisar más la calle. También influye que los hábitos han ido cambiando. Antes los bolos siempre eran a las ocho o a las diez de la noche y ahora hay muchos conciertos a la hora del vermú o por la tarde.
Nos hemos quitado la careta y no nos escondemos
Además del uso de algunos vientos y de cuerdas, llama la atención el homenaje a Great Ball of Fire de Jerry Lee Lewis en el cierre del disco. ¿Es una forma de reivindicar los orígenes del rock and roll en 2025?
-Nos encanta el rock and roll. En el primer disco también terminábamos con un rock and roll, pero la canción Mala vida la grabamos en formato acústico. Esta vez queríamos hacer lo mismo, pero con banda completa. Al final, somos superfans de todo tipo de música. Nos hemos quitado la careta y no nos escondemos, aunque no creo que nadie del entorno de Jerry Lee Lewis venga a decirnos nada porque hayamos cogido su canción [ríe].
Cuando el grupo publicó su primer disco, en 2008, Spotify prácticamente acababa de nacer. ¿Antes ser músico molaba más?
-Todo ha cambiado muchísimo. Cuando sacamos el disco hicimos copias en formato físico porque no nos entraba en la cabeza otra cosa. Pero también contactamos con una distribuidora americana que sigue en activo, CD Baby; les mandé cinco copias para que convirtiesen las canciones en archivos MP3 y pudieran subirlas a las plataformas digitales. En aquel momento, Spotify acababa de nacer y llegamos a las 10.000 reproducciones, lo que para nosotros es increíble. Ahora es todo digital. No sé si molaba más o menos, pero el cambio ha sido total.
En su momento, se especializaron en hacer versiones en directo de otras bandas. ¿Cuáles eran las canciones que nunca fallaban?
-De Platero y Tú tocábamos El roce de tu cuerpo; Soldadito marinero de Fito; y temas de Maná… Por ahí iban los tiros.
Fito hace prácticamente la misma música que en los tiempos de Soldadito Marinero. Y lleva la misma gorra plana. ¿Es un resistente?
-Fito es un tío con muchas inquietudes y un músico brutal que se mueve muy bien en su estilo. Aunque supongo que, cuando llegas a un nivel de éxito, pierdes un poco de libertad porque tienes un legado y cosas que perder. En este disco hay un par de temas que están a medio camino entre Platero y Fito & Fitipaldis: Una vez más y Cobarde.