La creadora textil y de complementos Leire Aiartzaguena Bravo (Iurreta, 1994) y su madre son las personas que están detrás de Ehule (@_ehule_), una firma que demuestra que el macramé no está pasado de moda, sino todo lo contrario.

Su pasión por esta técnica surgió en casa, relata Leire. “Siempre hemos tenido mucha creatividad. Yo siempre recuerdo a mi madre haciendo ganchillo o punto y también a mi abuela. Mi hermano también es ilustrador y las ganas de crear siempre han estado con nosotros. De pequeña siempre me gustaban las manualidades y, en talleres y colonias, me encantaba aprender nuevas técnicas”. Fue con sólo diez años cuando aprendió la técnica del macramé y así empezó a crear sus primeras joyas y después complementos.

Una de sus habilidades es la facilidad para aprender manualidades, por lo que a su madre no le sorprendió que aprendiese muy rápido a hacer joyas simples. “Con el tiempo entendí mejor la técnica y tenía siempre la cabeza en marcha con ideas diferentes para hacer mil nudos distintos”, advierte. Y es que “el macramé da para mucho y hace que la cabeza siempre esté activa”, asegura. 

Son muchos los recuerdos especiales que conserva de sus inicios y que le han guiado y le han dado ganas de crear más y más, pero una de las anécdotas que vivió entonces fue cuando le contaron que el mejor hilo para hacer joyas era el hilo encerado. “Me recorrí todas las mercerías de Euskadi en busca de este material de la mano de mi madre, pero no lo encontramos. ¡Y no fue hasta que me fui a Madrid con una amiga cuando conseguí estos hilos!”, exclama.

A día de hoy, la firma Ehule ha conseguido ser reconocida y, sobre todo, muy deseada por sus miles de seguidores, a quien agradecen, ante todo, su entusiasmo. “El pasado año, en junio, participamos en un mercado artesanal de Dinagu en Durango. La gente nos esperaba fuera del mercado con muchísimas ganas de comprar y nada más abrir vinieron todas a nuestro puesto. Vendimos muchísimas bolsas y se agotaron en poco tiempo”, cuentan ilusionadas. 

Productos Ehule

De entre todos sus productos, lo que más éxito tienen son las bolsas y los trabajos de ganchillo. “Es una pasada la acogida que tienen. Es algo exagerado, casi no nos lo creemos. Incluso nos ha pasado alguna vez que algunas clientas se han enfadado entre ellas porque querían la misma bolsa y hemos tenido que crear después otra para que una de ellas no se quedase con las manos vacías”, explica.

Las redes sociales son una gran herramienta para Ehule. “No sabemos muy bien cómo, pero en poco tiempo nos sigue mucha gente y eso ha hecho que la marca se haga conocida. Hoy en día no tenemos tiempo para ir a muchos mercados, pero intentamos formar parte de mercados muy especiales gracias a Dinagu, la red de creadoras del País Vasco. Todo lo demás lo hacemos gracias a las redes sociales”, señalan.

En este sentido, aseguran que si no fuera por ellas, no creen que el proyecto siguiera en marcha. “Actualmente es muy difícil tener una tienda física y a la vez crear. Es difícil pagar todos los gastos. A su vez es difícil también ir de mercado en mercado y que tu trabajo se conozca. Yo creo que sería imposible llegar a donde hemos llegado hoy en día si no fuera por las redes”, subrayan.

Actualmente, Ehule cuenta con más de 10.000 seguidores. “Para nosotras es una pasada, la verdad”, confiesan. ¿Cuál es la clave de este éxito? “Sinceramente no sabemos cómo hemos llegado a esas cifras, pero intentamos ser lo más reales posibles. Sabemos que en las redes hay mucha falsedad y muchas mentiras y creemos que nos ha ayudado el hecho de hacer que eso no sea parte de nuestro perfil. También ayuda hacer red con otras artesanas y pequeños proyectos para impulsarnos entre nosotras”, concluyen.

Un proyecto en común entre hija y madre

A Leire Aiartzaguena todavía le sorprende que la idea que tuvo en mente un día sea hoy su trabajo. No obstante, confiesa sentir “orgullo” por todo el camino que ha recorrido con su madre para sacar adelante un proyecto en común como es Ehule. “Me encanta que sea nuestra marca, que comentemos cosas de ella y que nos sintamos unidas de un modo tan especial”, señala.

Leire aprendió, de la mano de su madre, la técnica del macramé. Ehule

Un consejo que le hubiera gustado saber al arrancar con Ehule es el de que apostase 100% en su proyecto. “Creo que me hubiera gustado decirle a la Leire de hace dos años Leire, apuesta por ello, que sea tu trabajo, tu manera de vivir, ¡lo conseguirás! Tener siempre algún trabajo de más me daba dinero, pero me quitaba tiempo para crear y poder vivir de ello”, incide. 

Consejo

A quien quiera comenzar en esta aventura le aconseja “que tenga mucha paciencia y siga creando y creyendo en su proyecto, pero sobre todo, que cree algo único, sin seguir un tutorial o un patrón. Que aprenda bien a hacer los nudos básicos y después le dé rienda suelta a su propia imaginación”. Hoy en día, advierte, hay muchas bolsas de macramé, “pero si creas algo tuyo, seguro que será único, especial y que lo distinguirán como tuyo”.

Detalle de sus bolsos. Ehule

Aunque actualmente confiesa que está “con el freno echado” después de haber sido madre hace poco, está situándose en su “nueva etapa” porque “la maternidad ha sido una gran ola” que ha cambiado su vida, pero encara el futuro “con muchísimas ganas de crear a tope” y está segura de que “vendrán muchas bolsas más”.

El macramé, un mundo de hacer y deshacer nudos

La creadora textil Leire Aiartzaguena Bravo define el macramé como “el arte de hacer y deshacer nudos”. Hoy en día hace bolsas de macramé de estilo natural con hilos de lino y cáñamo. “Al principio me llevaba días hacerlas. Me perdía entre tantos hilos, y, a veces, no era capaz de terminarlas sin desesperarme”, reconoce. Sin embargo, después de hacer cientos de ellas, a día de hoy es capaz de elaborar una bolsa en solo tres o cuatro horas nada más.

Los mantones son uno de los objetos más deseados de Ehule. Ehule

“La verdad es que ha sido un camino largo, y hoy en día tampoco es fácil. Mi madre y yo intentamos, además, que nuestros materiales sean naturales, y eso cuesta todavía más, pero bueno, tenemos contactos y pequeños proveedores, así que no tenemos muchos problemas”, advierte.

Entre sus anécdotas destacan que les ha llegado a ocurrir haber creado cuatro bolsas diferentes para que una persona elija la que más le gusta y que le haya gustado tanto su trabajo que quiera todas las versiones. 

Y lo que Leire reconoce que más le ha costado ha sido coger la máquina de coser para hacer los forros. “Me daba mucho vértigo, ya que no sabía utilizarla, y siempre me había dado pereza depender de una máquina”, argumenta.

Y nos explica que para hacer una bolsa de cáñamo como las de Ehule hay que empezar cortando 36 hilos y 4 hilos de base. “Anudamos todos en la base. Después vamos poco a poco haciendo todos los nudos cuadrados de cuatro en cuatro hasta arriba. Luego, con nudos Festón, hacemos la parte de arriba, y al final añadimos las asas. Aparte cosemos el forro interior con la máquina y lo añadimos a la bolsa exterior”, detalla.