Entre los cafeteros que se reúnen en una terraza para una tranquila sobremesa no es de extrañar que más de uno cambie durante estos meses de verano la taza de café por el por el vaso de cristal con hielo. Bajar la temperatura de la infusión más popular del mundo en los días de calor es algo muy popular, aunque a los italianos les siga pareciendo una aberración poner hielo en su sacrosanto exprés.

Por regla general, lo más habituales que nos presenten en la mesa el café recién hecho en una taza y a su lado un vaso con uno o dos hielos. El cliente será el encargada de mezclar el azúcar con el café y después volcar el contenido de la taza en el vaso con hielo. Algunos puristas critican que con este sistema el café puede acabar algo aguachinado. Para evitarlo, en algunos locales ofrecen una especie de filtro que se coloca sobre el vaso y que contiene los hielos. El café se enfría al pasar y se evita que el hielo se derrita en el café.

Un café con hielo perfecto listo para ser degustado.

Un café con hielo perfecto listo para ser degustado. Freepik

Aunque la sencillez de esta preparación parezca casi simple, hay que tener en cuenta una serie de pautas para que resulte realmente satisfactorio:

  1. Partir de un café espresso, y a poder ser corto. Saldrá mas concentrado y el agua deshelqada terminará de añarod volumen. Si tienes máquina de presión, como la de los bares pero doméstica, pon el programa más corto para obtener un concentrado en poco líquido, ya que el resto del agua se liberará al contacto con el hielo. Nunca hay que hacer cafés largos o americanos, el aguachirli que puede quedar estropeará la experiencia
  2. Usa un vaso pequeño para que el café tarde menos en enfriarse que si se usa un vaso grande, donde parte del café queda lejos del hielo y puede aguarse más. Lo ideal es usar vaso estrecho de caña o uno corto de zurito.
  3. Emplear hielos pequeños. De entrada, un hielo grande desprende más agua, lo que diluye el café más de los que nos interesa. Además puede ser molesto a la hora de beber. Es preferible usar menos hielo y más pequeño o incluso picado. En este caso entraríamos en el mundo del café frapé.
  4. Primero, el azúcar al café. Nunca hay que echar el azúcar al hielo y después verter el café, Tampoco primero poner le café en el hielos y luego añadir el azúcar. En ambos casos, el azúcar se disolverá mal y en el segundo los hielos dificultarán revolver la mezcla.
  5. Si eres de los que muelen el café en casa, usar grano de café claro, no demasiado tostado. Si lo haces, el frío resaltara una sabor muy próximo al quemado, amargo. Un grano claro resultará mas caramelizado, algo más dulce.
  6. Sacar el hielo del congelador justo antes de mezclar. Se trata de que hielo se licue lo más tarde posible para que el café no reciba mucha agua. En la medida de lo posible el café debe estar lo más seco posible.
  7. Beberlo rápido. Algunos han calculado que a partir de lo 30 segundos el hielo suelta ya demasiada agua y el café pierde aromas. La otra opción es quitar los hielos en ese tiempo.

Para acabar un recomendación, usar una pajita para beber el café. De esta manera no hay inclinar el vaso o la taza y se evita que los hielos se muevan provocando inesperadas olas que hagan caer café en la barbilla o en la camisa.

Café helado o frapé

Es la versión algo más sofisticada del café con hielo, y parte del café con leche. En primer lugar, simplemente se debe preparar un clásico café con leche con las proporciones que más apetezcan. La leche no hace falta calentarla. Se le agrega azúcar al gusto, aunque con una o dos cucharadas de azúcar basta. Disolver y mezclar bien. Verter el café en una licuadora o en una batidora y agregar dos tazas de hielo. Licuar todo hasta que se obtenga una mezcla completamente homogénea y el hielo se haya triturado. Servir la mezcla del café con hielo en un vaso grande. Se le puede añadir canela en polvo o un poco de crema batida.