Eneko Zabaleta (Bermeo, 3 de enero de 1992) es una de las referencias de este Arenas, segundo clasificado del grupo II de Segunda RFEF y en el que vive su segunda etapa tras una primera de cuatro campañas (2013-17). El lateral, con pasado en Lezama, dice que le queda la espinita de jugar en el extranjero y reconoce que, en caso de que los rojinegros no lograsen el ascenso, “nos dolería mucho”, pero no lo entendería “como un fracaso”.

¿Se han recuperado ya del varapalo que supuso la derrota del pasado sábado ante la Real Sociedad C?

—Sí, la verdad es que sabíamos que iba a ser complicado ganar los partidos, pero sí, lo que tenemos que hacer es resetear y prepararnos para el siguiente partido.

¿Qué les sucedió cuando parecía que tenían el partido controlado tras el gol del Urko Collado?

—Fueron más errores nuestros que… Sí que es verdad que les dimos demasiadas armas, más de las que le teníamos que haberlos dado para que nos ganasen el partido y aprovecharon bastante bien las ocasiones.

Me imagino que la bronca del míster sería fuerte, ¿no?

—Es normal que nos vayamos cabreados todos a casa porque es un resultado que no esperábamos que pasase. Tuvimos un par de días libres, pero es complicado desconectar. Para mí, lo mejor es venir a entrenar, pasar el tiempo con los compañeros, hacer equipo y preparar el siguiente partido.

Hablando del próximo partido, les toca enmendar la plana con la visita al Alfaro. ¿Un nuevo revés supondría despedirse del ascenso directo?

—No, todavía quedan jornadas. El objetivo sabíamos cuál era y por mucho que hayamos perdido un partido, sabemos que el equipo está preparado para conseguir cualquier cosa.

Pero ahora los fallos se pagan más caros cuando queda menos de liga y el Eibar B, que es el líder, tampoco está fallando.

—Es verdad que el Eibar B no está fallando, los de abajo están apretando más… Pero tenemos que mirarnos a nosotros mismos y sabemos que dependemos de nosotros.

¿Qué tienen que corregir para volver a ser ese equipo que en la primera vuelta hizo una trayectoria tan brillante con 16 jornadas consecutivas sin perder?

—Las segundas vueltas siempre son mucho más complicadas, porque los equipos se refuerzan, hay equipos que necesitan puntos sí o sí porque en la primera vuelta no los han conseguido. Es verdad que hemos hecho una primera vuelta que muy pocos equipos la han hecho, pero no nos podemos quedar con que ahora estamos haciendo las cosas mal por mucho que los resultados no salgan.

A nivel personal, vive su segunda etapa en el Arenas, ocho temporadas después de salir de Gobela. ¿En qué se ha reinventado?

—Reinventar, no sé, pero el año pasado ya dije que quería volver para casa por lo menos un año, luego no sé qué pasará, pero lo primero que hice es llamar aquí porque es el sitio desde donde me fui fuera, donde me dieron la oportunidad de poder salir fuera a jugar y es donde quería volver a estar.

Se formó en el Athletic desde infantiles y hasta el Basconia. ¿Qué huella le dejó su paso por Lezama, aunque no llegó a pasar la criba del Bilbao Athletic?

—Es como una familia, desde abajo hasta el primer equipo pasas muchos años con compañeros y para mí lo que te deja el fútbol es eso, que vayas a donde vayas siempre vas a tener a alguien con el que hayas coincidido, contra el que hayas jugado.

¿Le dejó un sabor amargo el hecho de no llegar al Bilbao Athletic?

—La verdad es que sí. Mi intención era haber dado ese pasito para poder estar en el Bilbao Athletic y estar más cerca del primer equipo, pero no pudo ser y tampoco le doy muchas vueltas.

¿Con quién coincidió en el vestuario del Basconia?

—Por ejemplo, con (Aitor) Seguín, que está ahora con nosotros. Estuve con él, con Laporte, gente que está en Primera como Yeray y Unai Simón, que son más jóvenes que yo, pero como era mi tercer año de senior allí, coincidí con ellos.

Salió de Lezama, llegó al Arenas y desde aquí jugó en el Burgos, Badajoz, Tudelano, Pontevedra, en dos etapas, Calahorra y Atlético Paso. ¿Con qué se queda y qué borraría de este peregrinaje?

—Borrar, no borraría nada, ya que me quedo con las personas que conoces por el camino y las experiencias que te da el estar cada año en un sitio. He aprendido mucho, sobre todo de los años que me han ido peor.

¿Cuál ha sido el peor?

—El año pasado. En Pontevedra no fue un año bueno, no futbolísticamente sino personalmente, es el año que más he echado de menos a la familia y por eso decidí venir.

Creo que también vivió una odisea desde La Palma hasta Pontevedra.

—Tenía que hacer la mudanza y me tuve que ir de un día para otro de Canarias. Y a la vuelta, en cuanto firmé con el Pontevedra, lo primero que hice fue cogerme el ferry para poder llevar el coche y llegué dos o tres días tarde a la pretemporada, porque eran casi tres días de viaje entre ferry y el trayecto en carretera desde Cádiz.

¿Cómo se define como jugador?

—Como un jugador agresivo, rápido y con buen manejo del balón.

¿Qué le pide Ibai Gómez?

—Ibai me pide que, juegue de carrilero o lateral, sorprenda arriba. Me pide que saque centros, que creo que se trata de mi mayor característica, y que dé el plus ese de experiencia al equipo. Siempre intento echar una mano a los compañeros, juegue o no juegue.

¿Visto lo visto, si no consiguen el ascenso, sería un palo, no sé si llamarlo fracaso?

—Fracaso para nada. Se ha visto lo que podemos dar y los demás también juegan. Entonces nunca sería un fracaso, aunque obviamente nos dolería.

A sus 33 años, ¿qué le sigue dando el fútbol?

—Me gusta el fútbol, me gusta el deporte y me gustan las experiencias. O sea, cada año quiero vivir una experiencia diferente. Tengo una espinita clavada, que es irme al extranjero. Que no sé si lo haré o no lo haré, o si podré hacerlo.