Decepción. Es la sensación que anidaba en la expedición del Sestao River tras la derrota encajada por el conjunto verdinegro el pasado domingo en el Fernando Torres ante un Fuenlabrada que le dio la vuelta a la tortilla al resultado en la segunda mitad, donde asomó la peor versión del equipo de Ezkerraldea, que puso así fin a su buena racha de cuatro jornadas consecutivas sin hincar la rodilla y que le mantiene en la zona de descenso del grupo I de Primera RFEF, con la permanencia a tres puntos vista. Un revés que dolió al vestuario y también a su entrenador, Aitor Calle, por la manera en que se produjo después de llegar al descanso con ventaja en el marcador gracias al tanto de Jon Guruzeta, el primero de su cuenta personal este curso, y cuando la inercia del River, que el próximo domingo se exige en Las Llanas ante el líder Nàstic, era positiva una vez que parecía haberse subido a la buena ola, pero la realidad, la exigencia de la categoría, no permite ninguna concesión y cuando es así se paga muy caro, como bien lo ha sufrido el propio Sestao en ocasiones anteriores, especialmente en las que se había puesto por delante y no había sido capaz de amarrar los tres puntos. Vamos, una vuelta a las andadas.

El propio Aitor Calle puso el acento el domingo en esos momentos de desconexión de su equipo que les penaliza, como ocurrió ante el Fuenlabrada, que también se llevó el triunfo en el partido de la primera vuelta en Las Llanas de una forma similar, gracias a su poderío a balón parado. Los verdinegros, en este sentido, son malos estudiantes si se echa mano a los otros encuentros precedentes en los que mandaban en el marcador y se quedaron con la miel en los labios. Sucedió, primero, en la séptima jornada de liga en feudo vizcaino en el encuentro ante el Cornellà, en el que el Sestao, que por entonces aún no había vencido partido alguno y no había sido capaz de ver puerta durante 600 minutos, se adelantó por medio de Álex Carbonell en el 77, pero un tanto en propia puerta de Gaizka Martínez hizo que se le escaparan dos puntos. En la complicada visita a Riazor, en la décimo sexta fecha, el River ofreció una buen imagen y sorprendió al Deportivo con el gol de Aitor Aranzabe, pichichi de los vizcainos, a los 28 minutos, pero la alegría le duró poco, porque Mikel Balenziaga, ex del Athletic, empató poco después. Y la historia se repitió cinco partidos después en El Toralín, donde el Sestao estuvo cerca de superar a uno de los gallitos de la categoría cuando Gaizka Martínez puso el 0-1 a los 20 minutos, aunque en el tramo final el triunfo se le escurrió de las manos a los fabriles en una acción a balón parado que permitió a la Ponferradina salvar un punto y quitar dos a los verdinegros.

Aquel empate en terreno leonés llegó en una acción de estrategia de la Ponferradina, una vía de agua que no acabar por tapar el Sestao River, como se pudo retratar en el Fernando Torres, donde el castigó fue aún mayor. El central madrileño Manuel Lama, que también había mojado en Las Llanas, firmó un doblete en sendas jugadas a balón parado, lo que irritó en cierta medida a Aitor Calle, que se mostró “decepcionado”, porque, a su juicio, “se repiten ciertas cosas que nos permiten dar pasos más grandes”. “Veníamos ilusionados a este partido, sabíamos que si queríamos seguir creciendo y mejorando, teníamos que controlar a un equipo que sabe manejar momentos del partido, que tiene un estilo muy claro de juego y hemos fallado en eso”, analizó el preparador verdinegro, que profundizó en las malas decisiones de sus jugadores durante el segundo acto del encuentro, en el que llegó el derrumbe. “Nos hemos suicidado nosotros solos y te da mucha tristeza, porque era un momento importante para engancharnos, lo hemos tenido en nuestras manos y lo hemos dejado escapar. En la primera parte hemos estado muy bien, pero en la segunda han llegado fallos en las marcas en la estrategia, varios errores individuales y Sergio (Puig) ni ha hecho parada alguna. Y duele mucho, porque los detalles nos están destrozando”, sentenció Aitor Calle.