LEGANÉS: Conde; Nyom. Jorge Sáenz, Sergio González, Franquesa (Min. 76; Poveda); Dani Raba, Neyou (Min. 71; Undabarrena), Chicco, Djouahra (Min. 60, Ureña); Diego García (Min. 76, Abzi) y De la Fuente (Min. 60, Portillo).

AMOREBIETA: Magunagoitia: Álvaro Núñez, Hernando, Gayá, Lasure (Min. 74, Garreta); Dorrio (Min. 74, Quintero), Edwards (Min. 74, Da Graca), Sibo, Morcillo (Min. 46, Rayco); Eraso (Min. 46, Avilés) y Jauregi.

Goles: 1-0: Min. 21; De la Fuente. 2-0: Min. 25; De la Fuente. 3-0: Min. 50; De la Fuente. 4-0: Min. Diego García. 5-0: Min. 82; Dani Raba. 6-0: Min. 93; Chicco.

Árbitro: Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó a Chicco, por el Leganés; y a Magunagoitia y Álvaro Núñez, por el Amorebieta.

Incidencias: Partido correspondiente a la undécima de LaLiga Hypermotion disputado en el estadio Butarque ante 7.696 espectadores .

De mal en peor. El Amorebieta salió vapuleado de Butarque en un encuentro nefasto de un conjunto azul que encadena cinco jornadas consecutivas sin conocer la victoria, en las que solo ha sumado un punto de quince posible, y complica su situación después de que el Leganés, que se postula como candidato al ascenso, le infligiera un humillante set, en lo que se convierte en la mayor goleada que ha encajado el colectivo zornotzarra en los 53 partidos que lleva recorridos en su historia en la hoy denominada LaLiga Hypermotion, una derrota que daña la autoestima de un equipo que coleccionó error tras error para poner la alfombra roja a un rival que se empachó de gloria ante su gente, en especial Miguel de la Fuente, autor de los tres primeros goles de su equipo y que no tuvo piedad de un Amorebieta más frágil que un jarrón chino, sin soluciones para evitar semejante meneo y al que le espera una semana dura con un trabajo intenso de terapia de cara al compromiso del sábado en Lezama ante un Oviedo en alza.

Mujika le dio una nueva vuelta al once en su deseo de firmar esa primera victoria como viajero que tanto se le resiste. Fueron tres las novedades, si bien en un principio se iban a elevar a cuatro pero los problemas físicos que sufrió en el calentamiento Álex Carbonell impidió la presencia del catalán, que el de Pasaia presentó, dos de ellas obligadas por las ausencias del meta Pablo Campos, presente con la selección española sub’21 y que permitió la segunda titularidad de Jonmi Magunagoitia después de haberse estrenado jornadas atrás en El Sardinero, y del centrocampista Erik Morán, con molestias en un pie que le privaron de competir ante el equipo que militó en dos etapas; un reencuentro que, en cambio, sí pudieron hacer efectivo Javier Eraso, que ejerció siete campañas como futbolista pepinero, y Dani Lasure, que lo hizo hace dos campañas y donde conoció la noticia del tumor testicular que padecía y que afortunadamente superó. El otro nombre propio en este cruce de destinos y sentimientos lo acaparó Javier Avilés, cedido por el Leganés al conjunto azul, aunque el delantero madrileño solo pudo asomar en el segundo acto. Los tres tuvieron su cuota de un protagonismo que fue casi todo negativo, con mención especial para Eraso y Lasure, señalados en el primero y en el cuarto gol del equipo local, que se lo pasó de rechupete.

Los partidos se deciden en las dos áreas. Es una máxima muy manida, sobre todo en palabras de los entrenadores, muy cuidadosos de controlar todos los matices. No se cumplió, sin embargo, en el caso del Amorebieta, golpeado en estas dos direcciones durante un primer acto en el que no le salió nada. Y los errores, especialmente en el fútbol profesional, son fatídicos. Es ya un mal endémico para el colectivo azul, que encaja con demasiada facilidad y al que le cuesta horrores hacer gol. El Leganés, sin hacer nada del otro mundo, olió la sangre, encarnado en la voracidad de Miguel de la Fuente, cedido por el Alavés en el conjunto madrileño. El pucelano aprovechó un pase filtrado de Dani Raba tras una pérdida en la medular de Eraso para plantarse ante Jonmi y batirle en su mano a mano. Comenzó el calvario del grupo de Mujika, ya que dos minutos después Eneko Jauregi orientó mal su golpeo con la derecha a servicio de Josué Dorrio, a día de hoy el jugador más creíble de su equipo. Jauregi, pichichi azul el curso pasado, parece haber perdido su idilio con el gol, una sensación que genera cierta ansiedad que no es síntoma de nada bueno. El vizcaino no tuvo su día, porque le anularon un gol por mano clara y al borde del descanso su remate de cabeza, a nueva asistencia de Dorrio, se estrelló en el palo derecho de la meta local. Con anterioridad a estas dos acciones, eso sí, De la Fuente volvió a estar inspirado tras una falta de comunicación entre Gayá y Hernando, los dos centrales, para hacer su segunda diana. Ocurrió a los 25 minutos, cuatro después del primero del pucelano. Dos desajustes defensivos y dos desaciertos en el remate, de ahí el impacto que ofrecen ambas áreas.

La charla en vestuarios, visto lo visto, sirvió para bien poco. Si se buscaba alguna virtud, ya con Avilés en el verde, que podría optar a la remontada, esta se quedó en aguas de borrajas, porque a los cinco minutos de la reanudación llegó la sentencia, si es que no estaba sentenciado ya con el 2-0, con el hat-trick de De la Fuente, que amargó de nuevo a Jonmi en una acción que ofreció su punto de polémica, cuando Dani Raba le robó la cartera dentro del área a Lasure con un carga que los azules interpretaron punible, no así el colegiado. El partido se cerró definitivamente para dar paso al vía crucis de un Amorebieta que se convirtió en un guiñapo, entregado a su suerte pese a los intentos de no caer en un deterioro mayor, que no evitó cuando Diego García rentabilizó el enésimo despiste defensivo del equipo zornotzarra para martirizar un poco más a Jonmi, continuamente vendido, que recibió poco después la manita por parte de Dani Raba y ya en el alargue un set sonrojante. El meta nacido en Amorebieta sufrió toda una pesadilla pese a que sacó algunas intervenciones que evitó un escarnio aún mayor a un equipo ayer sin rumbo, sin músculo competitivo y que necesita un reseteo si quiere salir cuanto antes de la apurada situación en la que se ha metido, que retrotrae a su primera andadura, dos cursos atrás, en la división de plata.