Ander Laka (Ondarroa, 22 de octubre de 2001) atiende a DEIA minutos antes de entrar a una de sus clases en la Facultad de Ingeniería de la UPV, donde cursa cuarto de Ingeniería en Tecnología Industrial. “Soy un poco cerebrito”, bromea este joven centrocampista del Leioa, donde milita tras cerrar su etapa en el Athletic y en el Basconia, al que se enfrenta en la primera eliminatoria del play-off de ascenso a Segunda RFEF.

¿Qué les dice la cabeza de cara al partido del sábado?

—En liga no le hemos ganado todavía al Basconia, pero viendo el primer partido del play-off, sobre todo la primera parte, en la que tuvimos ocasiones para meter, estamos con confianza. Nos sirve el 1-0. Es la ventaja de ser terceros antes que cuartos.

¿Se va a nota el factor Sarriena?

—Espero que sí. Espero que venga mucha gente a animarnos. Nosotros, los jugadores, sí que vamos a ponerlo todo y que ruja el campo, que se note que jugamos en casa.

¿Qué les faltó en Artunduaga para no sacar un mejor resultado?

—Es lo que tiene el fútbol. Da igual que hagas 80 ocasiones, que si no metes un gol más que el otro, pues pierdes. Y las tuvimos. Más que demérito nuestro, creo que el portero del Basconia estuvo muy bien. ¿Qué partido espera?

—Meten muchos goles en los últimos minutos, así que tampoco nos tenemos que precipitar para marcar en los primeros 10-15 minutos.

Conoce muy bien al Basconia.

—Siguen 2 o 3, pero de verlos jugar, les conozco a todos. Aunque no puedan subir, lo van a dar todo.

Y Carlos Gurpegi, al que tuvo como técnico, motiva al vestuario, ¿no?

—Todos los entrenadores siempre te van a pedir lo máximo y Gurpegi no es una excepción.

¿Es duro como entrenador?

—No es tan duro, Patxi Salinas sí era un poco más. Pero estuvimos muy bien con él. Hicimos play-off en una buena temporada.

¿Dónde le pueden hincar el diente al Basconia? ¿en el matiz mental?

—Es más la presión, porque son todos jóvenes. Tienen 19-20 años y eso también influye. Nosotros tenemos un equipo, aparte de los jóvenes que estamos, con gente veterana, que ha jugado muchos play-offs.

Comparte vestuario con jugadores que casi le doblan en edad. ¿Le pinchan más los veteranos?

—En el Basconia éramos todos de 20 años, éramos novatos. Aquí los veteranos te empujan, te dan palos, están enfadados y te hacen muchas bromas también. O sea, es otro mundo.

¿Le ponen estos partidos?

—Sí me ponen. Yo jugué el play-off el año pasado y tuve la suerte de hacerlo de titular. Es otro ambiente, el play-off huele diferente.

¿Es un jugador de carácter o de cabeza fría?

—Antes me decían que igual tenía poco carácter. Pero creo que lo estoy sacando poco a poco. No sé si es una virtud o es un inconveniente tenerlo, o estar muy calmado en los partidos, tampoco soy de ir a protestar.

Se reencuentra con el Basconia, que le motivará.

—Me lo están recordando estos días, claro que te motiva mucho.

¿Le supuso un varapalo cuando le dijeron el pasado verano que no continuaba en Lezama?

—Con Patxi (Salinas) igual no jugué tanto, pero con (Carlos) Gurpegi sí que jugué bastante. Creo que hice una buena temporada, tenía esa ilusión de seguir, pero lo hablé muchas veces con mis padres y lo tenía muy mentalizado, si no iba a seguir, no pasaba nada, tampoco terminaba el mundo ahí. Luego, cuando te lo dicen que no sigues, al momento sí que choca. Te dices: hostia, hasta aquí he llegado y ya está. Pero bueno, luego ves que fuera del Athletic también hay vida.

¿Qué le argumentaron?

—Me dijeron que el Basconia se me quedaba corto y como que quizá no llegaba al nivel del Bilbao Athletic. Y también la edad, que este año el Bilbao Athletic ha sido bastante joven. Han ido gente del 2002 y 2003, y yo soy del 2001. Que querían construir un equipo más joven y eso es lo que me dijeron.

¿Se lo comunicó la anterior dirección deportiva?

—Sí, por medio de Andoni Aiarza.

¿Hace también hace autocrítica, se pregunta qué le faltó?

—Muchas veces. Le doy muchas vueltas a las jugadas que hago, a las que no hago. Igual, hago demasiada autocrítica. Y de más joven sí que tenía mucho miedo de fallar en los partidos. De pensar demasiado lo que tengo que hacer, lo que no tengo que hacer. Igual este año he dejado de pensar tanto, de animarme a hacer más cosas. Y eso sí que es algo bonito, es lo bueno que saco de este año, entre otras cosas.