bilbao - El pasado fin de semana ocurrieron en la Bundesliga dos hechos a cual más insólito. Sorprende que el Bayern Múnich pierda el liderazgo del campeonato alemán. Pero mucho más sorprendente que un advenedizo como el RB Leipzig alcance la primera posición clasificatoria. Sin embargo la irrupción del club sajón no ha despertado las simpatías que suelen provocar los equipos sorpresa, que irrumpen con insolencia y furia hasta romper con el orden establecido, como ocurrió en la Premier inglesa con el Leicester. La razón de este fenómeno es que el RB Leipzig responde al capricho del multimillonario austriaco Dietrich Mateschitz, el dueño del grupo Red Bull, la bebida energética que “dio alas”, y nunca mejor dicho en concordancia con el conocido anuncio de la marca, al SSV Markranstädt, que estaba en la quinta división y tan solo era conocido en el barrio, y fue elevándose hasta la Bundesliga, y en su primera temporada con la aristocracia alemana, ha logrado alcanzar nada menos que el liderato.

Al carecer de sustrato popular, el RB Leipzig ha generado en Alemania una corriente de antipatía, aunque a su dueño semejante circunstancia probablemente le importe un pimiento, ya que ha logrado de sobra el propósito: mucha publicidad para su negocio. La elección de Mateschitz no fue circunstancial. Más bien lo contrario. Muy estudiada y siguiendo los consejos de su amigo Franz Beckenbauer, el gran gurú del fútbol teutón.

La ciudad de Leipzig está encuadrada en lo que en hasta 1990 fue la República Democrática Alemana (RDA), un territorio que tras la unificación prácticamente perdió su pedigrí futbolístico, ya que a partir de entonces sus equipos fueron incapaces de competir con las poderosas escuadras de la República Federal. Además, la ciudad de Leipzig tiene un tamaño y población (más de medio millón de habitantes) suficiente como para generar clientela que dinamice un club de categoría media-alta. Y porque, sobre todo, hay tradición futbolística y un estadio moderno, el Zentraistadion, con capacidad para 44.000 espectadores, reformado con motivo del Mundial de 2006 aunque no tuviera un inquilino de fuste.

En la génesis del proyecto, en el año 2006, Dietrich Mateschitz quiso partir con la adquisición del FC Schasen Leipzig, fundado en 1899, una entidad con solera. Pero la Federación Alemana prohíbe la compra de un club profesional, o semiprofesional, por motivos publicitarios. Descartado el Schasen, que desapareció tres años después por insolvencia, el empresario austriaco optó por empezar por lo más abajo, y ese mismo año compró los derechos del SSV Markranstädt, al que rebautizó como RasenBallsport (traducido como “deporte de pelota sobre césped”) Leipzig para disfrazar y legalizar el distintivo de la empresa: RB (Red Bull) Leipzig. Como es lógico, en el escudo del equipo están los toros enganchados por los cuernos que caracterizan a la bebida energética, y el estadio fue rebautizado como Red Bull Arena, con el logotipo de la marca visible en todos los rincones.

El RB Leipzig se convertía así en el quinto club de fútbol controlado por Mateschitz, tras el Red Bull Salzburgo, que ha ganado seis ligas austriacas consecutivas; el New York Red Bull, el Red Bull de Brasil y el de Ghana. Pero el salto dado es sin duda de calidad, y más si se logra dominar la Bundesliga, una de los grandes torneos europeos, como antes hizo el magnate con la Fórmula 1, donde ganó cuatro campeonatos mundiales con Sebastian Vettel como piloto; o patrocinando deportes extremos y de aventura.

Definitivamente el club alemán se ha convertido en el buque insignia del imperio de los Toros Rojos, de tal forma que cuando Dietrich Mateschitz inició el proyecto el 19 de mayo de 2009 consignó una inversión de 100 millones de euros para fichajes con el objetivo llevar al nuevo equipo hasta la Liga de Campeones en un plazo de diez temporadas. Conseguido el ascenso al séptimo año, al octavo se puede alcanzar ambicioso plan contratando promesas futbolísticas como Davie Selke, del Werder Bremen; Atinç Nuken, del Besiktas o Marcel Halstenberg, del St. Pauli; y fagocitando al Salzburgo, que se ha convertido en una especie de club nodriza.

El gestor del éxito La gestación del éxito del RB Leipzig se dejó en manos de Ralf Rangnick, un reputado entrenador germano, contratado en 2012 como director técnico y que finalmente consumó el ascenso a la Bundesliga la pasada primavera dirigiendo al equipo, aunque para afrontar la aventura en la máxima categoría del fútbol alemán Rangnick entregó la batuta al austriaco Ralph Hasenhüttl, que dos temporadas antes había logrado la gesta de llevar hasta la Bundesliga al modesto Ingolstadt y mantenerle en la élite del fútbol alemán en la pasada campaña, a cuyo término decidió no renovar para buscar otra faena de puerta grande con los Toros Rojos.

Sin embargo, además de volar pronto y muy alto, el multimillonario austriaco también apuesta por apuntalar el futuro con la inversión de 30 millones de euros en un complejo deportivo que pretende llenar en los próximos años de jóvenes con talento.

De momento, el equipo sajón desafía a la aristocracia germana, con el Bayern Múnich a la cabeza, abanderando un equipo sin estrellas, pero con potencial, y donde brilla la juventud y el descaro del brasileño Bernardo Fernandes (21 años), el guineano Naby Keita (21), el austriaco Marcel Sabitzer (22), el escocés Oliver Buke (19), el alemán Timo Werner (20) o el danés Yussuf Poulsen (22).

¿Hasta dónde llegará la insurgencia del RB Leipzig? ¿Ganará la Bundesliga, dominada en los últimos diez años por el Bayern y, en su defecto, el Borussia Dortmund? ¿Dará Mateschitz un nuevo salto cualitativo, apostando por invertir en jugadores consagrados y caros?

A la espera de acontecimientos, lo que difícilmente conseguirá el equipo de los Toros Rojos es provocar la adhesión que ha concitado el Leicester en Reino Unido y más allá, culminando la mayor sorpresa futbolística de los últimos tiempos al conquistar la Premier League contra todo pronóstico.

Precisamente hace justo un año, los foxes lograban por vez primera el liderato de la Premier, lo mismo que acaba de hacer ahora el RB Leipzig. Sin embargo, doce meses después de aquella efeméride el equipo de Claudio Nanieri se tiene que conformar con mantener la categoría, pues está demasiado cerca de los puestos de descenso, lo cual parece que está más en consonancia con su perfil futbolístico, aunque eso no le impide paladear con sumo gusto su experiencia en la Champions, competición en la que ya está clasificado para los octavos de final, y como primero de grupo, a falta de una jornada.