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“El fútbol puede ser movilizado para conquistas sociales”

Afonsinho declaró la guerra a Botafogo en 1970 para poder ser traspasado libremente y fue señalado por el régimen militar por sus ideas comunistas

“El fútbol puede ser movilizado para conquistas sociales”

bilbao- Afonsinho participó ayer en la inauguración del Thinking Footbal Film Festival. Tras convertirse en un icono de la rebeldía dentro del fútbol, hoy en día ejerce de médico.

¿Echa en falta en el fútbol moderno alguien que represente la rebeldía como lo pudo ser usted?

-Sí, claro. Está todo muy pasteurizado. Ustedes aquí no lo sienten tanto, porque en Europa están los mejores jugadores del mundo y tienen grandes equipos. Es al revés que nosotros. Hay un verso en la música brasileña que dice que la libertad siempre busca su camino. Es lo que yo creo.

¿Es el fútbol de hoy en día el que imaginaba usted para el futuro?

-Es una contradicción muy grande. Los recursos son inexorables y la calidad ha caído mucho. Sobre todo en Brasil. Los valores son muy grandes, pero la idea del fútbol, lo que trae la emoción al aficionado, no corresponde con lo que hacen. Hay que mejorar futbolísticamente en todos los aspectos de una manera general. No puede ser solo plata, plata y plata.

¿Qué fue lo más duro en su lucha con Botafogo?

-Lo más duro fue quedarse sin jugar. Es algo difícil para un futbolista joven. Aunque luego yo jugaba en todas partes, como en la playa. Nosotros vivíamos un momento político y social muy difícil en Brasil. La orientación cambiaba en aquel momento. Nosotros veníamos de la generación más preciosa de jugadores, los que sufrieron la derrota de Maracaná y construyeron las victorias de los mundiales de 1958 y 1962 e incluso de 1970. Mi generación fue el último hijo de este trabajo. Mis compañeros que jugaron esos años en la selección fueron formados mirando aquellos grandes jugadores. Por cuestiones políticas, por la dictadura militar, se cambió la dirección y tomó un rumbo equivocado. Todavía no nos hemos librado de esto. Ahora Brasil vive un momento muy delicado y sensible y es posible que la gente vea que los actos tienen consecuencias. Las cosas no se acaban de un día a otro. Las consecuencias en el fútbol se sufren durante mucho tiempo, como en la vida.

¿Mereció la pena?

-Sí. Tuve una presión muy grande porque era muy joven. Pude quedarme como alguien frustrado, pero el tiempo te hace reconocer que la manera en la que me posicioné fue la correcta. Se ha reforzado la sensación de que hice bien. Por eso estoy hoy aquí hablando de ello. Cada vez me siento más fortalecido por lo que hice.

¿Hoy en día ve a los jugadores como esclavos de los clubes?

-No como antes. Así como tenemos recursos tecnológicos punteros que permiten que mañana estés en China con tus pasajes, tus taxis, etcétera, contradictoriamente las relaciones humanas son lamentables en todos los ámbitos: en el trabajo, en la calle?

¿Un futbolista puede valer cien millones de euros?

-Yo creo que es proporcional a todo lo que se mueve en el fútbol. Se pagan esas cantidades, pero creo que hay mucha distorsión en el mercado y mucho desequilibrio.

¿Cómo convertía el poder al fútbol en una herramienta a su servicio?

-Para cualquier poder que va penetrando en la sociedad, el fútbol es especialmente importante. Sobre todo para los regímenes totalitarios y dictaduras. Pero también tiene el otro lado de la moneda. El fútbol también puede ser movilizado para conquistas sociales.

¿Hoy en día sigue siendo el fútbol una cortina de humo para tapar las miserias de la sociedad?

-Muy malamente. Siempre se pretende hacerlo, pero el fútbol ya no gusta a la gente igual. Lo que más se escucha en Brasil últimamente es que uno no consigue ver más de 15 minutos de un partido de fútbol. Todos son lo mismo. No pasa nada, no te transmite nada. El domingo vi el partido en San Mamés y luego vi en la televisión el de la noche. Parecía lo mismo. Solo cambió el color de la televisión. En muchos momentos los dos equipos ocupan menos del 30% del espacio. Los choques son muy frecuentes. Ahí no hay espectáculo. El fútbol que se hace ahora no es el que me encanta.

¿Qué impacto tuvo en el fútbol brasileño su victoria en los tribunales?

-Algunos compañeros siguieron el mismo camino que yo había abierto. Fueron pocos. En Brasil, cuando empecé a jugar, el jugador no tenía derecho a nada de la transferencia. El 100% era para los clubes. En un momento dado entró un gobierno de orientación obrera y el último acto que hizo el ministro de trabajo fue darle a los jugadores un 15% de las transferencias. A pesar de eso, los clubes no pagaban el 15%. Botafogo me pagaba 30 y Flamengo me ofrecía 50. Yo me iba a Flamengo, pero me exigían que renunciase al 15% de la transferencia porque iba a ganar más. Esos problemas con el paso del tiempo se fueron disolviendo. Así que vale la pena luchar por cambiar la situación.

¿Cómo ve la selección brasileña?

-Los dirigentes de la federación están encarcelados, pero no cesados de sus cargos. Así que los jugadores no tienen confianza en ellos. Es un desencuentro total.

¿La ve con opciones en el Mundial de 2018 en Rusia?

-No. La selección ha perdido su rumbo y su identidad. Los jugadores están repartidos por Europa, Estados Unidos y China. El fútbol brasileño eligió el camino equivocado y todavía no ha encontrado el rumbo bueno.

¿Qué le parece el Athletic?

-Es muy interesante porque estamos en un momento en el que se habla de globalización. Hay que poner en alza los valores propios. El fútbol es una forma de expresión social. Es interesante poner en valor su propia cultura y su propia gente.