Bilbao - Michel Platini, icono futbolístico, uno de los grandes 10 que parió el fútbol de los 80, un centrocampista extraordinario, cartesiano y efectivo, el emperador de la Francia futbolística hasta que los suburbios frotaron el genio de Zidane décadas después, es un hombre que se arrastra por el barro, habitante de las ciénagas del juego de tronos que son la FIFA y la UEFA, donde las esponjosas alfombras, alumbradas con lámparas de cristal de Bohemia, vomitan corrupción y suciedad. El FBI husmeó en las entretelas del negocio del fútbol y los organismos rectores del deporte rey se tambalean. “Me han suspendido tres meses, pero lo que más me enfada es que me metan en el mismo saco que los demás. Encuentro vergonzoso que se me arrastre por el barro”, expuso Platini ayer en el diario francés Le Monde.
El dirigente francés ha sido inhabilitado durante noventa días, al igual que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y el secretario general de la organización, Jêrome Valcke. A pesar de la suspensión en el cargo, Platini no está dispuesto a renunciar. Quiere la corona y desea continuar su viaje electoral hacia la presidencia de la FIFA. Enfocado por la lupa de los investigadores, Platini trató de explicar en la citada entrevista a Le Monde el más que dudoso pago que oscurece su carrera electoral hacia el núcleo del poder del fútbol mundial. El francés percibió de la FIFA 2 millones de francos suizos (1,8 millones de euros) en 2011 por supuestos trabajos de asesoramiento que realizó para Blatter, máximo dirigente del organismo, entre 1998 y 2002 y de los que no hay constancia escrita. Sin facturas. Nada de luces y taquígrafos. Un pacto de trastienda, de zonas sombrías. Juego de manos. “Era una cosa de hombre a hombre. Iba a convertirse (Blatter) en presidente de la FIFA, ¡La FIFA! Confiaba en él. Y luego me he enterado de que en el derecho suizo, un contrato oral vale como un contrato escrito”, describió Michel Platini al prestigioso diario francés para defender su nombre, su honestidad, en entredicho desde que el FIFAgate tomara vuelo.
Según narró el dirigente francés, fue en 1998 en Singapur cuando se produjo el pacto entre caballeros. Cuenta Platini que Blatter le propuso que fuera su “consejero de fútbol” al frente de la FIFA y le preguntó cuánto quería ganar por sus servicios. Platini, ni corto ni perezoso, respondió que un millón estaría bien. “Cuando le dije a Blatter un millón de lo que quieras era como decirle págame lo que quieras”, agregó el francés, quien añadió que después Blatter le explicó que esa cantidad triplicaría el sueldo del secretario general de la FIFA, por lo que había que rebajarla. El mandatario suizo le propuso cobrar 300.000 francos suizos al año (277.000 euros) y más adelante liquidar el resto que le adeudaba. “Solo que ese más adelante nunca llegó”, apuntó Platini, que asegura que es una persona a la que no le importa el dinero y dice que en 1992, cuando era seleccionador francés, el Real Madrid le ofreció “un cheque en el que podía poner todos los ceros que quisiera” y no por ello aceptó el puesto.
En su defensa, Platini sostiene que se encargó de reformar el calendario mundial de competiciones, trabajó en un dispositivo para apoyar a las federaciones más pobres y acompañó a Blatter en muchos viajes. “Trabajé mucho y hay muchas personas que lo pueden atestiguar”, añadió Platini, que sospecha de las maniobras de Blatter en vísperas de la celebración del Comité Ejecutivo de la FIFA, que definirá los pasos a dar de forma inmediata por la organización. En la reunión faltarán Blatter y Platini, los que no necesitaban documentos para hacer tratos. En medio de ese ambiente enrarecido, la Fiscalía alemana estudia abrir diligencias por la presunta compra del Mundial 2006, el último escándalo que rodea al fútbol.