PAMPLONA. Puede estar tranquilo José Luis Mendilibar. Son pocos los que le consideran responsable de lo que está sucediendo esta temporada y menos aún los que dudan de su trabajo, aunque a veces su percepción de lo que sucede en el campo -tras la derrota ante el Valladolid dijo que le había gustado el equipo- no coincida con la opinión de la mayoría; pero sabe bien el vizcaíno que nada de esto tendrá valor, que nadie recordará cómo salvó al equipo hace dos temporadas y casi lo mete en Europa en la pasada si no se consigue enderezar la marcha del equipo de firma inmediata.
Su presidente, Miguel Archanco, se lo dejó bien claro ayer a través de las páginas de este periódico y, aunque no quiso marcarle plazos para la reacción ni ultimátums, recordó que el futuro de su entrenador vendrá determinado por los resultados, como siempre ha sucedido en este deporte llamado fútbol. No hace falta ser un lince para darse cuenta de lo que encierran estas palabras: el reloj de la destitución ha comenzado a funcionar y debe ser plenamente consciente de que su continuidad al frente del banquillo de Osasuna dependerá de lo que sucede de este fin de semana en el campo del Espanyol.
Él, como todos los de su profesión, ha conocido buenos y malos momentos en su carrera. Para Mendilibar la mayoría en Pamplona han sido agradables, especialmente por el brillante papel que el equipo llevó a cabo la pasada temporada, cuando llegó a estar en disposición de luchar por un puesto en la Champions hasta los últimos cinco partidos del campeonato.
Con una plantilla que ya quisiera tener ahora, el entrenador logró que Osasuna no bajara de la mitad de la tabla en toda la segunda vuelta, en la que el equipo demostró una extraordinaria fiabilidad para sacar adelante los partidos, incluso los que no jugaba bien, lo que le permitió escalar hasta el sexto puesto, codeándose con lo más granado de la Liga y convirtiéndose por derecho propio en una de las revelaciones del campeonato, con victoria ante el Barça incluida.
Para dar una idea de la placidez con la que se vivió la temporada pasada basta con recordar que la peor racha fueron los cinco partidos que los rojillos estuvieron sin ganar entre la jornada 17 y la 22 (no se bajó del décimo puesto), aunque tampoco se puede pasar por alto que también hubo malos momentos, como las dos implacables goleadas encajadas en el Camp Nou (8-0) y en el Bernabéu (7-1).
tercera temporada
De la esperanza a la decepción
También fue dulce su aterrizaje en Pamplona, ya que su llegada le sirvió al equipo para abandonar el estado depresivo en el que había caído en los últimos partidos con Camacho en el banquillo y, gracias sobre todo a su estreno con victoria ante el Espanyol (4-0) y a los dos triunfos a domicilio en Málaga y Alicante, Osasuna pudo coger aire por primera vez en toda la temporada.
Parecía que las malas sensaciones que había mostrado el equipo iban a quedar atrás definitivamente, pero los primeros problemas serios para Mendilibar, sin embargo, iban a llegar muy pronto. Las cuatro derrotas consecutivas ante Atlético de Madrid, Sporting, Athletic y Barcelona llevaron al equipo nuevamente a posiciones de descenso y, ante la amenaza de la visita al Reyno del poderoso Valencia, los nubarrones volvieron a colocarse sobre el banquillo. Se ganó a los chés en un choque de alta tensión, como ocurrió después en La Romareda y con el Sevilla en casa, pero la derrota en Getafe obligó a los rojillos a jugarse la salvación en el Reyno contra el Villarreal en el último partido liguero.
Ahora es todo diferente. Tras un inicio prometedor después de ver cómo se comportó el equipo ante el Barcelona, Osasuna ha entrado en una cuesta abajo que el técnico no ha podido detener pese a que en su intento de dar con la tecla ha metido y sacado jugadores del equipo con tanta asiduidad que es difícil a estas alturas del campeonato decir cuál es su equipo base.
Consciente de que su destitución ha sobrevolado el ambiente desde la derrota ante el Valladolid, la cuestión ahora no es saber si será destituido si pierde en Cornellá-El Prat, si se gana o si se empata. El verdadero dilema que tiene ante sí el entrenador de Osasuna es saber con qué jugadores contará el sábado; si optará por aquellos en los que ha confiado hasta el momento o por los que le hayan demostrado un compromiso absoluto con el equipo y con la camiseta que defienden.
Es lo único que está en su mano; lo que suceda después dependerá de lo que hagan los jugadores sobre el césped y de las decisiones de la directiva en los despachos, pero sobre los once que saldrán en el once titular y del sistema que introduzca él es el único responsable y su futuro puede estar en que sepa elegir lo más adecuado.
No es una cuestión menor sabiendo lo que habrá en juego y que sobre el césped no estará por lesión Patxi Puñal, el único de los titulares con peso suficiente en el equipo como para poner orden cuando las cosas se pongan feas en el campo del Espanyol, que seguro que se pondrán ante un equipo consciente de la debilidad de su rival. La ausencia del capitán va a constituir otro serio inconveniente al que tendrá que hacer frente el entrenador, porque no se ve a nadie en el equipo con la capacidad de mando y de saber estar que se requiere en estas circunstancias.
junta directiva
Apoyos, pero con matices
La Junta, con su presidente a la cabeza, le ha mostrado al entrenador su confianza para sacar la situación adelante, pero también su preocupación por lo que se considera una pérdida de las señas de identidad del equipo. Durante la reunión del lunes por la tarde ni siquiera se trató su destitución, pero él mejor que nadie entiende que el tiempo se está acabando y que de perder ante el Espanyol la salvación podría ponerse a ocho puntos de diferencia y su futuro, más lejos de Pamplona.
Lo positivo es que Mendilibar tiene a la plantilla con él, posiblemente porque desde dentro se vea mejor la realidad de un equipo que ha perdido potencial e identidad de una forma demasiado brusca de una temporada a otra. También tendrá que acostumbrarse a que en estos tiempos de tanta inestabilidad comiencen a escucharse nombres de candidatos dispuestos a entrenar a Osasuna, algunos tan conocidos como Javier Aguirre, al que desde México colocan de nuevo en el banquillo rojillo.