BILBAO. En Anduva, estadio donde disputa sus partidos el Mirandés, solo falta un letrero del estilo de This is Anfield. El rojo ilumina cada rincón de su animosa hinchada mientras el casillero visitante aún luce el cero desde que arrancó el campeonato. La doctrina de su entrenador, Carlos Pouso (Leioa, 30-VI-1960), surte efecto sobre el césped, tanto como su conducta cuando tuvo que rearmar moralmente al equipo cuando se quedó a un pasito de la gloria. "Es que yo tampoco soy un entrenador al uso", se sincera.
¿Por qué nadie es capaz de derribar la tapia que han levantado?
Principalmente porque no nos chutan mucho. Porque llevamos la iniciativa y cuando los rivales llegan al área están ya tocaditos. Pero esto es cuestión de tiempo. No lo dude, ya nos marcarán. Lo que hace falta es que cuando lo hagan, nosotros les hagamos uno o dos goles más. Yo me quedo mucho más con que desde el 20 de julio, desde la pretemporada, nadie nos ha ganado.
Dice usted que ha inculcado en sus futbolistas el placer de defender.
Mira, eso es una tónica mía que me acompaña desde que soy entrenador. En Sestao saben muy bien de eso, en Guijuelo... Cada maestrillo tiene su librillo. Para mí es algo sencillísimo. Lo que hay que hacer es motivarle al jugador en esta tarea, ya que sin la implicación del futbolista se te van al traste tus planteamientos.
Pero al espectador lo que le motiva es ver a su equipo atacar.
Sí, es lo más visible en todo deporte. Pero no hay un equipo grande sin que compagine un aspecto y el otro. Todos los que recuerdo, Ajax, Milan o este Barcelona, tienen su gran virtud en cómo defienden. Ahí está la diferencia entre el Real Madrid de Mourinho y el Barça de Guardiola: tener a tanta gente implicada cerca del balón. En el Madrid veo que los Cristiano, Kaká, Özil y compañía se meten la mano en el bolsillo cuando tienen que defender, obligando a Xabi Alonso, por ejemplo, a trabajar más que Piqué y Puyol. Y eso que estos dos resuelven situaciones que si las tendría que solventar el Mirandés, con 50 metros a la espalda de la línea defensiva, no sé cómo lo haríamos. Bueno, sí, no lo haríamos, pese a nuestros argumentos. Copiar eso es imposible.
No lo llevan mal.
En verdad, defender bien no debe ser nada extraño porque a mí me ha salido muchas veces bien. Es cosa de detalles y de que el jugador disfrute con una faceta a veces ingrata. Si sale, más confianza y gozo.
Además, no tiene portero fijo. Lo mismo juega Adrián que Nauzet. No es una decisión normal.
Yo tampoco soy el típico entrenador. Ya lo hice en el Sestao con Macías y Dani Molina, y ascendimos siendo el equipo menos goleado de todas las categorías estatales, con 14 goles en 38 partidos. Y en el Arenas con Txelu Cabezas y Fede Gómez. Tengo potestad de elegir como lo hago con los tres centrales (César, Corral y Aitor Blanco), o con Lambarri y Alain en la delantera, o con Iribas y Garmendia en el lateral derecho, o con Barahona y Mujika de extremo derecho. Igual otros conjuntos prefieren tener a un portero y una boina. Mira, el número 1 es esencial pero el 1 más importante es el entrenador, ya que si las cosas van mal te echan a la calle. Y sí, luego está el portero. Yo trabajo para que les chuten poco y así no se sepa si son buenos o malos, pero los míos siempre son buenos. Por eso los ficho.
¿Fue complicado levantar la moral de la gente tras tocar el ascenso con las manos?
Eso es una gilipollez. La vida sigue. ¡Cuántos equipos hubiesen querido estar en nuestra situación! Ojalá los males siempre sean esos. Hay cosas peores: descensos, graves lesiones, no cobrar... y más con la que está cayendo. Recuerdo que José Carlos Granero, el nuevo técnico del Alavés, me mandó un sms diciéndome: "Carlos, mucho ánimo. Un día para llorar, otro para reflexionar y otro para levantarse". Le hice caso pero no en los tiempos. Lloré al menos dos días, reflexioné día y medio y me levanté en tres minutos porque estoy acostumbrado desde hace 30 años en levantarme a las seis de la mañana para entrar a trabajar a las siete. Sé qué es ir a orinar con los ojos cerrados y abrirlos en la ducha cuando cae el agua por la cabeza. Fue un palo gordo, pero sé qué es bajar, y eso lo es más. Me pasó con el Sestao, y ni haciendo luego una temporada con 90 puntos y cayendo en solo dos partidos te olvidas. Fue una agonía, un vía crucis, por eso el ascenso posterior no se disfruta tanto. Pero en Miranda, en junio, cuando hubo en la plaza 5.000 aficionados de fiesta -y malditas ganas tenía yo de fiesta- se puso la primera piedra de lo que ahora estamos haciendo. Hasta los futbolistas que se han ido a otro sitio a cobrar más lo hicieron con pena.
¿Le ha sorprendido la marcha del Amorebieta, recién ascendido?
No. Conserva una base buena, con refuerzos de experiencia en la categoría, un plantel muy apañado que incluso fuera de Urritxe está jugando mejor que en casa. Quizás lo que no esperaba es que Salamanca o el Logroñés no hayan arrancado pero no lo del Amore. Tiene dos jugadores, Ubis y Candelas, que no es que yo no los haya querido, sino que no los he podido tener por una cuestión de fichas. No tenía más capacidad. Alaña, Alberdi, Muniozguren, Cuevas, así como Elorriaga, Gurtubai, Xabi Sánchez, Ibai, los dos porteros, Oier, Etxebarrieta... Luchará por el play-off. Seguro.
Visitan al Burgos, colista y quizás el rival más 'deseado'.
La rivalidad estará ahí pero mal vamos si miramos a la tabla. Si nos fijáramos solo en los presupuestos, tendríamos que dar por perdidos nueve partidos. Es un tópico, pero aquí hay que ganar cada partido. ¡Eh! ¡Como cuando venga el Villarreal en Copa! Sé que es un mero elemento emocional para motivar... Pero aquí, ni Villarreal ni Barcelona. ¡Que esto es Anduva!