Bilbao. En cuatro partidos, tres de Liga (faltó al primero, ante Osasuna, ¿de ahí el 0-0?) y otro de Liga Europa, Radamel Falcao García Zárate se ha metido en el bolsillo, y sobre todo en el corazón, a la afición del Vicente Calderón, que ha rescatado una vieja cantinela (¡Radomir (Antic), te quiero...!) para aclamar a coro a su nuevo ídolo, que ya lleva seis goles en cinco encuentros oficiales, incluido el de competición europea.
Quién le iba a decir hace un mes a la hinchada colchonera que la desgarradora pérdida de un crack como Diego Forlán y, sobre todo, la desairada marcha del adorado Sergio Kun Agüero, trajera consigo a todo un Tigre, apodo que acuñó la afición del River Plate, club que supo ver su potencialidad, tras debutar en 2005, donde cultivó su reputación futbolística antes de dar el salto al Oporto, el sueño europeo.
En su primera temporada con el equipo portugués, Falcao anotó 34 goles en 42 partidos (25 en Liga) y en la segunda, además de sus 16 goles en la Liga y cuatro en la Copa, arrasó en la Liga Europa que ganó con su equipo, con 18 tantos en el torneo, cuatro en la semifinal ante el Villarreal.
El Oporto, que pagó al River por Falcao 5,5 millones de euros, lo pudo traspasar dos años después al Atlético por 40 millones, más variables, convirtiéndose en el fichaje más caro en toda la historia del club madrileño y la mayor cantidad pagada por un futbolista de un club luso.
Los seguidores del Atlético se quedaron pasmados con la operación, por desmedida. Resulta que el Manchester City abonó por la cláusula de rescisión de Agüero 45 millones y el montón casi se va íntegro en la contratación de este delantero colombiano de 25 años, pero no es lo mismo golear en Portugal que en la Liga BBVA.
En pocos días aquellas dudas razonables han desaparecido por completo. Falcao es el hombre. Tiene clase, habilidad y lo remata todo, como demostró durante el encuentro contra el Sporting, el pasado miércoles. Le sobran ganas, entrega y espíritu de campeón y, sobre todo, realmente posee el instinto depredador del tigre. "Y además es un chico encantador", destaca su compatriota Perea, su cicerone en el vestuario del Vicente Calderón, no en vano Falcao también tiene fama de tímido cuando se quita la guerrera de futbolista.
Hoy mismo le aguarda un desafío enorme, como a todo este Atlético de Madrid que ha recuperado el vigor y la ilusión con la nueva etapa abierta tras la llegada del delantero colombiano y el resto de los fichajes (Adrián, el brasileño Diego, el turco Arda Turan, Koke o Gabi). Le aguarda el Camp Nou (22.00 horas, La Sexta), el Barça superlativo, Messi y las comparaciones...
Ambos vivirán su primer enfrentamiento en la Liga española. Ambos acumulan ya cinco tantos en las cuatro primeras jornadas. El barcelonista, en 299 minutos disputados; el atlético, que no pudo estar en el primer choque al no haber recibido el pase internacional, en 247.
De momento, el atacante argentino se ha convertido en una pesadilla para el Atlético, a quien ha marcado once goles en diez partidos de Liga. Siete en el Camp Nou.
desafío y amistad Hoy se desafían porque así lo exige el guión, pero ambos comparten otra aventura. Falcao es de los habituales en el equipo de Amigos de Messi, que se dedica a jugar amistosos por Suramérica para recaudar fondos con fines humanitarios. No en vano el hijo de Radamel, un rudo defensa que jugó en los años 80 y que, además de darle su extraño nombre añadió el de Falcao en honor al genial centrocampista brasileño, es un ferviente cristiano evangélico, tanto o más que el mismísimo Kaká, y forma parte de los Atletas de Cristo.
El ataque de fe lo sufrió mientras convalecía de una grave lesión en su rodilla derecha (ligamento cruzado anterior y menisco) que sufrió cuando estaba en River y que le mantuvo diez meses sin jugar. Durante ese tiempo fue captado para la causa evangelista. "Entonces saqué fuerzas de Dios para recuperarme y seguir jugando al fútbol", afirma. Y también en ese ambiente encontró el amor mundano, Lorelei Dahiana Tarón, a quien conoció en la iglesia, entre oración y canto; se casó después de tres años de casta relación y con la que vive, feliz, al son de los discos de Los locos por Jesús.