MIS equipos dan resultados a partir del segundo año", reiteraba José Mourinho en la pasada campaña, una vez comprobado que no había forma de echarle el guante al inconmensurable Barça. Pues bien, apenas consumido un mes de competición, con cuatro partidos ligueros disputados, el Real Madrid ha firmado su peor arranque de las siete últimas temporadas, igualando la firmada en la campaña 2005-06 con brasileño Wanderley Luxemburgo en el banquillo, destituido tras la décimo cuarta jornada.
Los dos últimos encuentros han sido paradigmáticos para reputación de Mourinho y su estelar plantilla: el pasado sábado fueron incapaces de marcar un gol al modesto Levante, de donde regresaron además derrotados, y tampoco pudieron batir al Racing, otro modesto que además afrontaba la cita mermado por las numerosas bajas, poniendo en posición de disparo a todo su arsenal: Kaká, Higuaín, Cristiano Ronaldo y Benzema.
La presente temporada arrancó con la Supercopa de España, una especie de bolo veraniego que sin embargo alcanzó temperaturas de ebullición por engarzar otros dos Barça-Real Madrid en una semana.
Los muchachos de Guardiola, menos rodados, terminaron ganando el título y el Real Madrid protagonizando otro antológica exhibición antideportiva con la alevosa agresión del brasileño Marcelo, que fue expulsado, sobre Cesc Fàbregas y la tangana ulterior, que pasará a la historia por las imágenes de Mourinho metiéndole el dedo en un ojo a Tito Vilanova, el ayudante del técnico blaugrana.
Según publicó ayer la prensa madrileña, Florentino Pérez bajó al vestuario madridista tras la conclusión del partido ante el Racing, el pasado miércoles, y se fundió en un abrazo por Mourinho. Un gesto que se ha interpretado como la ratificación de su confianza en la figura del preparador portugués.
"Lo que hace Mourinho es defender al Real Madrid", reitera Florentino Pérez, desdeñando la mala imagen o los cadáveres que ha dejado por el camino en su ciega convicción de que el ganador Mourinho terminará por darle la razón. Y títulos.
Uno de esos cadáveres, y eminente, ha sido el de Jorge Valdano, brazo derecho y consejero personal del presidente madridista hasta que la pasada primavera decidió cortarle la cabeza por polemizar con el técnico luso, que desde entonces ejerce poder absoluto en la parcela deportiva.
Valdano, que antes se tragó el sapo sin rechistar (era un reconocido anti-Mourinho), ahora vuelve a asomar por la trinchera periodística y se toma cumplida revancha. "El Real Madrid debe centrarse en el fútbol y abandonar toda teoría arbitral", la gran obsesión de Mou, o que "todos los jugadores quieren demostrar que son capaces de correr y luchar y se olvidan de jugar", dijo.
Tras el partido frente al Racing, Mourinho volvió a utilizar la figura del árbitro buscando excusas falaces. Una excusa que comienza a causar hartazgo en la prensa madrileña, que si antes le apoyaba sin apenas fisuras, ahora le critica abiertamente.
También suenan voces críticas desde el vestuario blanco. Unas hablan off the record objetando sus métodos, sobre todo para intimidar a los árbitros. Otros, como el capitán Iker Casillas, hombre de peso y prédica, ya se atreve a contradecir al técnico luso y se dejan de zarandajas. "La imagen dada no es la correcta, ni está a la altura del Real Madrid".
A falta de saber cómo reaccionará la hinchada blanca mañana, cuando el Real Madrid se enfrente en el Bernabéu a otro modesto como el Rayo. No hay alarmas. El referente ineludible y adulado, el Barça, tan solo tiene un punto más en la clasificación liguera, y también ha mostrado síntomas de fatiga y vulnerabilidad.