BILBAO
eL pasado martes Romario de Souza Faria fue multado por negarse a pasar un control de alcoholemia, en una calle de Río de Janeiro, justo una semana después de anunciar que se presentaba como candidato a diputado por el Partido Socialista Brasileiro (PSB) en las elecciones previstas para el próximo mes de octubre, corroborando así que la carrera política de O Baixinho, aquel fabuloso delantero que llevó a Brasil a reencontrarse con su grandeza futbolística cuando ganó el Mundial de EE.UU."94, va muy en serio.
No faltaron las voces, sin duda cargadas de ironía, que aplaudieron la nueva vocación del ex futbolista. No en vano le avala una procelosa carrera de choques con la ley, que incluso le han llevado a la cárcel, ilustrando que Romario podrá ser cualquier cosa menos un probo y ejemplar ciudadano.
La candidatura de Romario se hizo pública aprovechando el prime time televisivo, durante un corte comercial de la telenovela central del canal O Globo, uno de los programas más vistos en Brasil.
"Mi principal objetivo es trabajar con todas mis fuerzas para ayudar a los niños pobres. Ahora estoy afiliado. Y mucho va a suceder de aquí en adelante", aseguró en tono solemne durante el spot publicitario.
El contraste, sin embargo, es elocuente. Romario se encuentra asediado por problemas financieros y legales tras una acumulación de deudas al fisco que en 2006, última fecha de actualización, alcanzaban los 522.500 dólares.
Por si fuera poco, el mes pasado, Romario vio cómo le era confiscado parte de su patrimonio para pagar la indemnización al ex entrenador Mario Lobo Zagallo, cuyo rostro fue caricaturizado para adornar uno de los baños del extinto bar Café do Gol, propiedad de Romario. La gracia le sentó a cuerno quemado al legendario seleccionador brasileño, que acudió a los tribunales pata tomarse cumplida venganza.
Un año antes, Romario vivió un verdadero escándalo con la subasta de su lujoso apartamento en Río, valorado en 4,5 millones de dólares, para pagar deudas. Además sufrió condena por evasión fiscal y estuvo en medio de una investigación policial por un asesinato vinculado a una red de apuestas ilegales.
El periódico O Dia reveló entonces que Romario contrajo una deuda de 3,7 millones en un juego de azar, y que incluso recibió amenazas de muerte de sus acreedores.
Las razones Para coronar su larga trayectoria, con una veintena de procesos judiciales, el pasado mes de julio O Baixinho llegó a pasar 22 horas detenido hasta que pagó una deuda de pensión alimentaria de 45.000 dólares a su primera esposa, madre de dos de sus seis hijos.
Con este amplio muestrario de irregularidades, ¿como un partido político se atreve a acoger en su seno y promocionar a un personaje con semejante currículum?
Precisamente por eso. Porque es todo un personaje. Un auténtico ídolo en Brasil, donde el fútbol es como una religión, y sobre todo en Río de Janeiro, donde le adoran después de haber jugado en los tres grandes clubes de la capital, Flamengo, Fluminense y sobre todo Vasco da Gama, el arranque de su extraordinaria carrera, a principios de los años ochenta, y también el punto y final, en la temporada 2007-08, a los 42 años de edad, después de anotar mil goles, según su estadística particular, cifra que no está oficialmente reconocida.
Algo así como Maradona en Argentina, donde se le perdona todo y mantiene tratamiento de majestad, pese a su dislocada trayectoria vital.
Además, Romario logró el Balón de Oro en 1994 formando parte del Dream Team azulgrana que diseñó Johan Cruyff, y sobre todo abanderó la selección brasileña que recobró su liderazgo futbolístico al ganar el Mundial de Estados Unidos poniendo fin a 24 años de frustraciones.
Tampoco olvidan sus potenciales votantes que, después de jugar en equipo de medio mundo (PSV, Barça, Valencia, Al-Sadd Sport, Miami CF o Adelaide United), este parrandero confeso, que siempre dijo lo que pensaba sin pensar lo que decía, sigue fiel a sus orígenes. Nacido en la miseria de la favela de Jacarezinho, en Río, ha fomentado una institución con aulas de fútbol para 2.000 niños.
A la vez ejerce de mánager del modesto América, cargo que asumió en homenaje a su difundo padre, honcha de este equipo. Curiosamente, el pasado 14 de febrero despidió al técnico. Nada menos que Bebeto, amigo y compañero en la delantera de aquel Brasil campeón en 1994.