gasteiz. El esperpento continuo en el que se ha convertido la actualidad del Alavés vivió ayer un nuevo capítulo sorprendente con la dimisión en bloque de su consejo de administración, con Fernando Ortiz de Zárate a la cabeza. En un momento especialmente delicado para el futuro de la entidad, porque los pagos urgen y no hay dinero en la caja para hacer frente a los mismos, el presidente albiazul se echa a un lado y carga las tintas contra la Diputación Foral de Araba. Desde el Palacio de la Provincia se ha acusado los últimos días al máximo accionista albiazul de torpedear la llegada a la entidad de nuevos inversores y Ortiz de Zárate pretende ahora hacer ver a la opinión pública que él no pone "trabas ni impedimentos" a la llegada de otros empresarios que ayuden a solventar el agujero de las arcas para el que no existe solución en el seno del propio club, porque la familia Ortiz de Zárate no está dispuesta a realizar un nuevo desembolso millonario.

Las acusaciones vertidas por la Diputación, que señaló al actual presidente como el gran culpable de que no hayan llegado nuevos inversores al club al tener que pasar por su filtro, han sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de un presidente al que la situación está superando. El rumbo deportivo de la entidad va en picado y la acumulación de reclamaciones de pago para las que no hay dinero se han convertido en un lastre muy pesado para un Ortiz de Zárate que ahora espera que aparezcan inversores dispuestos a poner sobre la mesa el efectivo necesario para evitar la liquidación inmediata de la entidad por no hacer frente a obligaciones de pago derivadas del proceso concursal.

Y es que la cuesta de enero se está cebando especialmente con un Alavés que venía arrastrándose desde hacía tiempo. Ahora ha recibido un puyazo casi definitivo que ha dejado agotado el margen de maniobra de un Ortiz de Zárate que no puede hacer frente a sus obligaciones si alguien no le ayuda desde fuera. Las reclamaciones por la deuda privilegiada del proceso concursal y el pago de buena parte de las nóminas de la plantilla están a la vuelta de la esquina y la capacidad del club para hacer frente a dichos pagos es nula.

El accionista mayoritario necesita cuanto antes una inyección económica y por eso aduce que le han molestado las acusaciones de una Diputación a la que ayer no comunicó anticipadamente su dimisión. "Se habían generado dudas en la opinión pública que no eran verdaderas y teníamos que responder de manera clara a esas graves acusaciones. Nos retiramos a un segundo plano para que esos accionistas que han llamado, y a los que dicen que no hemos dejado entrar, tengan vía libre. Seguro que ahora aparecen todos esos inversores de los que hablan", explica el presidente.

Ortiz de Zárate muestra ahora una actitud de absoluto cansancio y casi resignación ante una situación que se ha ido deteriorando con el paso de los días y espera una solución rápida para que el club no desaparezca sin descartar tampoco su paso definitivo a un segundo plano: "Ahora no tengo ni idea de lo que puede pasar, pero si viene alguien y pone dos millones yo me iré muy a gusto a Ibaia a ver fútbol de base".

continuidad en funciones En esta tesitura, la dimisión del presidente y su consejo de administración es un golpe de efecto para cargar las tintas contra la Diputación, eclipsando las dificultades del accionista mayoritario para comandar la nave albiazul. Porque si hasta la fecha su gestión no puede calificarse como buena, los últimos acontecimientos -con un fracaso de la ampliación de capital y una negociación para la llegada de nuevos inversores de juzgado de guardia- han dejado en entredicho su capacidad.

Ahora, la supervivencia del Alavés queda supeditada a la aparición de nuevos inversores que se hagan con el control de la entidad, con o sin Ortiz de Zárate con un puesto en la directiva. De momento, y hasta la junta extraordinaria, los actuales dirigentes seguirán cumpliendo con las funciones que desempeñan, aunque de manera interina.