ECÍAN de él que era el nuevo Zlatan Ibrahimovic. Que hacía bueno a Mario Balotelli. Esa es la fama que se ganó Marko Arnautovic (Viena, 1992) a su paso por la Eredivisie, la Calcio o la Bundesliga. Una reputación que el delantero austriaco se ganó con esfuerzo titánico, casi diario, a base de fiestas, cogorzas y alguna que otra pelea. Incluso se rumorea que tuvo su propia marca de ginebra. Así que en el Twente, en el Inter de Milán y en el Werder Bremen todos le recuerdan con una sonrisa que evoca más a su vida extradeportiva que a sus registros goleadores. De hecho, primero Mourinho, con quien coincidió en San Siro, le definió como “una fantástica persona, pero tiene la actitud de un niño”. Y, después, cuando Arnautovic estaba haciendo las maletas para dar su salto a la Premier League, su excompañero y amigo Balotelli quiso avisar a los periodistas: “Os prometo que Marko me hará parecer el tipo más aburrido del mundo”.

Sin embargo, contra todo pronóstico, cuando el delantero austriaco aterrizó en el Stoke City allá por 2013, se calmó. Quiso dejar la mala fama que le acompañó en otras ligas, con acusaciones de racismo, peleas e insubordinaciones. Y se centró en el fútbol. “He cambiado mucho. Cuando llegué a Inglaterra todo el mundo decía: esta aquí el nuevo Balotelli. Entonces me dije a mí mismo: no puedes ir por ahí así, cuando tu hija lea todo lo que dicen de ti pensará que su padre está loco”, confesó en una entrevista a The Telegraph. Así que Arnautovic cerró un expediente repleto de actos de indisciplina y contenciosos para centrarse en el fútbol, su profesión. “Aprendí a mantener la boca cerrada, las manos abajo y centrarme en marcar goles, esa es la mejor respuesta”, explicó. De esta forma se ganó un puesto titular en el Stoke y en 2017 se convirtió en el fichaje más caro del West Ham, que se hizo con sus servicios a cambio de 20 millones de libras -unos 23 millones de euros-. Ahora es una de las sensaciones de la Superliga China, puesto que se enroló en las filas del Shanghai Port; pero la Eurocopa 2020 volvió a sacar sus viejos demonios. Ese carácter volcánico que ya creyó enterrado.

De hecho, el campeonato continental hizo resurgir sus pasadas excentricidades y llegó a la concentración de su selección en un Rolls Royce. Sin embargo, fue en el pasado encuentro de Austria contra Macedonia del Norte (3-1), ese que abrió el grupo C, cuando Arnautovic volvió a ser el polémico de antaño. El delantero marcó el tercer gol de su selección, un tanto que certificaba la primera victoria de Austria en la historia de la Eurocopa -solo ha participado en tres ediciones (2008, 2012 y 2020)-. Y se volvió loco. Los gestos y los gritos de Arnautovic no dejaron lugar a dudas; por eso, aunque su amigo y compañero David Alaba intentó taparle la boca con sus propias manos, todos en el Arena Nacional de Rumanía vieron lo ocurrido. El delantero austriaco escupió varios insultos a su rival de origen albanés Ezgjan Alioski. De hecho, los escupió tan alto que llegaron a oídos de la UEFA. Y esta fue contundente: apertura de expediente y un partido de sanción. Arnautovic pidió perdón y se mostró arrepentido. Incluso llegó a decir que “yo soy el demonio y Alaba, el ángel”. Pero el austriaco no se libró de cumplir el castigo.

Invicta Italia

Así pues, Arnautovic se perdió el encuentro en el que su selección cayó contra Países Bajos (2-0); pero regresó para finalizar la fase de grupos con la victoria de Austria ante Ucrania (0-1). De igual manera, el delantero será casi con toda probabilidad de la partida en el duelo de los octavos de final ante Italia (21.00 horas). Un encuentro en el que la Nazionale parte como gran favorita, pero al que Arnautovic llega con las deudas pagadas, la lección aprendida y con ganas de sorprender a la Azzurra.

El delantero fue castigado con un partido de sanción por celabrar su gol ante Macedonia increpando a Alioski, de origen albanés