Dar la bienvenida al 'aquí' y al 'ahora' con aceptación, gratitud y curiosidad. Apagar el piloto automático para (re)conectar con el presente instantáneo. Es la esencia del mindfulness, término que se traduce como "atención plena" o "conciencia plena". Y ahora se expande para llegar a las aulas de colegios e institutos de diversos puntos del planeta. En esta línea, el Programa TREVA (técnicas de relajación, meditación y mindfulness aplicadas al aula) es una propuesta pionera en el estado Español y respaldada científicamente.

El doctor en Psicología y director de esta iniciativa, Luis López expone cuál es la realidad cotidiana detrás del denominado 'clima de clase': "Lo que ocurre en una clase es la suma de varios elementos y circunstancias: el número de alumnos, el estado psicológico de cada uno de ellos, el horario de la lección, tipo de materia, situaciones familiares y personales, tensiones, etc."

En cuanto a los beneficios de esta práctica, el listado de aspectos positivos despeja cualquier atisbo de duda: "Los profesores aprenden a vivir más sosegados, logran claridad mental, se reduce su estrés, entran en un Estado de Flow en el que disfrutan de lo que hacen y adquieren mente de principiante, es decir, evitan prejuzgar lo que va suceder a continuación en la clase", señala López.

"Para que el mindfulness resulte eficaz para los educadores, se tienen que dar dos condiciones básicas. La primera es el entendimiento de esta práctica a partir de los antecedentes científicos y no desde la creencia ciega. Esto no es ninguna religión o corriente esotérica", recalca.

La segunda se resume en una sola palabra, 'formación': "El programa TREVA instruye al maestro y después le prepara para que pueda aplicar estas técnicas. Por ello, es necesario que no lo asuma como una formación obligatoria más, sino como un oasis", defiende. Sin embargo, López recuerda que el compromiso personal es imprescindible, ya que "no se puede aplicar dentro del aula lo que no se practica fuera de ella".

Con relación a esto, la profesora de la Universidad del País Vasco especializada en Psicodidáctica, Alazne González analiza la repercusión del mindfulness en el ambiente de la clase: "Las emociones son virales. Si el profesional se ve inmerso en un cuadro de ansiedad, el alumnado lo nota. Si el docente está motivado, motivará a los estudiantes".

También hace mención a su propia experiencia: "A título personal, incluir y asimilar de una manera automática las técnicas de respiración cuando notas que el monstruo del estrés se acerca, ayuda a rebajar la tensión y a superar el estadio de 'burnout' del que solemos adolecer aquellas personas que nos dedicamos a impartir clases".

Proceso integrador

"Asimismo, no se puede comprender un proceso de mindfulness en un ámbito de educación formal sin integrar al alumnado. Lo mejor para los estudiantes y el profesorado es compartir y aprender estas pautas en el aula, como puede ser al inicio y al final de la jornada", argumenta.

¿Y cómo se podría fusionar el mindfulness con el resto de materias curriculares? Para esta especialista, la materia y la disciplina impartidas son indiferentes: "Lo que sí que hace falta es una herramienta transversal para ponerlo en práctica. De hecho, esto ya existe", afirma.

"En educación Infantil y Primaria se suele usar un póster o figura física de un semáforo para mostrar a los niños cómo gestionar los sentimientos negativos. El rojo significa detenerse (por ejemplo, un enfado), amarillo, reflexionar (el motivo del enfado) y el verde, buscar una solución al problema. De la Secundaria en adelante, omitimos el formato físico para tener una imagen mental de la metáfora", añade.

Presentes y conscientes

Su visión sobre el rol de los educadores es clara: "Los buenos docentes son aquellos que lidian de manera saludable con sus sentimientos positivos y negativos, y saben transmitir equilibrio emocional a su alumnado".

"A fin de cuentas, el mindfulness no es otra cosa que aprender a ser conscientes de qué estamos experimentando en cada momento: el movimiento de un brazo, la tensión muscular del cuello, el sudor de nuestra frente ... Pero, sobre todo, ser conscientes de qué nos sucede a nivel intrapersonal; ya sea felicidad, angustia, asombro o estrés", concluye.

Pautas de mindfulness

El responsable de TREVA, Luis López comparte algunos hábitos sencillos que el profesorado puede incorporar en su rutina diaria:

  • Hacer tres o cuatro respiraciones profundas antes de entrar al aula.
  • Preparar el material para empezar la lección o borrar la pizarra de forma consciente.
  • Barrer con la mirada al alumnado.
  • Pasear por el aula de forma consciente.
  • Mantenerse en todo momento en contacto con el suelo y con la gravedad, lo que aporta seguridad al docente.
  • Hacer un ejercicio de visualización en casa. Consiste en que el profesor reflexione sobre cómo le gustaría que fuese la clase y cómo reaccionar ante las situaciones que se produzcan en ella.
  • Rituales a la entrada y la salida. Se basan en que los estudiantes recojan las sillas con tranquilidad.
  • En lugar de dar por finalizada la explicación en cuanto suena el timbre, el profesor se encargará de acabar progresivamente.