Dibujarse un perfil propio alejándose de Alberto Núñez Feijóo ha sido la gran asignatura pendiente de Alfonso Rueda (Pontevedra, 8-VII-1968), un consejero de Presidencia desde 2009 que pasó hace dos años a regir el feudo gallego sin pasar por las urnas cuando su líder dio el salto a Madrid y que afrontaba una reválida que podía haber acabado con su trayectoria y con las aspiraciones de su anterior jefe. Su padre, el político popular José Antonio Rueda, le recomendó alejarse de un mundo del que él mismo había salido desengañado pero el efecto fue el contrario. No en vano, su progenitor, concejal, senador y vicepresidente de la Diputación de Pontevedra, cayó en desgracia al alinearse con el vicepresidente Xosé Luis Barreiro en el enfrentamiento que este mantuvo con el presidente de la Xunta Fernández Albor. Fiel a Barreiro, se afilió a Coalición Galega y fue su número 2 en las listas de 1989 por Pontevedra. Su hijo Alfonso le votó e incluso hizo de interventor para el partido. 

Alfonso Rueda no solo se formó en Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela sino que, además, opositó a secretario municipal, afiliándose al PP con 22 años. Su mayor escollo es, sin embargo, su anonimato pese a su espontaneidad y naturalidad en las formas. En las anteriores elecciones se presentó como número 3 por Pontevedra alejado de los focos pese a haber ostentado la consellería de Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza de 2009 a 2020; la de Presidencia, Xustiza e Turismo de 2020 a 2022; y la vicepresidencia de la Xunta de 2012 a 2020, además de haber sido secretario general del PP de Galicia entre 2006 y 2016.

Como le han descrito quienes siguen la actualidad política de su feudo histórico, “la sombra de funcionario gris que arrastra ha sido siempre demasiado alargada, y la penumbra que proyecta el hiperliderazgo de su antecesor, demasiado ancha”. Fue precisamente su perfil bajo el que interesó a Núñez Feijóo allá por 2005, cuando le encomendó reconstruir el partido tras el Prestige, la marcha de Fraga y la pérdida de la Xunta. En aquella época, Rueda era el presidente de Nuevas Generaciones de Pontevedra.

Todo un ‘runner’

En el ámbito privado, el presidente de la Xunta tuvo dos hijas con su novia de la universidad y las últimas navidades ha releído Ollos de auga, primer libro de la trilogía del fallecido Domingo Villar. Estuvo a punto de dejar la política porque sentía que no dedicaba a su vida familiar el suficiente tiempo. Tampoco para su mayor afición: el running. Todos los días madruga para pegarse una caminata o una carrera kilométrica que nunca dura menos de una hora cronometrada, aunque haya una borrasca monumental. Motero militante porque le da sensación de libertad, su primer ciclomotor fue una BMW F650, en 2002, pero antes, cuando su independencia económica era precaria, fue copropietario de una Vespa que adquirió a medias con un amigo. 

En un vídeo de las navidades de 2022 -con cameo de Mariano Rajoy incluido- se le veía recorriendo en moto todos los concellos de Galicia deseando felices fiestas y autoparodiándose, explicitando que pese a llevar ya muchos años en política, no todos los gallegos lo conocían. Y ese es uno de los rasgos de su carácter, un fino sentido del humor que demuestra cuando por ejemplo cuenta alguna historia del riquísimo anecdotario de Fraga.

Aunque se asocia a Rueda como la sombra de Feijóo, puede pensarse que en Galicia Feijóo fue la sombra de Rueda, que consigue desquitarse el marchamo de haber sido presidente a dedo. En clave de política interna ya había logrado mantener la paz en las filas y se anotó el pasado año un hito en la política autonómica: el paso a un lado negociado de Manuel Baltar que supuso echar el cierre a una etapa histórica en la vida ourensana, aunque el hasta hace pocos meses líder provincial continúa como senador por designación autonómica. Rueda se ha librado de acabar trasquillado y, de paso, impulsa la táctica de Feijóo de combatir a Sánchez contra viento y marea.