El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha resuelto ante una denuncia de un sindicato acreditando que, en relación a las mascarillas y las batas, ha habido en Osakidetza incumplimientos en materia de prevención de riesgos laborales y conminando a tomar mayores medidas de protección. Según Osakidetza el Tribunal ha declarado que su actuar "no puede ser calificado ni de insuficiente, ni de antijurídico" y que ha rechazado "prácticamente la totalidad" de las peticiones del demandante.

Y es que a un empleador se le deben exigir los más altos estándares de seguridad en un juicio razonable y ponderado que tenga en cuenta la realidad. Todos sabemos ahora lo que Osakidetza debería hacer hecho hace meses. Pero nadie lo sabía entonces y por eso nadie lo hizo: ninguna Comunidad Autónoma, ninguna empresa privada y ningún país europeo.

Una vez en medio de la crisis fuimos aprendiendo según pasaban los días y llegaba la información de la OMS, de la comunidad científica o de la propia experiencia médica. Que no hubiera suficientes recursos y conocimiento es natural. Ante fenómenos nuevos aprendemos sobre la marcha.

Eso significó que muchos tuvieron que trabajar asumiendo riesgos. El personal sanitario a la cabeza. En distintas medidas también el personal de limpieza, de los supermercados o todos quienes hicieron que el país no se paralizara y pudiéramos sobrellevar el confinamiento. Judicializarlo es utilizar a los jueces y el derecho laboral para hacer oposición política. Me temo que hay aquí más de intención política que de labor sindical de protección laboral.

La alternativa imposible habría sido paralizarlo todo, servicios esenciales incluidos, hasta que llegara el material adecuado y supiéramos gestionar la crisis sin margen de error. Otra paradoja del asunto es que si finalmente los materiales de protección llegaron fue porque hubo miles de personas que trabajaron para ello sin las condiciones óptimas.

No quiero hacer partidismo. Me da igual de qué partido sean. Sea Osakidetza o los servicios de salud de Galicia o del Estado o los servicios de limpieza o de policía municipal del ayuntamiento gestionado por cualquiera de los partidos que se presentan a las elecciones. A todos ellos debemos agradecer que el país no se paralizara y la situación se revirtiera gracias a que se actuó sin tener todos los medios, ni toda la información.

Una encuesta publicada ayer sábado reflejaba que el 89% de los vascos aprueba la labor de Osakidetza durante la pandemia, con una muy notable nota media de 7,1 sobre 10. Los hay sin embargo que seguirán su búsqueda de ese magistrado, que quizá por algún lugar exista, que mire el amanecer de anteayer y reproche que todo se debió hacer sin error y con antelación. Mientras tanto yo sólo puedo celebrar que aquellas semanas locas hubiera personas que, obligadas a actuar al minuto, asumieron responsabilidades endiabladamente difíciles y actuaron con información escasa, confusa, cambiante y contradictoria.