CHILE conmemora hoy el 50º aniversario del golpe militar liderado por el general Augusto Pinochet que derrocó por la fuerza de las armas y las bombas al presidente democráticamente elegido Salvador Allende e instauró una de las dictaduras más largas, crueles, sanguinarias y liberticidas, caracterizada por la sistemática violación de los derechos humanos incluido el de la vida. Las consecuencias de la asonada contra el Gobierno socialista de Allende desde el mismo momento del alzamiento militar fueron brutales para la población chilena que no comulgaba ni con las ideas ni con los métodos de Pinochet. Desde el bombardeo del Palacio presidencial de La Moneda con el suicidio de Allende ante la imposibilidad de hacer frente al Ejército sublevado, el Estado chileno admite a día de hoy cerca de 40.000 víctimas entre ejecuciones, detenciones, torturados y desaparecidos. En contra de lo que pudiera parecer, medio siglo después del golpe Chile no solo no ha superado las heridas de la dictadura sino que se encuentra aún profundamente dividido y polarizado respecto a aquellos hechos y no ha hecho un ejercicio global de memoria democrática, aunque sí ha habido algunas condenas, como las recientes dictadas contra los asesinos del cantante Víctor Jara. Se desconocen aún todas las violaciones de derechos humanos perpetradas por Pinochet, que, pese a los esfuerzos para juzgarlo, murió impune en 2006 en un hospital de Santiago. Y ello pese a que por primera vez en cincuenta años el país vuelve a tener un presidente de izquierdas, Gabriel Boric. Es más, entre la ciudadanía cunde el desconocimiento y el desinterés por estos oscuros episodios de su historia y dos de cada tres chilenos continúan respaldando el golpe. La derecha, en gran parte heredera de la dictadura pinochetista, sigue legitimando la asonada y hace responsable de ella al presidente Allende. De hecho, los partidos conservadores no van a participar en los actos conmemorativos de hoy, a los que asistirán diversos mandatarios mundiales. Chile tiene ante sí un gran desafío de cara al futuro. Ni siquiera ha sido capaz de aprobar una nueva Constitución tras un intento fallido rechazado en referéndum, por lo que aún sigue vigente la de la dictadura. La polarización social y política es extrema y amenaza con impedir avances que puedan imposibilitar que la historia se repita.