AVANCES logrados. Avances pendientes. La jornada del 8 de marzo llega un año más sin que haya perdido fuerza un ápice su carácter reivindicativo. A pesar del ruido generado por la reforma de la ley del solo sí es sí, que nos dejó ayer un nuevo debate bronco por momentos en el Congreso de los Diputados, el 8-M no ha perdido un gramo de peso social. Y es aquí, y sólo aquí, donde debemos poner el acento para que la marea morada no pierda fuerza. Emakunde nos propone en esta ocasión –bajo el lema Emakumeak Gora!– reivindicar el acceso de las mujeres a altos cargos de responsabilidad y ejecutivos. Techos de cristal, en algunos casos todavía de hormigón, que van rompiéndose para lograr un mayor liderazgo femenino en los puestos de decisión de las empresas. Muestra de ello, este periódico DEIA, que cuenta con una mujer en su dirección por primera vez en 45 años. Circunstancia que ha aprovechado el rotativo para reflejar las opiniones de sus trabajadores y trabajadoras a lo largo de toda la edición de hoy. Según distintos estudios, sólo el 26% de los miembros de la alta dirección de las medianas empresas vascas son mujeres y cae al 6% ocupan cargos en la gerencia. La feminización de los trabajos precarios sigue siendo una realidad muy latente todavía hoy en día y camina paralela a esa brecha de la confianza en la que estereotipos y tendencias de género inciden de manera demasiado directa en la carrera profesional de las mujeres. La campaña de Emakunde impulsada conjuntamente con el departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno vasco; las tres diputaciones forales; Eudel y los ayuntamientos de las tres capitales de la CAV, busca desmontar creencias como que las mujeres están menos preparadas para asumir esos puestos de responsabilidad (del total de personas con estudios superiores en Euskadi, ellas representan casi el 60%). Queda trabajo, pero también hay un largo camino recorrido y el esfuerzo de muchas miles de mujeres durante décadas merece ser valorado, reconocido y no verse enterrado en polémicas políticas o tentaciones de patrimonializar su lucha. Obligado, por tanto, un nuevo 8-M en el que el trabajo no cese con un doble objetivo: promover cambios reales en nuestra sociedad actual y sentar, con ello, nuevas bases para generaciones futuras. Emakumeak gora!
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