Si hay algo de lo que podemos enorgullecernos los comerciantes de Bilbao es del hecho de que nuestro modelo de negocio está perfectamente alineado con los valores más en boga: un modelo de consumo local, responsable y sostenible, coherente con las pautas de respeto al medio ambiente, y comprometido con su entorno más cercano.

Nuestra propuesta se aleja de las pautas de consumo propiciadas por la globalización. En el centro de nuestro modelo está el cliente y en conectarnos con él para darle lo que necesita, dado que sus hábitos de compra han cambiado. Porque, ¿qué sentido tiene comprar artículos que se fabrican en el otro extremo del planeta, sin intervención alguna por parte de agentes económicos locales, y que viajan miles de kilómetros para acabar siendo distribuidos puerta a puerta a través de un complejo sistema logístico que implica más tráfico, más contaminación, más huella de carbono?

Por el contrario, el comercio y la hostelería locales proponen una economía cercana y de pequeña escala, pero que en su conjunto constituye un sector económico clave en el ámbito de nuestro territorio. Pequeñas empresas que crean empleo y generan actividad económica de proximidad, y que recaudan impuestos que finalmente revierten también aquí. Negocios conectados al concepto de kilómetro cero, a la idea de acudir al recurso local siempre que esté disponible, y ayudar de esta manera a evitar el derroche de un recurso crucial como la energía.

Nuestro sector es, además, un agente caracterizado por su fuerte implicación con la comunidad a la que pertenece, como se ha puesto de manifiesto en circunstancias bien difíciles, cuando ha dado lo mejor de sí mismo para hacer llegar al público productos de primera necesidad, tanto de alimentación como de tantos otros servicios esenciales en el día a día.

Con un bagaje como éste, el comercio puede y debe afrontar el futuro inmediato con confianza en sus capacidades, con formación cualificada tanto para los comerciantes activos como para los nuevos empresarios, apostando por el trabajo bien hecho, basándose en la cercanía y la calidad de servicio a su clientela, y apoyándose desde luego en una vía con una larga tradición en Bilbao, como es el trabajo colectivo y el apoyo mutuo a través de las asociaciones. Con todos estos recursos a su favor, el comercio de proximidad es sinónimo de comercio de futuro.