Hace dos semanas, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) tomó la decisión de aplacar el ritmo de las subidas de tipos de interés que había comenzado en el verano de 2022. Optó por mantener las tasas en el 4,5%, consciente de que los efectos de los incrementos en el precio del dinero están poniendo en aprietos a empresas y familias, en especial en los países del sur, como España, Portugal e Italia. La subida de los tipos está permitiendo ir rebajando de forma progresiva la demanda y, con ello, la inflación, aunque aún se percibe demasiada alta en partidas como la cesta de la compra de los alimentos. Así, la inflación en la Eurozona fue del 2,9% interanual en octubre, por el 4,3% registrado el mes anterior. Cada vez más cerca del 2% que el BCE y todos los organismos internacionales consideran como necesario para asegurar que los precios están bajo control. El problema es que el margen de maniobra en el problema de la inflación es estrecho y ya se están produciendo las primeras señales de ralentización en el crecimiento, con las previsiones estimando un 2024 de menor impulso.

“Tardaron en actuar para subir las tasas y ahora estaban tardando en parar esas subidas”, resume Massimo Cermelli, profesor de Economía de Deusto Business School. Lo cierto es que la Reserva Federal de Estados Unidos visualizó antes el problema de la inflación y comenzó a aplicar las subidas en marzo de 2022. El BCE se resistió a hacerlo hasta el mes de julio, cuando rompió un período de más de seis años con los tipos al 0%. Sin embargo, una vez iniciado ese trayecto, el organismo que dirige la política monetaria de los países de la Eurozona no ha vacilado en dictar aumentos de los tipos de interés hasta dejarlos en el nivel actual del 4,5%.

“Los efectos de las políticas monetarias no son inmediatos, como sí lo son los de las políticas fiscales. Por lo general se necesitan entre 18 meses y dos años para que las subidas de tipos de interés den frutos. Existe un decalaje temporal, pero yo creo que a partir de comienzos del año que viene la inflación va a estar definitivamente bajo control y habrá que empezar a hablar de problemas como la deuda y el déficit público. Pienso que el BCE no ordenará más subidas, porque se corre el riesgo de ahogar el crecimiento, que ya está dando síntomas de desaceleración en los últimos meses”, subraya el docente de Deusto Business School.

Lagarde llega al ecuador de su mandato tras dos años convulsos

Este mes se han cumplido dos años desde la llegada a la presidencia del BCE de la abogada francesa Christine Lagarde. La que fuera también directora gerente del FMI y ministra en los gabinetes de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy llega así al ecuador de su mandato. Su nombramiento supuso la contrapartida que París amarró después de dar su apoyo a Berlín a cambio de que la alemana Ursula Von der Leyen fuese escogida como presidenta de la Comisión Europea.

Nada más entrar al cargo, tuvo que lidiar con el impacto de la pandemia, que paralizó todas las economías europeas. La inflación y las crisis energéticas, agravadas por la guerra en Ucrania, la han conducido por una senda inesperada. Sus críticos aseguran que ha carecido de la agilidad y la anticipación que exhibió su antecesor Mario Draghi, que no dudó en activar todo el poder en manos del BCE para proteger al euro tras la Gran Recesión de comienzos de la pasada década. 

“La situación que afronta Lagarde es mucho más compleja que la que tuvo que superar Draghi, que aplicó una política de tipos negativos que benefició a todos los países”, subraya el profesor de Deusto Business School. No obstante, a su juicio, aunque la política monetaria que está aplicando es “coherente” - en economía, subir los tipos para reducir la demanda y así bajar la inflación es una norma de amplio consenso-, el profesor cree que “debería haber actuado antes”. En julio del año pasado, cuando el Consejo de Gobierno del BCE ordenó la primera subida de tipos, la inflación en la Eurozona ya alcanzaba el 8,9%. Ahora, casi año y medio después, se sitúa en el 2,9%, aunque entre medias ha habido -y continúa- un camino tortuoso en el que la financiación a particulares y empresas se ha complicado mucho. “Si los tipos de interés suben mucho, se ahoga el crecimiento económico”, advierte Cermelli. De momento, la buena marcha del empleo sostiene la actividad, pero ya hay indicadores que llevan meses en contracción, como el de las exportaciones. Lagarde no duda en asegurar que los tipos volverán a subir si hace falta. “Son palabras de incertidumbre, y eso no gusta a los mercados”, concluye el docente. – J. Garma

Hasta entonces, tocará seguir hablando de los precios, en especial los de los alimentos, que es una faceta en la que rebajar la demanda, el paso previo para contener la inflación,es mucho más complicado al constituir una de las partidas básicas de las que las familias no pueden prescindir. 

“El IPC de la cesta de la compra va a seguir alto, no va a ser nada fácil que los precios de los alimentos regresen a los niveles que tenían antes de toda esta crisis de inflación”, expone Cermelli, que lo atribuye a factores que ya estaban operativos, como el alto coste de las materias primas, pero también al cambio climático, con episodios como las sequías o las lluvias torrenciales que van a afectar a las cosechas, encareciendo aún más los precios.

De momento, la inflación en España quedó establecida el pasado mes en un 3,5%, lo que presupone todavía un sinuoso camino hasta que quede por debajo del porcentaje del 2%. La Comisión Europea y organismos como la OCDE llevan meses presionando al Gobierno central para que retire, coincidiendo con el final de año, medidas incluidas en el ‘escudo social’, como la supresión del IVA en los alimentos, lo que tendrá un impacto seguro en los bolsillos.