Cuando el ciclo vital hace plantearse un cambio de residencia, porque ha llegado la hora de independizarse, o bien debido al comienzo de una vida en pareja o a un proyecto de ampliación de la familia, son varios los aspectos a tener en cuenta. El primero de ellos es el relativo a la conveniencia de alquilar o de adquirir una casa nueva. Una cuestión esta fundamental de cara a la planificación de la inversión, ya que la compra de piso supone un gran desembolso económico.

En este sentido, como paso previo a la toma de esta decisión habrá que analizar los pros y los contras de comprar frente a vivir de alquiler. A este respecto es esencial profundizar acerca de si se está decidido a convertirse en propietario a costa de tener una hipoteca durante unos años o si se prefiere pagar una renta. Cada situación personal y económica hará inclinar la balanza hacia una u otra alternativa.

Una vez resuelta esta disyuntiva es necesario saber cuánto dinero se podrá invertir en la futura vivienda, calculando bien el montante para no vivir con excesivos agobios, y a partir de ahí se irá definiendo qué tipo de inmueble nos podremos permitir. Lo importante es ser realistas para evitar desilusiones y apostar por las viviendas que a ciencia cierta será posible financiar.

Lo más probable será que se necesite financiación, en cuyo caso habrá que recurrir a la banca. De hecho, para la búsqueda de la casa soñada es clave saber cuánto dinero estarán dispuestos a prestar, de cara a poder tener una idea más exacta del presupuesto total. Siempre es aconsejable conocer y comparar ofertas hipotecarias de varias entidades.

Proceso de búsqueda

En ocasiones, el lugar de residencia vendrá motivado por la cercanía al trabajo, a los colegios de los niños… Pero cuando no existe ningún requerimiento especial, el espectro es amplio. Surgen entonces las preguntas acerca de vivir en el centro o a las afueras, en un entorno de costa o de montaña, en una ciudad o en un pueblo... Tener claro el enclave donde se quiere vivir ayudará en gran medida en el proceso de encontrar la vivienda y es el punto de partida de esta búsqueda.

Aprovechar el verano para la búsqueda del inmueble puede ser la mejor opción, ya que en esta época se suele tener más tiempo libre para visitar los que interesen y para poder realizar varias visitas en un mismo día, ahorrando tiempo con ello. En cualquier caso, hay que iniciar la búsqueda con una antelación que permita tener frescos los detalles de cada casa para poder compararla posteriormente.

Con todo, encontrar la casa ideal es un reto a veces muy difícil de lograr, por lo que la decisión definitiva acerca del inmueble a adquirir hay que tomarla sin prisas, sopesando aspectos positivos y negativos de cada vivienda. Y si no hay tiempo límite para la compra es recomendable esperar hasta encontrar la que más se acerque a las preferencias particulares.

En las zonas de costa, por ejemplo, durante los meses de junio, julio y agosto, los precios suelen estar por las nubes y los trámites relacionados con bienes inmuebles pueden retrasarse. Es probable que en otras épocas del año, los precios se ajusten lo necesario para poder comprar o la negociación con el propietario anterior sea más flexible, en el caso de un piso de segunda mano.

Además, retrasar la compra tiene sus ventajas, ya que permitirá ahorrar más y, según lo observado por los expertos, quizás lograr comprar más barato.

En el caso de la obra nueva, el tiempo es un factor muy a tener en cuenta, sobre todo si la construcción no está entregada. Si la fecha de entrega de la vivienda no está próxima, habrá más tiempo para el ahorro antes de comenzar a pagar el crédito o bien para vender la anterior vivienda. En el caso de que la casa donde se reside se haya puesto a la venta, conocer al detalle el momento de la entrega del nuevo piso puede influir en la negociación del precio de su venta cuando el tiempo no apremia.