Carolina Pérez Toledo ha llegado a la cima de la organización empresarial vasca Cebek en un momento complicado tras la mayor caída del Producto Interior Bruto vasco de la historia moderna por culpa de una pandemia de coronavirus que todavía sigue condicionando la marcha de la economía y acelerando el importante proceso de cambio, de la mano de la digitalización y la globalización, en el mundo. La presidenta de Cebek defiende el "papel de las empresas en la sociedad porque gracias a su actividad generadora de riqueza y empleo tenemos el Estado de Bienestar del que nos hemos dotado", pide un "escenario atractivo, fiscal y de todo tipo", para la vida empresarial en Euskadi, defiende mayores dosis de "flexibilidad interna en las empresas para adaptarse a los cambios, seguir siendo competitivos y poder mantener el empleo y los salarios", y le gustaría que "los sindicatos se adaptasen, como las empresas, a la realidad económica del siglo XXI".

Todavía es noticia que una mujer acceda a una cúpula empresarial. ¿Siente usted una presión adicional para hacerlo bien por ser pionera?

—Es un hecho que mi nombramiento al frente de una patronal es un hito y es una buena noticia para las mujeres, en especial para las generaciones anteriores, que han tenido muchas dificultades para llegar a estos puestos. Pero una vez aquí quiero pensar que se me va a juzgar por mi trabajo al igual que a mis predecesores. Es un puesto complejo pero espero no tener presiones adicionales por una cuestión de género.

¿Es partidaria de cuotas femeninas en algunas áreas de la sociedad para acelerar el llegar a la igualdad de géneros?

—Sí, porque en el camino de la igualdad se avanza demasiado lento y queda camino por recorrer en la incorporación de la mujer a este tipo de responsabilidades. Es una medida provisional que facilitaría que muchas mujeres capaces diesen el paso al frente necesario y pudieran llegar a puestos a los que de otra manera, todavía hoy, no llegarían. Hay hombres que apoyan las cuotas y esto también ayuda. No obstante, luego son las empresas las que deciden cómo se van a organizar. Si no, se pierde talento en la sociedad si la mitad de la misma no tiene la oportunidad de acceder a cualquier puesto.

Ser emprendedor está bien visto pero si se tiene éxito se es empresario y ya no se ve igual. ¿Está reconocida la figura del empresario en la sociedad vasca?

—No lo suficiente. Creo que hay que valorar mejor la figura del empresario, de aquel que asume riesgos, arriesga su patrimonio, por supuesto para obtener un beneficio, pero cuya actividad es la que permite crear empleo y generar riqueza para toda la sociedad. Con la pandemia se ha visualizado lo que pasa cuando las empresas hemos parado. Y cuando hablamos de empresas, no hay que olvidar que el 95% de nuestro tejido empresarial son pymes -el taller del coche, la panadería, una academia de idiomas, etc.-, aunque la gente asocia la idea de empresa con la de las grandes multinacionales, que también aportan su papel al desarrollo de la sociedad y tienen un efecto tractor clave, pero no son la mayoría.

En Euskadi se nos llena la boca diciendo que apoyamos la industria pero luego alguien quiere reabrir una acería y todo son pegas ¿De verdad hay un apoyo a la industria?

—La verdad es que, afortunadamente, en el País Vasco tenemos tal estado de bienestar que lo queremos todo. Queremos industrias limpias, a ser posible no en mi jardín, salarios altos, jornadas laborales reducidas, empleos estables etc pero hay que ser realistas. Nos estamos engañando a nosotros mismos, la realidad es que Euskadi ha perdido peso industrial, -el sector que tiene empleos más estables, más formados y mejor remunerados-, desde los años 80 del siglo pasado. Entonces, la industria era el 45% de la economia vasca y ahora, es el 21%. Por ello es fundamental apoyar a la industria, un sector que nos ayuda a mantener ese nivel de vida que queremos. Y para ello habrá que ceder en algo. Por ejemplo, si queremos energías renovables habrá que poner parques eólicos allá donde sopla el viento, pues bien algunos en Euskadi tampoco quieren.

En el País Vasco muchos alaban a las empresas de economía social porque se adaptan mejor a las circunstancias gracias a su mayor flexibilidad interna pero cuando se quiere llevar esa flexibilidad a las sociedades anónimas tradicionales la oposición es brutal.

—La flexibilidad interna es básica en las empresas para poder competir en un entorno global y cambiante. No entendemos bien por qué lo que es bueno para las cooperativas y las sociedades laborales no puede serlo para el resto de empresas, salvo, dicho en clave de humor, que se pudiera pensar que en el primer tipo de empresas, esa flexibilidad es posible porque no hay sindicatos en su seno.

¿Cómo valora la reforma laboral que se quiere poner en marcha ahora?

—Las empresas necesitamos seguridad jurídica porque bastantes incertidumbres tenemos en el día a día de los mercados. Y pensamos que no es positivo que cada cuatro años cada gobierno de turno quiera cambiar las reglas de juego, máxime si, además, se quieren aplicar recetas del pasado. Ello no ayuda en nada a la trayectoria empresarial, sobre todo en momentos tan complejos como los actuales. Queremos estabilidad regulatoria para poder hacer nuestra labor. Es verdad que hay que avanzar para reducir la temporalidad en el empleo, allá donde sea posible, que, por cierto, la administración pública tiene el doble de temporalidad que el sector privado. Vivimos en un mundo rápidamente cambiante y lo que no podemos hacer es encarecer la adaptabilidad de la empresa a las circunstancias, no podemos obligar a una compañía a cargar con una estructura fija si no hay trabajo suficiente. Hay algunos que quieren aplicar recetas del siglo XIX a la actividad económica digitalizada del siglo XXI. No sé, por poner un ejemplo, convertir contratos temporales en fijos discontinuos no es la solución.

Hablando de relaciones laborales, ¿cómo valoran los empresarios situaciones como la generada en Tubacex y las resoluciones judiciales que, prácticamente, impiden despedir aunque una empresa esté en pérdidas y se pudiera ver abocada a un cierre?

—Las empresas, insisto, necesitamos seguridad jurídica y que una misma situación laboral sea valorada en los tribunales de justicia de manera opuesta no ayuda. Dicho esto, considero que sentencias como la de la compañía alavesa es una mala noticia para las empresas porque creo que es incorrecto obligar a las empresas a tener estructuras fijas e impedirles utilizar herramientas de ajuste de último recurso como el ERE. No hay que olvidar en este caso concreto que la empresa llevaba tiempo advirtiendo que el negocio iba mal y que tenía que adoptar medidas para asegurar su viabilidad y el empleo. Entre las medidas que puso encima de la mesa, antes de llegar a despidos, estaba un ajuste de costes, incluido uno de salarios -no hay que olvidar que los costes laborales por trabajador de esta compañía superan los 50.000 euros anuales, muy por encima de la media-, y la respuesta sindical ha sido negar cualquier posible acuerdo y una conflictividad laboral. Además se ha judicializado todo y tampoco ayuda.

¿Con la reforma de las pensiones temen un aumento de las cotizaciones sociales de las empresas? ¿Cree que la penalización de las prejubilaciones puede dificultar el acceso de los jóvenes a la vida laboral?

—Esperamos que no se carguen más cotizaciones a las empresas para pagar el mayor coste de las pensiones porque no hay que olvidar que las compañías del Estado están, con las francesas, entre las que más cotizaciones abonan en Europa. Y en relación al relevo generacional, las empresas necesitamos a todo el personal posible, jóvenes y veteranos. Y el hilo conductor para facilitar esto es potenciar la fomación continua, al igual que la FP Dual.

¿Falta personal cualificado en Euskadi?

—Sí, porque hay un gap entre la formación que reciben y eligen muchos de nuestros jóvenes y las necesidades de talento que demandamos en las empresas. Insisto, hay que trabajar más en casos de éxito como la FP Dual y animar a los jóvenes, en especial a las mujeres, a que opten por carreras técnicas que, todo hay que decirlo, están mejor pagadas y con una mayor estabilidad en el empleo. Y, a corto plazo, por razones demográficas cuando se jubile la generación del baby boom vamos a tener que traer personas inmigrantes para trabajar en el País Vasco. Y tendremos que acogerlos, formarlos e integrarlos en nuestra sociedad.

¿Les preocupa a los empresarios que muchas de las personas que legislan y toman las decisiones que afectan a la economía en la sociedad no hayan trabajado nunca en una empresa privada?

—Reconocemos que nuestros dirigentes tienen dificil tomar decisiones, que afectan a la vida diaria de las personas, en tiempos muy complejos. En este sentido, en Euskadi tenemos la ventaja de la cercanía de las instituciones que sí escuchan. Pero es verdad que ahora en la sociedad hay grupos de pensamiento ligados a sectores públicos, a ONG, etc. muy ideologizados que quieren decirle a la empresa como tiene que organizarse, sin conocerla, sin haber liderado un proyecto empresarial en su vida, sin haber arriesgado su patrimonio y sin haber creado empleo nunca.

¿Hay miedo de decirle a la sociedad lo que los ciudadanos no quieren oir?

—Creo que, a veces, hay un exceso de paternalismo en los dirigentes políticos como si los ciudadanos fuésemos tontos y no pudieramos entender las cosas. Y no hay que olvidar que en unos tiempos de elevada incertidumbre y crispación política, todo esto genera miedo, y el miedo, populismos, que pueden llegar a poner en cuestión nuestra forma de vida e, incluso, amenazar nuestra democracia. Dicho esto, agradecería una mayor labor pedagógica de los dirigentes y líderes de opinión para señalar, en la parte que nos toca, entre otras cosas que el trabajo ha cambiado. Antes una persona podía aprender un oficio en un momento de su vida y desarrollar toda su carrera profesional en una misma empresa haciendo lo mismo. Hoy día esto no es así, al menos mayoritariamente. Y hay que adaptarse al cambio continuamente.

¿Ven ya la salida de la crisis económica generada por el covid?

—En función de los datos que llegan a Cebek, nuestra opinión es optimista respecto a la evolución de la economía. Las empresas nos dicen que entran más pedidos y que la situación mejora pero no podemos permitirnos una nueva ola de covid. La salud es clave para que la economía vaya bien y que se cree empleo como ahora. Por ello, desde la responsabilidad individual hay que colaborar para evitar un rebrote de la pandemia. Eso sí hay sectores todavía en dificultades y prorrogar los ERTE, un magnífico instrumento, sería de ayuda.

¿Existe el temor en las pymes vascas que los fondos europeos Next Generation se queden en manos sólo de las grandes corporaciones?

—Los fondos europeos de recuperación son una gran oportunidad para Euskadi, que tenía ya unos objetivos de transformación económica definidos y ahora con esos recursos se van a acelerar. El País Vasco tiene la capacidad para gestionar esos recursos financieros y el gran reto es que lleguen también a las pymes pero la propia UE apuesta por las alianzas entre empresas y ahí las compañías grandes, por su carácter tractor, pueden ayudar mucho a esa capilarización de las ayudas hasta las empresas más pequeñas.

"Las empresas necesitamos seguridad jurídica y que se quiera, reforma laboral mediante, cambiar las reglas de juego cada 4 años no ayuda

"La flexibilidad interna es básica en una empresa para poder competir en un entorno global cambiante, por eso es mala noticia la sentencia Tubacex"

"Algunos grupos y sindicatos quieren aplicar recetas económicas y laborales del siglo XIX al mundo digital y global del siglo XXI"

"Las empresas, en la mayoría de sectores, notan la mejoría económica pero hay que cuidar la salud para evitar nuevos rebrotes"