GASTEIZ. El consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, ha comparecido este viernes en Gasteiz junto con el viceconsejero de Economía, Alberto Alberdi, y el director de Economía y Planificación, Jordi Campàs, para presentar el Informe Trimestral de la Economía Vasca correspondiente al primer trimestre de este año.

"Los datos anticipan un perfil estable para el presente año", ha señalado Azpiazu. El Gobierno vasco calcula que en el año 2020 el PIB crecerá un 2%, previsión que no se ha modificado.

No obstante, ha revisado al alza las previsiones de crecimiento para 2019, contemplando un incremento del PIB del 2,3% y del empleo del 1,7%, lo que supone la creación de 16.000 empleos, 1.200 más de los previstos.

Asimismo, el consejero ha destacado que este año y el próximo, "la fortaleza de la demanda interna será la base del crecimiento, frente a un saldo exterior que restará unas pocas décimas cada año".

Desde el punto de vista de los sectores, el consejero ha destacado en el primer trimestre de 2019 la recuperación del valor añadido industrial que ha aumentado un "modesto" 0,4%, que ha comparado con el descenso registrado en el último trimestre del año anterior situado en el 0,2%.

También ha señalado que la "incertidumbre" del comercio internacional y el freno de la actividad en los países del entorno, han condicionado los resultados de la industria vasca en los últimos meses, aunque ha subrayado que "la información más reciente" apunta a que "empiezan a disiparse algunas dudas y a recuperarse la producción".

Azpiazu también ha indicado que la construcción creció un excelente 5,1% y los servicios aumentaron un 2,7%, casi medio punto por encima del conjunto de la economía.

En una comparación internacional, ha explicado que la economía vasca sigue creciendo por encima de los valores alcanzados por la Unión Europea (1,5%) y la zona del euro (1,2%), y mantiene un diferencial de más de un punto con respecto al incremento de Alemania (0,7%), Francia (1,2%) y, especialmente, Italia (-0,1%), sin registrar "diferencias significativas" con España (2,4%).

El informe indica que este diferencial de crecimiento con respecto a Europa ha acentuado la aportación negativa del saldo exterior a la economía vasca hasta las cuatro décimas, "un valor todavía modesto, pero que rompe con el equilibrio que se había vivido", en media anual, en los años 2017 y 2018, años en los que tan solo drenó una décima.

La demanda interna, por su parte, ha mostrado una estabilidad en el inicio de 2019 y ha igualado el incremento alcanzado en el trimestre anterior (2,6%). La formación bruta de capital ha anotado un incremento del 4,1%, muy similar al alcanzado en los dos periodos anteriores.

Se aprecia un rebote en la inversión realizada en bienes de equipo (3,3%), que frena la desaceleración vivida en los trimestres anteriores, mientras que el resto de la inversión aminora su impulso, pero se mantiene todavía en valores muy expansivos (4,7%).

CONSUMO

Por su parte, el gasto en consumo final avanzó un 2,1% en el primer trimestre, en línea con los valores previos. En este agregado, se aprecia una pérdida de impulso del consumo privado, que modera su intensidad hasta el 2,2%, mientras que el consumo de las administraciones públicas repunta hasta el 2,0%.

Por tanto, las familias vascas siguen ajustando su gasto a la evolución de la renta disponible, en especial a la creación de empleo y al aumento de los salarios reales. Este comportamiento aleja el fantasma de un sobreendeudamiento al tiempo que contribuye a la expansión de la economía.

El dinamismo de la economía vasca, al igual que sucede en otras economías desarrolladas, sigue sin trasladarse a los precios y el deflactor del PIB se situó en un modesto 1,1%, en línea con el valor medio anotado en 2018 (1,0%).

El dato del deflactor está cerca del incremento de la inflación subyacente del mes de mayo (0,9%), último conocido, por lo que las subidas que en momentos puntuales registraron los precios de consumo se correspondieron exclusivamente a variaciones de sus componentes más volátiles, en especial los precios de la energía.

En concreto, el IPC de mayo fue del 1,0%, mientras que la inflación residual fue del 1,5%, tras registrar subidas superiores al 4,0% en los dos meses anteriores.