EN Euskadi, al igual que en otros países de la Unión Europea, la población está experimentando un progresivo envejecimiento. Los últimos estudios del Instituto Vasco de Estadística (Eustat), lo evidencian. Tres de cada diez vascos tendrá más de 65 años en 2061.
Ante este panorama, la sociedad tiene que reaccionar y hacer frente a la situación que se avecina. Todos los estamentos sociales tienen que prepararse y adaptarse a los cambios que vienen, una tarea que según se expuso de manifiesto la semana pasada en el Encuentro DEIA. Tercera Edad. Innovación y Tecnología, no parece nada fácil.
A la cita con DEIA acudieron profesionales que trabajan en diferentes campos relacionados con la tercera edad como Karmele Acedo, directora del GRUPO Servicios Sociales Integrados (SSI); Bosco Anguiano, Médico Psiquiatra del Centro de Salud Mental de Ortuella; Esther Arrieta, responsable del Jardín Botánico y Mini Zoo de la Residencia Uribarren Abaroa de Lekeitio y Técnico de la Terapia Asistida con Aves; y, Santi Pisonero, director de PR4 Tecnología Social.
Los retos a los que se enfrenta la sociedad ante el panorama que plantea el envejecimiento fue el primero de los temas que se puso sobre la mesa, así como el papel que desempeñan las nuevas tecnologías en este cambio y las oportunidades que abren a la tercera edad.
Karmele Acedo fue la primera en tomar la palabra, quien expuso el escenario al que nos enfrentamos. La trayectoria profesional de Acedo le permite contar con una visión muy amplia sobre las necesidades y atenciones que requieren las personas mayores. No obstante, para esta ocasión, la directora del Grupo SSI quiso poner la mirada en el desarrollo que desde su empresa llevan a cabo en diversos proyectos innovadores y de I+D dirigidas a los mayores.
Como bien apunta Acedo, “en Grupo SSI contamos con un centro de emprendimiento y con una unidad de i+I+D que nos permite ver cuáles son las necesidades de los mayores y poder llegar a desarrollarlas”.
En su opinión, un dato que visualiza el futuro más inmediato de Euskadi es que dentro de 10 años, concretamente en 2028, por primera vez la mayoría de la población vasca tendrá más de 50 años. “Por primera vez en la historia de la humanidad va a existir una población muy envejecida”.
Bajo este paradigma, los cuatro expertos coincidieron en afirmar que la sociedad tiene que hacer frente a todo lo que ello implica.
Acedo insiste en que esos cambios no se pueden improvisar, y puntualiza que “hay que actuar desde todos los ámbitos, con una mirada que vaya más allá de legislaturas políticas y que sea transversal a todas las áreas que gobiernan y a todos los niveles de la administración”.
En la parcela sanitaria, y concretamente desde la especialidad de psiquiatría que ejerce, Bosco Anguiano tiene su propia percepción del problema. A su juicio, el envejecimiento de la población representa hoy una auténtica problemática social, pero este problema se va a complicar y mucho dentro de 30 años, debido a que a las cuestiones sanitarias se le van a añadir otras necesidades relativas a la accesibilidad de las ciudades, necesidades de atención de la población mayor, etc.”, “Llegará un momento en que la población productiva sea la menor parte, mientras que la mayor parte requerirá de atenciones médicas”, resalta Anguiano.
Por su parte, Santi Pisonero, director de PR4 Tecnología Social, puntualiza que el envejecimiento de la población se puede ver como un problema si no se hace nada. En su opinión, si se actúa correctamente esta situación puede llegar a generar nuevas economías y nuevas oportunidades de negocio.
Si bien su percepción pasa por un panorama que puede resultar positivo a nivel económico, no niega que de aquí a unos pocos años la sociedad va a estar compuesta por mucha población mayor.
En este contexto, Pisonero pone sobre la mesa una pregunta. ¿Qué entendemos por persona mayor?
El director de PR4 Tecnología Social opina que no es cuestión de marcar una edad determinada, sino poder dar respuesta a las diferentes necesidades que generen las distintas franjas de edad. Habla de todo tipo de necesidades, desde urbanísticas, sociales, sanitarias... Puntualiza además que cada una de las respuestas debe llegar de cada una de las áreas afectadas.
Por su parte, la visión de Esther Arrieta, Técnico de la Terapia Asistida que se está desarrollando en la Residencia Uribarren Abaroa de Lekeitio, habla desde una perspectiva más institucionalizada de lo que representa hoy la tercera edad y se muestra tajante a la hora de defender el principio de la vejez como un activo.
En su opinión, “las personas mayores pueden aportar mucho a la sociedad. No hay más que ver cómo hace años a las personas que acudían a una residencia se le aislaba de la sociedad. Hoy no es así, aunque todavía se puede hacer mucho más”, puntualiza.
Según su experiencia, no solo hay que buscar el bienestar físico de las personas mayores sino que hay que ir mucho más allá; cubrir sus necesidades psíquicas, de calidad emocional, de relaciones personales...
Teniendo esta visión de la realidad, de nuevo vuelve a salir a la palestra cómo afrontar los retos que se plantean.
Desde la perspectiva de Acedo, el término edadismo no se puede pasar por alto. En su opinión, “no se puede hablar de la tercera edad como una masa compacta. Es un error, ya que dentro de la tercera edad hay colectivos diferentes, con atenciones también muy diferentes”. Añade que, “es muy importante construir un relato en positivo de lo que es la vejez”.
En este sentido, Bosco comparte la opinión de Acedo de que hay diferentes perfiles de personas mayores y por tanto, diferentes realidades. Para ambos, por un lado están quienes tras jubilarse en plenas facultades tienen ante sí 15 años para llevar a cabo todo tipo de actividades, y por otro, las personas dependientes.
Acedo cree que se pueden buscar soluciones entre los dos grupos. Pone como ejemplo que muchas personas a partir de la edad de jubilación podrán cuidar perfectamente de otras y de esa manera las primeras seguir estando en activo tras concluir su periodo laboral. “Es una forma de contribuir al voluntariado social” que, según Acedo, va a tener mucho que ver en el futuro.
Dentro del apartado que tiene que ver con el voluntariado, Pisonero añade otro concepto interesante al debate, el de la soledad. En Euskadi más de 100.000 personas viven solas, de las cuales el 73% son mujeres. En su opinión, sobre este colectivo hay que actuar de inmediato.
Oportunidades de la ‘silver economy’ Atendiendo a lo expuesto hasta el momento, queda claro que el aumento de la esperanza de vida supone un cambio demográfico que plantea un nuevo panorama al estado del bienestar, a la sociedad y a la economía, en general. En base a todo ello surge el concepto silver economy, economías que tratan sobre el consumo en general de las personas mayores y que se centran en los patrones de consumo que este segmento de la sociedad demanda, creando nuevos nichos de mercado específicos y con mucho potencial.
Dentro del nuevo concepto, en Euskadi se están llevando a cabo importantes iniciativas que pueden apoyar enormemente a los cambios que se van a ir dando.
Pisonero añade que para él, la silver economy tiene que ofrecer un equilibrio sostenible entre una actividad económica y unas necesidades, en este caso de las personas mayores.
Desde la residencia de Lekeitio, Arrieta cree que la silver economy va a crear nuevos productos, herramientas e, incluso, oportunidades para los mayores. A su juicio, “las personas mayores son un nicho de mercado enorme, pero comercialmente todo está enfocado hacia los jóvenes y esto tiene que cambiar”, añade Esther.
Los cuatro invitados están de acuerdo en que debe existir un único criterio que agrupe todos los recursos que se pongan a disposición de las personas mayores.
Pisonero, y siguiendo con el tema de la silver economy, opina que, “si bien se están dando intentos sobre las nuevas economías, esos pasos adolecen de un criterio único básico que no es otro que poner a la persona en el centro de todas las acciones que se lleven a cabo”.
Sobre la responsabilidad de a quién le corresponde establecer ese criterio único, Pisonero señala a la administración pública. Anguiano, por su parte, apunta a que el trabajo debe de llegar de manera conjunta desde la parte pública y privada y subraya el término solidaridad como aspecto clave a la hora de poner en marcha los cambios que requiere la sociedad.
El director de PR4 Tecnología Social añade otro término más, el de cohesión social. Pisonero argumenta que una sociedad cohesionada siempre tiene más boletos para sobrevivir a los cambios que llegan, (cambios de todo tipo, demográficos, tecnológicos...) que una que no lo esté.
A los términos de solidaridad y cohesión social, el especialista en psiquiatra añade la existencia de una injusticia social sobre nuestros mayores. A su juicio, en la sociedad existe una falta de reconocimiento a su experiencia y a lo que han hecho a lo largo de su vida, una injusticia que debe ser subsanada.
En este sentido, interviene Arrieta, “nosotros, desde lo que nos atañe a nivel de la Fundación Uribarren Abaroa, consideramos sumamente importante concienciar a los jóvenes sobre el papel que ejercen los mayores en la sociedad”.
En este tema, la directora del Grupo SSI expone su argumento. “Solo el 5% de las plantillas de las empresas de marketing tienen más de 50 años”. A su entender, este dato deja ver la realidad que existe; si las personas que diseñan las campañas de marketing son jóvenes, la mirada que tienen de la sociedad es muy concreta.
Continuando con la pregunta sobre a quien le corresponde tomar cartas en el asunto, Acedo señala que la respuesta a las necesidades de la tercera edad y del envejecimiento de la población tiene que venir de una manera conjunta entre lo público y lo privado. “O la respuesta es traccionada desde la administración o se puede convertir simplemente en una oferta de productos”, argumenta.
Los cuatro invitados a la llamada de DEIA comparten la idea de que las tecnologías van a tener un papel primordial en el nuevo panorama que se perfila. El hecho de que cada vez la población tenga más edad supone que el colectivo de personas mayores va a tener cada vez más peso a la hora de forzar al mundo empresarial a optar por servicios y productos que satisfagan sus necesidades. Acedo cree que con el tiempo el mercado se va a tener que adaptar a la población mayor.
Aquí es donde aparece la tecnología como la gran aliada de la tercera edad. Resulta evidente que gracias a muchos de los adelantos del momento, las personas mayores pueden realizar actividades de la vida cotidiana que sería imposible sin ellas. Un ejemplo de cómo la tecnología se pone a disposición de los mayores lo encontramos en la conducción. Los nuevos vehículos que se fabrican simplifican enormemente el acto de conducir.
El caso de la Residencia Uribarren Abaroa de Lekeitio es otro ejemplo de aplicación de técnicas innovadoras. Una de ellas tiene que ver con la terapia con aves que llevan a cabo entre los residentes y que tiene la finalidad de mejorar su calidad emocional. Partiendo de las instalaciones exteriores del centro, la residencia cuenta con un jardín botánico y un minizoo en sus jardines donde desarrollan esta técnica, que consiste en utilizar las aves como herramientas de trabajo para hacer terapia con los mayores. En sesiones de media hora, son los mayores quienes se hacen cargo del cuidado de las aves.
Junto a este particular método, el centro va a disponer próximamente de una sala multimedia con ordenadores y todo tipo de dispositivos electrónicos bajo el principio de interacción intergeneracional, es decir, que jóvenes de la localidad enseñen a los mayores como utilizar esa tecnología que luego van a poder utilizar para comunicarse con la familia.
Otra estrategia que ha llevado a cabo la dirección de Uribarren Abaroa es integrar la residencia en la vida del pueblo, abriendo las puertas de sus jardines a todos los vecinos, desde los escolares hasta personas adultos. Esther Arrieta argumenta que esta acción persigue únicamente la interrelación entre todos los vecinos de Lekeitio.
Un dato que muestra que han conseguido el objetivo marcado es que desde septiembre del año pasado la residencia ha acogido a 42.000 visitantes, lo que hace a su dirección sentirse muy satisfecha.
A los residentes, esa cotidianidad con los vecinos les hace sentirse cerca de la realidad del pueblo, además de permitirles estar en contacto con otras personas.
Al hilo con estas iniciativas, Pisonero añade que la función de PR4 Tecnología Social es la de dar soluciones a retos sociales desde la investigación social-aplicada para luego poder codesarrollar tecnología con el fin de responder a las necesidades de personas mayores y personas con discapacidad.
Con una visión muy amplia del panorama actual, Pisonero argumenta que está muy bien hablar de tecnología pero siempre poniendo el acento de cuáles son las necesidades reales que demanda la sociedad. Es decir, la tecnología ¿para qué?
En sus palabras, estamos asistiendo a un tsunami tecnológico que implica unos cambios brutales en nuestra forma de relacionarnos, de hacer política, del poder económico...
Bajo esta reflexión, el director de PR4 Tecnología Social pone sobre la mesa de debate otra pregunta, ¿estamos seguro de hacia dónde nos lleva la tecnología?
Esta pregunta la lanza al vuelo Pisonero teniendo en cuenta que la historia más reciente muestra como muchas veces los pronósticos no siempre coinciden con la realidad.
“Vivimos un momento de incertidumbre total y no sabemos lo que nos va a deparar la tecnología. No se puede poner en el mercado tecnología puntera porque sí, sino que esa tecnología tiene que estar orientada a cubrir unas necesidades”, puntualiza el experto en tecnología social.
Bajo este enfoque, tecnología orientada a los mayores, lo que hay que afrontar también es cómo los mayores se enfrentan a esos cambios, por ejemplo, cómo se enfrentan al mundo digital.
Para muchos, el hecho de tener que relacionarse con una pantalla digital supone una gran barrera. En este sentido, el médico psiquiatra corrobora el comentario del director de PR4 Tecnología Social, al señalar que la tecnología tiene que ayudar y, en ocasiones, llega a excluirles.
Va más allá al señalar que la tecnología puede provocar una brecha digital entre las personas mayores, e, incluso, ocasionar su aislamiento.
Tanto lo digital como los cambios tecnológicos están obligando a la población a aprender aprender, puntualiza Pisonero. Es aquí donde entra el componente de la edad. La mayoría de las generaciones han estudiado de memoria todo lo que tenían que aprender y no han convivido con la tecnología. La rapidez con que se desarrollan los avances tecnológicos es otro handicap al que se enfrentan estas personas.
Karmele Acedo no está de acuerdo con esta percepción. Para ella, está más que demostrado que los mayores que disponen de todas sus facultades aprenden perfectamente a utilizar la tecnología.
Pero al margen de dar una visión errónea de la realidad, los cuatros expertos coincidieron en que la tecnología ha acercado al mundo de la tercera edad herramientas de gran utilidad.
La directora del Grupo SSI se muestra favorable a la implantación de tecnología en la sociedad. Según afirma, “todo lo que ayude a que la persona mayor viva en condiciones de calidad de vida, bienvenida sea”. Eso sí, todos los pasos que se den, asegura Karmele, tienen que darse siempre bajo la mirada de la bioética.
Para Acedo, el acento sobre la digitalización de la sociedad no hay que ponerlo únicamente en las personas mayores, sino en todos los ciudadanos. “Tenemos que trabajar desde el aprendizaje para estar al día de lo que lo digital representa”, concluye.
Tanto Anguiano como Pisonero coinciden en que los avances tecnológicos representan un valor añadido y que pueden aportar bienestar a las personas mayores, pero de nuevo resaltan, que no hay que dejar a un lado aspectos como la bioética o la solidaridad. Es en este momento cuando entra a debate el tema de la vulnerabilidad de las personas mayores. El médico psiquiatra puntualiza que, a su juicio, el mundo de la tercera edad tiene que apoyarse en la tecnología pero con limitaciones. Pisonero señala que, a priori, la tecnología no es buena ni es mala. Lo importante es la orientación y el uso que se le dé. Lo que hay que hacer, añade, es poner facilidades para su aprendizaje.
El smartphone es, para el director del PR4 Tecnología Social, el mejor ejemplo de las posibilidades que la tecnología abre a los mayores. “No necesitas tener una buena motricidad para enviar un mensaje de voz, ni grandes conocimientos informáticos para escribir un mensaje”.
Karmele Acedo concluye afirmando que el cambio ya está aquí. “No hay más que ver cómo los gimnasios están llenos de personas mayores, o cómo en los anuncios de la televisión empiezan a aparecer mujeres y hombres de más de 65 años como protagonistas”.
“Cuantos más mayores haya en el mundo, el mercado se va a tener que poner a su disposición”, puntualiza.