BILBAO - El cierre de la planta de Edesa en Basauri pondrá fin a casi 75 años de historia. La fábrica cumpliría sus bodas de brillantes en 2016 y se quedará a un suspiro de hacerlo. Edesa, a secas, nació en 1989 cuando Fagor Electrodomésticos compró la histórica Edesa-Fabrelec a un paso de su cierre y simplificó la marca. Entonces se produjo una sucesión de empresa y trabajadores, eso sí con un ajuste brutal en una plantilla, que pasó de 2.400 a 790 trabajadores. Un cuarto de siglo después Fagor ha arrastrado a la fábrica basauritarra al que es su final definitivo.

Cuando el emblema industrial de Mondragón se desplomó el año pasado, solo 230 personas trabajaban en la fábrica vizcaína. Y aunque ahora también se plantea un traspaso de personal -unos 60 empleados que tendrían que aceptar trabajar en Bergara- su volumen será anecdótico. Y ya no saldrá ningún termo Edesa de Basauri.

Se pone punto final a una historia que se remonta a 1941, cuando en plena posguerra nace Fabricación de Electrodomésticos S.A. (Fabrelec) en la localidad vizcaina. De sus instalaciones han salido calentadores de agua de marcas como White-Westhinghouse, Festor, Otsein, Balay, Linx, Agni, Super Ser y Crolls. Marcas de productores que confiaron a la fábrica de Basauri sus estándares de calidad. Y por supuesto siempre estuvo presente Edesa, la enseña propia que mantendrá vivo el espíritu de los emprendedores que iniciaron el proyecto.

Tras crecer a un fuerte ritmo durante cuarenta años, a principios de la década de los ochenta lideró la creación de un holding vasco en el sector de los electrodomésticos. La alianza con Sagarduy (Orduña) y Mayc (Bergara) generó gran expectación. Sumaban fuerzas compañías que juntas superaban los 12.100 millones de pesetas de facturación (unos 73 millones de euros), un nivel elevado en aquella época, ya que suponía el 15% de las ventas de las 14 primeras empresas del Estado. La plantilla conjunta superaba los 3.500 empleados, pero cinco años después ya se produjo el primer ajuste de plantilla en plena reconversión industrial.

De hecho, para superar aquel vendaval, Fabrelec se había integrado poco antes en Gruvesa, una alianza de fabricantes de electrodomésticos vascos en la también estaban Ulgor y Fagor. Con aquella agrupación y la posterior compra por parte de Fagor Electrodomésticos, Fabrelec salió viva del ciclo que enterró a numerosos gigantes industriales vascos.

El grupo cooperativo se hizo con Edesa por 1.500 millones de pesetas (9 millones de euros) y tuvo que renegociar deudas por valor de 7.000 millones de pesetas (42 millones de euros).

El principio del fin de la fábrica de Basauri escribió su primera página a finales del año pasado, con la caída de su casa matriz en Arrasate en plena crisis, agravada por la apuesta por la internacionalización y el crecimiento exterior de la cooperativa. Doce meses después, se abre el último capítulo del libro. - A. Diez Mon